El hombre tiene, por naturaleza, la costumbre de buscar siempre segundas partes para todo. Aquella hamburguesa de tofu que probó dos años atrás y que no le gustó en absoluto… ¿Por qué no volver a intentarlo? Ese amor que tanto le marcó pero que no supo alimentar… “¿Y si lo recupero?”. Es la tendencia y, cómo no, también tenía que pasar en el cine.

Hacía mucho tiempo, desde Torrente, que en España no había sucedido un fenómeno cinematográfico destacable. Intentos fallidos, altas expectativas y el mismo final deprimente de siempre… Hasta que llegó “Ocho apellidos vascos”, una comedia de Emilio Martínez Lázaro basada en las costumbres y el humor de dos regiones españolas: Andalucía y el País Vasco. Este film llego a recaudar en el año 2014 hasta 56 millones de euros y estuvo en la gran pantalla durante más de 58 días seguidos. Rompió todos los esquemas.

Ahora son catalanes

Hasta aquí todo muy bien, pero ¿qué pasa si se hace una secuela de algo que tuvo mucho éxito? Depende, claro. “Ocho apellidos catalanes” es la continuación de ‘la de los vascos’. Se dice que es una vuelta al humor típico de tópicos, otra comedia cargada de clichés españoles y con puntos de risa fácil.

Pero vamos a hablar del argumento. Amaia (Clara Lago), protagonista de ya la primera entrega y de esta segunda, y Rafa (Dani Rovira), también protagonista, eran pareja. Ella vasca y él andaluz, formaron una relación un tanto chocante que unía de algún modo norte y sur de España. Así, de primeras, este peculiar ‘choque’ de comunidades autónomas causó sensación entre los espectadores del primer film “Ocho apellidos vascos”. Pero Amaia y Rafa sufren un bache en su relación que los lleva a distanciarse un tiempo. En ese periodo, ella se va para Barcelona donde se enamora de Pau (Berto Romero), un catalán con el que decide casarse. El padre de Amaia no quiere que su hija se case con un hipster catalán y va a buscar a su ex yerno para juntos, rescatarla de los brazos de Pau.

Masías, independencia, costumbrismo catalán. Lo poco agrada pero lo mucho cansa, como suele decirse y, parece ser, que esta segunda parte realmente no ha sido buena idea. Algunos medios de comunicación han manifestado su acuerdo o desaprobación, teniendo prácticamente todos unos patrones comunes: “se deshincha a medida que la película avanza, estructura cerrada, tópicos”.

Pero más allá de las críticas buenas o malas, quienes realmente hablan son las cifras, en este caso favorables para “Ocho apellidos catalanes”: 7.6 millones, según Universal, la distribuidora, que la sitúan como el mejor estreno del año.

Ambiciosa campaña de marketing

A través de una fuerte campaña alimentada por una gran cadena de televisión, se ha intentado potenciar el film y que no se quede en una simple y mera segunda parte. Un buen preestreno, presentación en medios de comunicación, puesta en escena de los protagonistas en platós de televisión… E incluso una campaña viral titulada "Featurette Por qué debes verla", en la que los actores exponen los motivos para acudir al cine a ver el gran estreno.

La curiosidad ha jugado un papel importante con esta película y al menos los más curiosos han acudido a verla. Así es nuestra sociedad, para echar rosas o para lanzar tomates una cosa está muy clara: hay que ir a verla, pues no se puede hablar de una materia sin uno tener claros los términos que está manejando.