Generalmente tiendo a escribir sobre diferentes manifestaciones culturales mexicanas, cosas buenas y positivas que esta linda tierra tiene. Si bien es cierto que México a veces atraviesa por situaciones adversas de inseguridad, tiene muchas cosas buenas, positivas, que pueden llenar de alegría y felicidad a mucha gente, como la excelente comida que tenemos, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, o bien los alegres sones que se tocan en diferentes regiones de la república, desde la polca norteña hasta la marimba en el sur.

Así como muchos países conmemoran su independencia, México no es la excepción. Por todos lados vemos en todas las ciudades mexicanas, desde la más pequeña hasta la más grande y cosmopolita, adornos patrióticos como banderas -desde la del Ejército Trigarante hasta la actual- sombreros, rebozos, vestidos de adelita, vestidos de charro, de mariachi, que engalanan las plazas principales en aras de dar el tradicional Grito de Independencia la noche del 15 de septiembre, protocolo celebrado ya sea por el presidente de la República (en el Palacio Nacional), por el gobernador del estado (en las ciudades capitales de cada estado) o por los alcaldes en las ciudades del interior, acto que recuerda el Grito de Dolores dado por el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla y considerado el punto de inicio de la Guerra de Independencia de México. Sin duda, es una gran fiesta donde se reúnen las familias, los amigos, etc.

Sin embargo, desafortunadamente, este año, justo en medio de nuestras celebraciones patrias, hemos sido abatidos por dos catástrofes: la primera, un terremoto de 8,2 grados en la escala de Richter que azotó las costas Chiapas y Oaxaca, dejando más de 100 muertos y a mucha gente sin hogar. El segundo, otro terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter, con epicentro en los límites de los estados de Puebla y Morelos, que sorprendió a los mexicanos el 19 de septiembre a las 13:14 horas, justo 32 años después de la tragedia del terremoto del 85, tras haber honrado la memoria de las víctimas de aquel día y haber realizado un simulacro a nivel nacional.

Este último terremoto pudo sentirse en los estados del centro de país, hay más de 126 municipios afectados, pueblos que desaparecieron en su totalidad, han muerto más de 250 personas (que sumadas a los decesos que ha habido en el sur, van más de 350 personas) y aún hay mucha gente que está bajo los escombros.

No obstante, así como las grandes culturas que existían desde antes de la conquista han dejado su legado que perdura hasta nuestros días, los mexicanos hemos seguido creando un legado y escribiendo historia, haciendo frente ante la adversidad, pues, ante la desgracia, no se hicieron esperar los mexicanos que salieron a las calles a remover los escombros con sus manos, los que abrieron sus casas y dieron agua, comida, y abrieron su WiFi para que la gente se pudiera comunicar, aquellos que prestaron sus autos particulares y motocicletas para trasladar heridos, médicos, paramédicos o que ayudaron a reunir a las familias; personas que, sin importar, salieron a buscar enseres médicos y comida para enviar a las zonas de desastre, o prestaron sus servicios como intérpretes para que los que hablaban otra lengua pudieran recibir atención médica; personas que rescataron animales y dieron albergue temporal hasta que encontraran a sus dueños, porque saben que cualquier ser vivo merece ayuda y atención.

Estas acciones son las marcan al pueblo mexicano, pueblo que, a través de los años, se encarga de mantener con vida aquel verso del Himno Nacional, De mil héroes la patria aquí fue y así, este año, no sin antes agradecer a todos los países y a todos los que se han unido a nosotros, enviando apoyo y personal de rescate, con todo orgullo y a todo pulmón gritamos ¡Viva México!, porque salimos a las calles, vamos a los centros de acopio, apoyamos a nuestros hermanos. México ha vivido una desgracia, y hago el llamado a quienes sientan en su corazón enviar una ayuda, ya sea a través de los Topos o a través de la Cruz Roja, que lo hagan. Aún hace falta mucha ayuda, aún hay niños que hoy duermen en las calles, ancianos que perdieron su patrimonio y gente que espera en las penumbras de los escombros a ser rescatadas, y que así, con esa sonrisa que nos caracteriza a los mexicanos y con la que siempre recibimos a cualquier ciudadano de cualquier país, se unan a nuestras voces gritando a los cuatro vientos: ¡Viva México, cabrones!