Cuando vas llegando a cierta edad son muchas las metas que esperas cumplir: encontrar trabajo, ser independiente, comprar una casa… pero para una mujer hay una muy importante, llegar a ser madre. Pero cada día este deseo se cumple cada vez más tarde. El ritmo de vida, el trabajo, la gente se casa más tarde, todo esto hace que la maternidad llegue cada vez más tarde y por supuesto lo hace más difícil.

A partir de los 35 el nivel de fertilidad de la mujer empieza a disminuir, ya que va produciendo menos óvulos, y a partir de los 38 se considera embarazo de riesgo. Cuanto más mayor sea la mujer que intenta quedarse embarazada, aumenta el nivel de dificultad para convertirse en madre. Hasta los 30 años la posibilidad de un embarazo es del 25%, a los 38 baja hasta el 12% y a los 40 hasta el 7%. A partir de los 44, las posibilidades bajan hasta un 3-4%.

Cuando una pareja busca quedarse “embarazada” es una experiencia preciosa y muy ilusionante. Pero en caso de que surjan contratiempos o se tarde más de lo que se esperaba, se puede llegar a vivir como una situación de experimentar una gran angustia, estrés e incluso depresión. Todo estrés en muchas ocasiones sólo dificulta más las cosas y hace la experiencia aún más dura. Qué duda cabe que la mujer sufre mucho si no consigue quedarse embarazada, pero también el hombre lo pasa muy mal durante todo el proceso.

Para una pareja sana de unos 30 años es normal que no se quede embarazada inmediatamente, lo normal es tardar alrededor de un año. Así que no hay que preocuparse si no se consigue en el primer intento. La media para conseguir un embarazo en las mujeres de 30 años es de 3 años. Sólo un tercio de las parejas consigue concebir el primer mes.

Por lo general a partir de los 35 años lo más recomendable es tratar de quedarse embarazada durante seis meses y si no se consigue consultar con el médico. A partir de los 40, como la dificultad aumenta mucho, lo mejor es consultar directamente con el médico para saber en qué situación nos encontramos.

En caso de no conseguir un embarazo de manera artificial, ya sea por un problema de reproducción o médico, existen distintas técnicas de reproducción asistida que pueden lograr que se produzca. Entre ellas encontramos:

  • Inseminación artificial con semen de la pareja (IAC)
  • Inseminación artificial con semen de donante (IAD)
  • Fecundación in vitro (FIV) y micro inyección espermática (ICSI)
  • Diagnóstico genético preimplantacional (DGP)
  • Extracción espermática
  • Donación de ovocitos

Todas estas técnicas, aunque son muy seguras, siempre tienen algún riesgo gracias a los controles que se realizan. La principal complicación que puede producirse es la gestación múltiple, es decir, más óvulos fecundados de los deseados.

En la actualidad existen varias clínicas de reproducción asistida pero no todo el mundo puede permitírselo, de manera que la seguridad social también ofrece esta cobertura para aquellas mujeres que cumplen los requisitos.