Supongo que si a estas alturas muchos se han interesado por los mercados financieros a nivel global, habrán escuchado la palabra ‘volatilidad’. En bolsa y mercados cotizados dicha palabra juega un papel fundamental, sin la cual no sería posible poder operar en cualquiera de los mercados disponibles. Dicha palabra procede del adjetivo "volátil".

La volatilidad se produce cuando el precio de cualquier producto subyacente se mueve, por lo tanto se producen flujos de efectivo de compra-venta. A su vez, estos movimientos destacan por ser rápidos y con una liquidez exquisita, siendo mucho más sencillo liquidar posiciones de nuestra cartera en cualquier momento. En conclusión, la volatilidad es el movimiento de los precios que se produce en el intercambio de activos subyacentes. Podríamos decir, entonces, que esto en términos financieros se conoce como volatilidad.

Luego, por otro lado, acompañado de la volatilidad tenemos el ‘volumen’. En este caso, el volumen puede verse gráficamente en un indicador llamado al igual que su nombre, el indicador de volumen. Este indicador nos muestra la cantidad de contratos o acciones que se están negociando en el momento, es decir, la contrapartida de compra-venta en el momento actual (así como un histórico pasado).

La volatilidad, se consideraría entonces, junto con el volumen, uno de los elementos más importantes a la hora de ejecutar una operación. Sin volumen, no hay contrapartida y, por lo tanto, el precio permanecerá estático. En cambio, sin volumen, no habrían precios volátiles que se moviesen a nuestro favor o con la idea de poder invertir en algún subyacente interesante.

El error de muchos primerizos operadores de acciones es no fijarse en el volumen total de acciones vendidas por parte de una empresa (llámese X). Si X tiene en propiedad una gran parte de las acciones (lo que suele ser normal), pero luego su valor de mercado es muy inferior (por ejemplo, no hay más de 400.000$ vendidos en acciones), en este caso no sería un valor interesante.

Personalmente, considero que una acción o empresa X debe tener ese valor como mínimo para poder invertir (hablamos siempre por patrimonios reducidos enfocados para sacar rentabilidad a ahorros por debajo de los 30.000$). De no ser así, debemos de buscar una empresa más líquida y con más volumen, ya que eso nos garantizará una contrapartida muy interesante para así disponer de liquidez en cualquier momento que deseemos retirar el patrimonio.