Hacer senderismo en el Perú es una de las experiencias más hermosas que una persona puede vivir. Acompáñame en un viaje al corazón de los Andes limeños, donde la luna y las estrellas toman el protagonismo en un espectáculo celestial inolvidable.

Martes 19 de noviembre de 2024. Este fue el día que elegí para realizar una excursión a uno de los lugares que muchas personas me recomendaron visitar para hacer senderismo: Marcahuasi. Ubicada al este de Lima, sobre la cadena montañosa que se eleva hacia la margen derecha del río Rímac, esta meseta ofrece al turista una experiencia que trasciende lo ordinario. Sin embargo, el camino hacia este paraíso natural es tan desafiante como gratificante.

Preparativos y primeros pasos

El día comenzó temprano, a las 4:30 de la madrugada. Decidí dejar mi auto y depender del transporte informal para conocer mejor el terreno antes de aventurarme con mi vehículo. Alisté mi carpa, ropa, comida, dispositivos electrónicos, agua y efectivo, sabiendo que en las zonas alejadas de la capital es mejor no depender de las billeteras digitales.

Mi viaje comenzó tomando un colectivo desde Santa Anita hasta Chosica, un trayecto de 45 minutos. Desde el Parque Echenique en Chosica, abordé otro colectivo hacia San Pedro de Casta, un viaje de 2 a 3 horas por un camino lleno de curvas y trochas. San Pedro de Casta, a 3211 msnm, fue el punto de partida hacia Marcahuasi.

El ascenso a Marcahuasi

En San Pedro de Casta, pagué en la oficina de información para tener derecho a ingresar a Marcahuasi. Allí, me explicaron el trayecto y los monumentos que podría encontrar. Tenía dos opciones: caminar los 4 kilómetros hasta la meseta o tomar un transporte por un costo diferenciado si iba solo o acompañado. Decidí caminar.

El sendero es desafiante, con pendientes pronunciadas, senderos pedregosos y un clima seco. Aunque está bien señalizado, cada paso requiere esfuerzo y concentración. Mi caminata de 3 horas y media fue un verdadero reto físico y mental. La altura y el peso de mi mochila hicieron el trayecto aún más difícil.

Por momentos, la fatiga me hacía dudar, pero cada vez que me detenía, los paisajes a mi alrededor me recordaban por qué estaba allí. Las montañas imponentes y el aire fresco renovaban mi energía, y el deseo de alcanzar la cima me impulsaba.

Finalmente, al llegar a la cima, la vista valía cada gota de sudor. Desde allí, todo el valle parecía una pintura viva, con formaciones rocosas que hacían más bello el paisaje, bajo el cielo azul que me acompañó en cada paso.

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Una noche en medio de la nada

Al llegar a Marcahuasi, me encontré completamente solo. No había más campistas ni visitantes. Me di cuenta de que el campamento estaba a 1 km de distancia, por lo que decidí explorar los alrededores y admirar las icónicas formaciones rocosas como el "Monumento a la Humanidad" y el "Anfiteatro".

Como la noche caía, decidí quedarme en la meseta, también conocida como el Anfiteatro, ya que había indicios de que otras personas habían acampado allí anteriormente. La noche ya estaba por acercarse y solo me tocaba armar mi carpa.

El frío era terrible. La temperatura descendía por debajo de cero grados. Mi encendedor falló y no pude hacer una fogata. Además, no tenía muchos implementos para armar algo similar. Sin embargo, las estrellas y la luna iluminaban el paisaje. La experiencia de estar bajo un cielo tan despejado, donde cada estrella parecía brillar más intensamente, fue mágica. Esa noche, a pesar del frío, me sentí más conectado con la naturaleza que nunca.

Un amanecer inolvidable

A pesar de que mi carpa amaneció congelada por el frío de la madrugada, al igual que mi comida, el amanecer en Marcahuasi fue simplemente espectacular. Los primeros rayos de sol comenzaron a calentar el ambiente, disipando la escarcha que cubría mi carpa. El cielo se abrió, y el sol iluminaba lentamente la meseta y mis pies. Desayuné mi humilde comida: atún con galletas de soda, pero en ese momento, nada me pareció más delicioso.

El descenso y la gratitud

El descenso fue otra prueba de resistencia. Caminé una hora y media bajo el sol, cansado, pero profundamente agradecido por la experiencia. Cada paso me recordaba los momentos vividos y los aprendizajes obtenidos. Marcahuasi no solo me puso a prueba física y mentalmente, sino que también me regaló momentos de introspección y una conexión única con la naturaleza, sin conexión absoluta, sin equipos electrónicos.

Me hubiera gustado conocer muchos más lugares de los que ofrece Marcahuasi, pero mi estado, tan cansado como agotado, me lo impedía. Necesitaba recuperar fuerzas.

Qué encontrarás en Marcahuasi

Marcahuasi es mucho más que un destino de trekking. Estas son algunas de las actividades y monumentos que no puedes perderte:

Formaciones rocosas

  • "El Monumento a la Humanidad": Una figura que, según la perspectiva, representa rostros de diferentes culturas.

  • "El Anfiteatro": Una formación natural ideal para meditación o reflexión.

  • "El Altar de los Sacrificios": Un lugar lleno de historia y misterio.

Observación astronómica

La falta de contaminación lumínica hace que el cielo nocturno sea ideal para admirar las estrellas y la vía láctea.

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Lagunas naturales

Durante la caminata, encontrarás pequeñas lagunas rodeadas de paisajes únicos.

Senderismo y fotografía

Cada rincón de Marcahuasi es digno de una postal. Lleva tu cámara para capturar la majestuosidad de este lugar.

Conexión con la naturaleza

Ideal para desconectar del bullicio de la ciudad y reconectar contigo mismo.

Visitar Marcahuasi es mucho más que una aventura; es una experiencia transformadora. Desde los desafíos del ascenso hasta las noches bajo un cielo estrellado, cada momento está cargado de emociones y aprendizajes. Si buscas un destino que te rete y te recompense al mismo tiempo, Marcahuasi te espera con los brazos abiertos. Prepárate para enfrentarte a la naturaleza en su forma más pura y descubrir una belleza que nunca olvidarás.