«Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita una esposa».

Quién no conoce esta frase y sabe a qué novela pertenece. Tras leerla, toda amante de Jane Austen, toda enamorada del Señor Darcy responde con una sonrisa. Podría decirse que Orgullo y Prejuicio es una novela de amor más, pero estaríamos en el mayor de los errores. Una novela de amor más no es aquella que engancha a personas de distintas generaciones y distintas edades. Pero, ¿qué tiene de especial?

Para todos es conocido el nombre de Jane Austen y sus novelas que, tras doscientos años, siguen emocionando a los lectores. ¿Por qué estas novelas han llegado hasta nuestros días? Las historias que Austen nos ha dejado hablan sobre la realidad. Son narraciones sobre costumbres de aquella época; relata bailes, deseos de matrimonio, pedidas de mano y numerosas relaciones sociales entre diferentes personas. Son historias tan puras y reconocibles que por ello son inolvidables. Esto, unido a una escritura exquisita y una forma de contar muy especial, hacen que Jane Austen y sus novelas nunca pasen de moda.

Cada una de las historias que nos cuenta tiene una lección de humanidad. Lizzie Bennet, gracias a su paciencia, bondad y saber estar, consigue su recompensa, al igual que su hermana Jane. Las dos sufren enormes desilusiones creadas por terceros, pero logran salir de ellas sin herir a nadie. Por el contrario, los personajes que han actuado mal a su alrededor reciben su castigo; Caroline Bingley pierde a su amado por codiciosa y manipuladora. Sin embargo, las razones de los castigos las deducimos los lectores, la autora en ningún momento dice con palabras exactas quiénes actúan bien y quiénes mal y, por eso, Jane es tan brillante en su escritura.

La autora nunca nos revela que la señora Bennet es algo inculta o que la tía del señor Darcy, Lady Catherin, es una prepotente y superficial. Simplemente, con sus acciones el lector crea un perfil del personaje en su mente; y así diferenciamos a los buenos de los malos.

Por otra parte, los personajes evolucionan y eso es lo bonito de las novelas de Austen: cómo el lector los acompañas en sus vivencias, siente con ellos y crece con ellos. La evolución más notable en Orgullo y prejuicio es la del Señor Darcy. Poco a poco conocemos a este singular personaje, tan misterioso, recto y algo grosero al principio, que al final enamora y se eleva como ganador de todos los corazones con esa gran declaración de amor a Lizzie.

Las heroínas de Jane Austen son un reflejo de nuestros sentimientos y experiencias doscientos años después. Este mundo justo, donde cada uno recibe lo que merece. Qué bonito sería que la realidad estuviese escrita de la misma forma y todo acto malicioso e injusto fuese debidamente castigado. Pero la literatura es eso: enseñarnos, contarnos historias y hacernos mejores personas.