Si no tienes negocios que te lleven por ahí, es posible que nunca te plantees visitar este rinconcito del mundo que es la capital de Eslovenia. Aunque no parece gran cosa, y efectivamente no es muy grande, Liubliana es una ciudad universitaria que aporta al que la visita una visión nueva de Europa Central.

Empezamos la visita por la Plaza del Congreso, que alberga el edificio de la filarmónica de Liubliana y el edificio principal de la Universidad. Ambas construcciones datan de hace más de 500 años y han visto pasar personalidades como Wilhem Maler, que fue director de la filarmónica.

Además de estos edificios, y llegando a él a través del triple puente (un puente dividido en tres partes separadas) destaca el mercado, construido y diseñado por Joze Plecnik, arquitecto esloveno que reformó Liubliana en el siglo XVI, basándose en la arquitectura italiana. El mercado posee dos plantas: en su origen, la planta baja, que da directamente al río, era el mercado de pescado y la alta, el de carne. De esta forma, se aunaban todos los mercados dispersos por Liubliana hasta entonces.

Cerca del mercado se encuentra el ayuntamiento, cuyo patio posee frescos del siglo XIV, un pozo y una acústica fenomenal. No muy lejos de allí está la catedral de San Nicolás, también diseñada por Plecnik. Por fuera la catedral no dice gran cosa, y además la entrada principal da a un callejón estrecho, pero por dentro llaman la atención sus maravillosos frescos y sus tres órganos, cada uno de un registro, colocados en balcones de madera.

En la cima de la colina más próxima a Liubliana se levanta el castillo, que se puede visitar y desde cuyas murallas puede divisarse la vista más completa de Liubliana. En el castillo destacan la cantidad de dragones puesto que, al igual que en Gales, el dragón es el símbolo de Liubliana. Aunque existen varias leyendas que relacionan a Liubliana con el dragón, la más coherente es la de las marismas. Cerca de Liubliana existen unas marismas en las que se creía que vivía un dragón. La gente no se atrevía a entrar en ellas porque si el dragón se enfadaba, provocaba un terremoto, desastre natural muy común en Liubliana. Por ello, el dragón se coloca sobre los monumentos y edificios para calmar a la bestia y que haya paz en el subsuelo de la ciudad.

Paseando por las estrechas callejuelas de Liubliana, llaman la atención la cantidad de fuentes que hay desperdigadas por las calles. Porque las temperaturas en Liubliana son extremas (de los 10ºC bajo cero en invierno y hasta los 32ºC en verano), los eslovenos no se arriesgan a deshidratarse, y estas fuentes ayudan a ello. Además, en el centro de esta ciudad, justo enfrente del puente triple, se encuentra la única zona de este país con tiempo atmosférico propio. Se trata de un círculo en medio de la plaza en el que llueve, gracias a un surtidor suspendido justo encima. En verano se agradece.

En resumen, Liubliana es una ciudad pequeñita que merece la pena visitar si tus pasos te llevan alguna vez por Eslovenia.