Hace años que vengo preguntándome cual es la verdadera forma en la que se mueve el mundo. Las respuestas son muy diversas pero los fines son, en mi forma de ver las cosas, los mismos. Inmerso en un planeta donde el hombre está totalmente estancando, evolucionando todo lo que corrompe el alma y contamina al ser, las luces que brillan tenuemente deben unirse para tomar fuerza y purificar de raíz. En este viaje que emprendí hace un tiempo, comenzando a trabajar como voluntario y solidario en la radio de un hospital, comprendí que las luces tenues que quieran fortalecerse pueden ser fogones que iluminen mucho más bello que un cielo estrellado. El querer ayudar a alguien va más allá de prestar una palabra o el oído. Una compañía donde no se sienta la soledad que el mundo irradia, una caricia que llegue al alma y palabras que lleven a seguir adelante con la creencia de que sí se puede.

Poder expresarse es de las cosas más hermosas que el ser humano puede hacer. Porque se dicen más cosas a veces con una mirada, una sonrisa o solo marcando la presencia para dar a saber que más allá de todo nunca se está solo. Porque la vida no es para sólo estar de paso sino para existir por siempre. Si la lengua puede ser diferente pero el lenguaje humano es universal, ¿Por qué no nos entendemos?. Cada uno mueve los hilos a su manera. ¿Cómo se entiende que de la Biblia salgan tantas religiones según interpretaciones se le dé siendo el mismo libro con las mismas escrituras?. Sin embargo Dios es uno, nos creó a imagen y semejanza (tanto el bien como el mal) regalándonos su creación y haciéndonos participe de ella, ¿Por qué nos ocupamos de crear fronteras entre nosotros mismos cuando todos somos fruto del mismo árbol? ¿Debemos involucionar al tiempo de los orígenes para volver a estar en unidad con nosotros mismos y el otro?. La evolución nos llevó hasta donde estamos en este momento, cada vez más conectados con una nube pero desconectados completamente con el todo, desde su mínima hasta su máxima expresión, rodeados en un contexto donde el valor de cada persona está definido por cuanto tiene y no con su ser.

No evolucionemos ni involucionemos, solo saquémonos las vendas que nos ciegan en un sistema de un sólo sentido y comencemos a caminar en dirección opuesta bajo los valores del Respeto, la Unión y la Comunicación, creando acciones que sean de bien común para todos, donde no haya estómagos vacíos o una preocupación por el techo, pudiendo conectarnos con nosotros mismos y los demás.

En la entrada del templo de Delfos dice: “Conócete a ti mismo”. Si cada uno se toma el trabajo de conocerse podrá saber que el único límite en este mundo es uno mismo y que, de querer, en la unión se puede erradicar el mal del mundo entero; eliminando la palabra utopía del diccionario, la palabra esperanza será un recuerdo y no un grito de Ayuda.

Caminemos en dirección opuesta para que las luces tenues se vuelvan fuertes y así lograr que el mundo recupere su brillo.