Mucho se ha avanzado desde que en abril de 2001 cuatro parejas homosexuales se dieran el sí quiero en Holanda tras convertirse en el primer país del mundo en reconocer el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. El activismo LGTB (lesbianas, gays, bisexuales y trans) ha logrado cotas de igualdad hasta hace poco inimaginables.

Ciñéndome a los datos, en la actualidad el matrimonio entre personas del mismo sexo se encuentra permitido en dieciocho países a nivel nacional (la mayoría en América y Europa). ¡Hasta Irlanda ha dicho "sí, quiero"! El país católico por antonomasia, donde la homosexualidad era "ilegal" hasta 1993, ha sido el primero del mundo en dar la bendición a los matrimonios gays en un referéndum.

Sin embargo, el mapa del progreso a nivel mundial es pequeño en comparación al de la vergüenza, la barbarie y el odio de la homofobia legalizada e institucionalizada. Las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo se encuentran penadas en el ordenamiento jurídico de al menos 75 estados (la mayoría en África y Asia), de los cuales seis prevén la pena de muerte como castigo para estas conductas a nivel nacional.

Lo más triste de todo es que incluso en los países donde la ley apoya a los LGTB siguen rotulando con la frase "Advertencia: las escenas que se presentan a continuación pueden herir susceptibilidades" cuando dos personas del mismo sexo se besan ¿Es lógico en pleno siglo XXI?

Para poneros en contexto, el año pasado la telenovela brasileña Rastros de mentiras rompió moldes en su país al retransmitir el primer beso gay en un serial de televisión. Ahora, ese aplaudido beso vuelve a estar en boca de todos, aunque más que por una cuestión de avanzar y normalizar la homosexualidad, lo es por el paso atrás que ha dado una televisión peruana, la cual decidió advertir a sus televidentes de que dicha escena puede herir su sensibilidad. Además este es el único capítulo de la serie que se ha retransmitido con la clasificación "Apto para mayores de 18 años", a pesar de emitirse más allá de las 9 de la noche. ¿Pero la escena era para tanto? ¿Acaso ese mismo rótulo no hiere la sensibilidad del colectivo gay o de todas aquellas personas a las que les da igual si dos hombres o dos mujeres se quieren mientras sean felices?

A estas líneas de debate se podrían añadir otras cuantas como, por ejemplo, qué sentido tiene poner este rótulo en un beso y no ponerlo en cada informativo o en cada escena violenta de una serie o una película. ¿Daña más ver a dos hombres queriéndose que peleándose?

Es una lástima, ya que las series y películas con tramas, temáticas o personajes gays deberían ayudar a que la homosexualidad se vea, por fin, como algo totalmente normal. Por eso me cuesta entender que aún hoy en día veamos este tipo de reacciones tan antiguas en televisión.

Es verdad que del mundo de la farándula nos podemos esperar casi cualquier cosa, pero ¿qué hay del mundo laboral, del mundo al que nos enfrentamos diariamente? Pues bien, aunque en los países occidentales legalmente estemos más avanzados, en lo que concierne a las costumbres diarias básicas aún tenemos mucho camino por recorrer ya que, por ejemplo, en algunas instituciones sigue existiendo la creencia de que las personas LGBT pueden mostrar sus logros profesionales y académicos, siempre y cuando mantengan oculta su vida afectiva para no recordar esa parte que “les baja puntos”. Quienes apoyan este pensamiento, refuerzan las violencias por las que a diario tienen que pasar estas personas. Así, poco se reflexione en esto. La heterosexualidad se comunica todo el tiempo y esta orientación sexual implica “comodidades” tan cotidianas que hasta resultan imperceptibles. Los heterosexuales podemos colgar con tranquilidad la foto de nuestra pareja en nuestros puestos de trabajo y mencionar su nombre o hablar de nuestro novio frente a los jefes y compañeros, sin temor a cómo van a reaccionar. ¿Tienen hoy en día esta libertad al 100% los homosexuales? Todos sabemos la respuesta y es por eso que en la empresa donde trabajo actualmente han creado un grupo llamado “Open” que tiene como misión educar, impulsar el conocimiento y representar a una parte importante de nuestra diversa sociedad y lugar de trabajo, lo que significa el acceso a la igualdad de oportunidades y la promoción de los derechos humanos. Bajo mi punto de vista, una buena iniciativa que tendrían que seguir muchas industrias con valores y targets cerrados, como podría ser la industria del sector de la construcción.

Como podréis observar a vuestro alrededor, existe una flagrante violación de los derechos humanos en demasiados rincones del mundo. Una realidad que convierte en un auténtico infierno el día a día de muchos homosexuales por el único motivo de tener una orientación sexual distinta. Simplemente, tratémoslos como personas que son, nada más ni nada menos.