En las últimas semanas se ha hecho eco de una figura en Arabia Saudita, se trata del príncipe Mohammed bin Salmán Al Saúd. Las decisiones que está tomando en el reino de su padre lo coloca en una posición bastante interesante y polémica al mismo tiempo.

Ha sido denominado Mr. Everything por estar involucrado en muchos temas de reforma en su país. Es Ministro de Defensa (pese a sus escasos 30 años), además de fungir como secretario general de la Corte Real de la casa de Saúd y ministro de Estado.

Reformas económicas

El rey Salmán bin Abdulaziz Al Saúd, junto con su hijo Mohammed, en el año 2016 presentaron un ambicioso proyecto de reformas para dejar la dependencia del petróleo y tener una economía más diversificada. Plantearon un proyecto denominado Visión 2030 que incluiría entre otras cosas la venta de hasta un 5% de la productora de petróleo Saudi Aramco para crear el mayor fondo soberano del mundo, pensando que dicho fondo les ayude a sustituir paulatinamente su dependencia petrolera a partir del año 2020.

Aramco tiene la capacidad de extraer hasta 12 millones de barriles de crudo diariamente, y la transformación de solo un pequeño porcentaje al fondo soberano significaría cerca de 2,086 billones de dólares. También las reformas económicas incluyen privatizaciones de servicios como la salud, educación, nuevos impuestos, todo para que ante un eventual desplome de los precios internacionales del crudo no afecten de forma considerable al reino.

Las medidas propuestas por el monarca y su hijo tuvieron visto bueno del Fondo Monetario Internacional, argumentando que las nuevas políticas pueden colaborar en el marco de un eventual déficit presupuestario debido a la caída de los precios internacionales del petróleo.

Reformas sociales

Por otra parte, el príncipe Bin Salmán ha propuesto una serie de reformas que podrían colocar de cabeza el país. Comenzando con levantar la prohibición de conducir por parte de las mujeres a partir del año 2018, también ha realizado propuestas para que las mujeres puedan eventualmente ingresar a los estadios a disfrutar fútbol y lo principal es el cambio para que Arabia Saudita retome la senda de un islam más inclusivo y moderado.

Se tiene considerado que el país entró en un proceso de transformarse al ultraconservadurismo como respuesta a las revoluciones islámicas en Irán del año 1979 que podrían motivar levantamientos populares que quisieran imponer una versión del islam al estilo del régimen de los Ayatolás.

Esto ha significado, además, que hayan tenido que concesionarse a las posiciones más severas de interpretación islámica bajo el temor que las agrupaciones wahabistas puedan asediarlos y atacarlos, en una práctica sumamente extorsiva que llevó al reino a convertirse durante años a ser el principal patrocinador de grupos terroristas alrededor del mundo previendo que estas organizaciones atenten lejos de su territorio.

Situación que recibió réplicas de otros países ricos en petróleo, acusados durante décadas de ser los sponsors del radicalismo islámico de organizaciones como Al Qaeda o los talibanes, así como de ser los soportes de comunidades islámicas de posiciones violentas en países europeos.

En el cambio propuesto por el régimen de Riad la idea sería enviar a las cavernas los ideales del radicalismo y atraer un islam moderado y atractivo que les pueda ayudar a la atracción de turismo y de inversión extranjera. Por ejemplo, hay un plan de construir un parque de diversiones Six Flags y un centro turístico en el Mar Rojo donde probablemente no apliquen las actuales normas rígidas de vestimenta para las mujeres, a través de la interpretación conservadora de la ley islámica (sharía).

El último movimiento de cara a estas reformas sociales ha sido el compromiso del príncipe de abrir la primera iglesia cristiana en Arabia Saudita; algo que hasta este momento era imposible de imaginar. Se trataría de una iglesia maronita de 900 años de historia que habría sido desenterrada recientemente, se desea restaurar y abierta en honor a todos los cristianos maronitas del mundo, para esto Mohammed Bin Salmán invitó al patriarca de esta Iglesia, Beshara Rai, y además de querer limar asperezas por las tensiones de las últimas semanas con el gobierno libanés, de donde proviene el patriarca Rai, aprovechó de hacerle este ofrecimiento, según destacó el diario kuwaití Al Rai Media.

Purga política y geoestrategia

Otros de los elementos a destacar de las acciones realizadas por el joven monarca, ha sido en primer lugar la gran purga de políticos realizada en su país, incluyendo 11 príncipes, entre ellos el excéntrico magnate Al Waleed Bin Talal, categorizado como el 45º hombre más rico del mundo según la revista Forbes.

Dicha acción de sacar del juego a tantos eventuales opositores políticos podría acarrear aspectos negativos ante las decisiones apresuradas del joven líder. Pero queda claro que su acción se debe a la intención de no tener competencia ante sus reformas arriesgadas.

Por otra parte, el gobierno saudita se ha involucrado en enfrentamientos políticos importantes contra la República Islámica de Irán, en lo que han denominado el avance de la influencia iraní en la región del Medio Oriente, específicamente en los países de Irak, Siria, Yemen; a través de las fuerzas hutíes (chiitas) contrarias al gobierno sunita y Líbano a través del grupo paramilitar (terrorista) y político Hezbolá (Partido de Alá), quienes a su vez integran una fuerza de influencia sobre grupos radicales en la Franja de Gaza palestina.

De los eventos destacables al respecto de este enfrentamiento, se puede considerar la salida del primer ministro libanés Saad Al Hariri; hijo del asesinado expremier libanés Rafiq Al Hariri, y quien desde la capital saudita renunciaba a su puesto por temor a correr la misma suerte que su padre, y al mismo tiempo señalaba el involucramiento de la República Islámica de Irán en los asuntos internos del «país de los cedros».

Esto ha llevado a fuertes roces entre ambos Gobiernos, y a escalar los niveles de tensión que se viven. Exaltando, por ejemplo, las declaraciones del Gobierno saudita de que Líbano está declarando una guerra por las acciones del Hezbolá que consideran afectan directamente al reino de los Saúd.

Para el domingo 19 de noviembre se pactó un encuentro con la Liga Árabe para intentar mitigar el alcance de lo que consideran las «violaciones de Irán», patrocinando, según Riad, grupos terroristas en Yemen y Líbano, así también inestabilizando la región al expandir sus zonas de influencia hasta el propio Mediterráneo.

Nuevo poder regional

Otra de las ideas de todo este crecimiento político de Arabia Saudita a través de su príncipe es el de alcanzar una posición privilegiada como Estado axial, procurando superar a Egipto, lo cual es un proyecto muy ambicioso que no se ha considerado realmente cuál pueda ser la objetividad de este. Sin embargo, los movimientos están estratégicamente motivados a encaminarse hacia ese proceso, y quizás si no es para superar a los egipcios, es al menos para fortalecer un equilibrio favorable a sus intereses en la zona.

Pensando además que, ante la crisis con Qatar, y por una serie de factores adicionales en las crisis del Medio Oriente, un país como Turquía, que estaba considerado dentro del eje de apoyos hacia Arabia Saudita en la estabilidad regional ha cambiado categóricamente sus políticas y están alejadas en cierto modo de los intereses de Riad; y desde hace rato de los intereses de Occidente.

Otro cambio paradigmático que se escucha con fuerza es una eventual coalición árabe con el Estado de Israel, para mitigar el crecimiento iraní en Medio Oriente. Algo que sin duda rompería con décadas de guerras entre ellos al considerar que realmente hay un tercero en medio que pondría en peligro sus esquemas actuales. Aunque está claro que este tipo de iniciativa no está abiertamente demostrada, sino solamente algunos guiños que se escuchan a través de algunos canales considerablemente serios.

Los cambios que pretende el futuro rey saudita sin duda traerán efectos que podrían ser considerados en una reacción en cadena entre otros países alrededor de Arabia Saudita y ni se diga de cara a otros países musulmanes sunitas, en especial porque dentro de los dominios del Reino de Saúd se encuentran dos de los sitios más sagrados del islam, y esto aunado con una reforma religiosa a lo interno del país con dominio sobre estos santuarios en definitiva podrían acarrear una eventual «reforma islámica profunda», aunque esto último es un supuesto apegado a un deseo idealista del autor más que en la realidad tácita de una zona donde cualquier aspecto político mezclado con la volatilidad de los egos religiosos pueden hacer explotar en cualquier momento una guerra de grandes magnitudes, principalmente porque mientras unos pelean por un tema histórico – ideológico y de honor, otros tienen sus agendas conectadas con sus billeteras y sus intereses geopolíticos.

Referencias