Una vez paseando para hacer un poco de tiempo antes de una cita, entré en una librería, como acostumbro a hacer. Tenía unos 50 minutos y era “en el lejano 2005”. Estábamos en el mes de noviembre y hacia frío. Curioseando entre los libros de filosofía encontré uno recién publicado de Harry Frankfurt, que se llamaba: On Bullshit. El titulo automáticamente me llamó la atención y no pude evitar tomarlo entre mis manos. Las dimensiones del libro eran de 15 por 10 cm., un libro pequeñito de unas 70 páginas con menos de 80 palabras por página, agradable táctilmente, un ensayo de unas 6.000 palabras en total. Lo hojeé y quedé atrapado en una escritura clara y precisa, que explicaba que significa “bullshit”, diferenciándola de otros conceptos símiles como mentiras, errores de representación, decepciones, engaños y poniendo hincapié en sus implicaciones político-sociales, una técnica usada en la filosofía analítica.

La primera frase del libro en mi traducción era: "uno de los rasgos sobresalientes de nuestra cultura contemporánea es la cantidad de “bullshit” que nos tiran encima los medios de comunicación, la industria y los políticos. (“bullshit” significa ignorar la verdad en términos absolutos, ignorar la lógica y la distinción entre verdadero y falso, basándose en historias diseñadas con el único objetivo de dirigirnos y manipularnos). El libro cita a Black, Pascal y a Wittgenstein en su lucha contra el “nonsense” insidioso y disruptivo, que ahoga nuestra sociedad y castra la creatividad humana (al menos la creatividad positiva), negándonos el futuro.

Aceptando la realidad como concepto definido consensualmente y con referencias directas, verificables y ostentativas en el mundo concreto, “la mentira al cuadrado” que no considera la verdad es una doble aberración, porque nos confunde sobre la realidad misma y, haciéndolo, nos confunde también sobre las posibilidades que tenemos colectivamente como sociedad para definir nuestro futuro político, social, económico y cultural, libremente e individualmente, en la administración de nuestra libertad y nuestras decisiones personales. Con falsas informaciones y premisas, todo pierde validez y no podemos alcanzar nuestros objetivos y ser fieles a nuestros valores y principios.

Considerando los niveles de interdependencia a los cuales estamos sujetos y las contradicciones y conflictos de interés que existen socialmente, necesitamos informaciones veraces para poder orientarnos y sobrevivir. Era la época de Bush, su segundo cuatrienio y el concepto no podía ser más “tocante y preciso” (Qué placer poder hablar de Bush en pasado y espero poder hacerlo un día de tantos otros politicastros burlones). Pero las consecuencias de sus mentiras en relación a Iraq, por ejemplo, las estamos sufriendo cotidianamente más de 10 años después.

El uso sistemático de la mentira como arma política es uno de los tantos problemas serios que hay que afrontar sobre el futuro de la democracia. Siendo nuestras sociedades complejas, una dilucidación apropiada de un tema cualquiera requiere método, control, informaciones y la capacidad de resistir a los grandes populistas con todos sus recursos comunicativos y “bullshit”. ¿Estamos preparados para una empresa semejante? es la pregunta. Ya que tenemos que insistir, que una democracia sin educación y espíritu crítico, es una mera ilusión

Un año después, en otra librería, un domingo de invierno, encontré la segunda parte del libro, siempre de las mismas dimensiones, llamada On Truth. Nuevamente una sorpresa de escritura y reflexiones sobre la importancia y urgencia de la verdad. 7.000 palabras, que se leen de un solo golpe. Alimento espiritual para semanas. Los temas son la relación entre identidad y realidad (sobretodo realidad factual), ya que en nuestra sociedad no conocer la verdad es vivir ciegos.

Pero que significa este concepto filosóficamente hablando y cuales son los métodos para establecer cuál es la “verdad”, distinguiéndola claramente del “bullshit” y en particular, podemos vivir civilmente sin conocer este método y aplicarlo. Frankfurt ofrece en sus libros una respuesta interesante: sin la verdad no hay futuro posible y la mentira niega toda libertad.

Pensando nuevamente en estos temas y reflexiones, mi conclusión es que no hemos aprendido mucho y los temas tocados por Harry Frankfurt son cada día más urgentes y actuales. La opinión pública no posee los instrumentos necesarios para distinguir claramente entre mentira y posible verdad. Los electores no se orientan políticamente y el hecho de que el candidato republicano sea Donald Trump es la demostración de esta triste realidad.

Quizás, hemos vivido tanto en la mentira que, por flojera mental, hemos quedado inmunes a la verdad, ya que esta no es un estado fijo o un atributo particular y definitivo de un objeto o situación, sino una búsqueda constante, un proceso, que hay que actualizar y reconsiderar a la luz de los nuevos datos obtenidos, nuestros métodos y conocimientos.