La indignación social ante la situación política y económica de España en particular, pero generalizada en la sociedad occidental se plasma en el surgimiento de nuevos movimientos ciudadanos e intentonas de regeneración democrática. Nuevas luchas han emergido en los últimos años: movimiento indignado del 15-M, plataformas cívicas como Stop deshaucios o incluso la eclosión de nuevos paradigmas como el retorno a la agricultura plasmada en multitud de huertos urbanos o la creciente inquietud por emplear nuevas fuentes de energías. Algunos lo llaman “new age”, los medios de comunicación lo contemplan como una moda. Pero lo que es indudable es que el agotamiento de recursos sociales, políticos y naturales requieren un nuevo enfoque para los venideros nuevos tiempos.

Esta crisis es una crisis de valores, que se ceba en especial en paises con estructuras sociales y económicas endebles y azota a países como España, Grecia, Portugal o Irlanda, pero que de continuar por el camino trazado amenaza con extenderse por toda Europa. Francia, Alemania o Reino Unido simplemente perciben leves oscilaciones en su linea de flotación, pero los paises anteriormente citados han quedado ya maltrechos por el temporal.

La despolitización y el desarraigo participativo de gran parte de nuestra sociedad son el caldo de cultivo para que las elites politicas y financieras mundiales sigan perpetuandose y parapetandose en una burbuja de privilegios de la que no estan dispuestos a salir facilmente. Sin embargo, la indignación generalizada a nivel social esta canalizada desde el hastio, la resignación e incluso la ira: pilares poco solidos para albergar esperanzas en una verdadera regeneración politica, social y economica con visos de tomar el relevo al actual paradigma. Amparados en la guarida que les proporcionan los medios de comunicación masiva, estos poderes se sienten cómodos, pues observan con parsimonia y autocomplacencia como la desvirtualización de la sociedad y la creciente individualización de los cuidadanos allanan su camino.

Son, por tanto, los medios de comunicación, herramientas al servicio del poder y uno de sus grandes valedores para que la gente se resigne a ceder su soberania, su empoderamineto a terceros que lo representen desde una perspectiva paternalista, pues ya lo dijo Federico Fellini: “la televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural” y aún así representa nuestro nuevo mesias.

Sin embargo, y aún siendo fundamental reorientar el significado y los valores de la comunicación de masas, existe una herramienta aun mas primordial para redirigir una sociedad orientada al abismo: la educación. Hablamos de un nuevo paradigma, una fase crucial en las vidas de cada uno de nosotros y nosotras como individuo social y destinado a formar parte de un colectivo social. La educación como un proceso formativo, cognitivo y de aprendizaje de valores, al que todos estamos sometidos. No hablamos unicamente de la escuela ni de foros de aprendizaje. No nos referimos exclusivamente a ese periodo tempranos de nuestra carrera vital, sino que la educación empieza cuando comenzamos a desarrollar nuestra conciencia y se prolonga hasta nuestro ultima bocanada de aire. Pero hoy en dia la educación es el metodo de unificación, de estandarización de ciudadanos preparados y de antemano “validos” para seguir dando vueltas a la rueda de consumo, trabajo y ocio que prima en nuestro tiempo. No se fomenta el espiritu critico ni la capacidad regenerativa del ser humano. Simplemente, si se nos permite la expresión, se le da una capa de encerado o vaselina para que se “introduzca” sin trauma ni “dudas” en el sistema vigente. “El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío” enunció el educador estadounidense Horace Mann.

En el actual paradigma neoliberal, conceptos como la competitividad o la unificación de criterios son la base de nuestra educación. Vease como el sistema de valoraciones numericas, las calificaciones y creditos imperan desde la educación primaria a la universitaria. Cómo se valora positivamente la memorización de conocimientos teóricos y su reproducción y se “penaliza” aquel ánimo creativo o discursivo de los canones marcados. Cómo el alumnado que se mantiene dentro de unos parametros de “mediocridad” supera cursos, examenes y creditos, pero la alumna que desarrolla un potencial creativo, artistico o de genio en muchas ocasiones es etiquetado como superdotado y ubicado en un “apartheid” educativo. O el caso de los niños y niñas hiperactivos o con deficit de atención. Etiquetas todas ellas empleadas sobre seres humanos, no sobre “productos humanos” fabricados expresamente por una factoria educativa en el que el producto “defectuoso” es apartado de la cadena de producción para que no pueda alterar el “normal” funcionamiento del resto de la colectividad.

Podriamos hablar de otros parametros vigentes en nuestro actual sistema educativo. Algunos que perviven incluso desde los origenes del actual paradigma de educación: inspirados en ferreas pautas militares, como el uso de una alarma o timbre para marcar los distintos tiempos, la separación temporal entre clases y descansos o la organización del alumnado en fila para el desarrollo de las actividades. Todo ello inspirado y con un origen en el sistema militar prusiano. Y a ello hay que unirle la desvirtuación de la figura del profesor. Si a la etimología nos referimos, resulta curioso observar como la raiz del termino “maestro” proviene del latin: “master” (es decir, implica un termino de reconocimiento), frente al término “ministro”, del latin “minister” (o una referencia de inferioridad frente al maestro). Obviamente la curiosidad reside en echarle un vistazo al reconocimiento institucional actual. El maestro ha perdido su legitimidad en la enseñanza, ahora burocratizada y poco flexible. Los profesores y profesoras que dirigen las aulas se han sometido a un proceso de rutinización, muy util para los propositos finales de esa educación, pero muy poco validos para dejar fluir la capacidad real de cada alumno. Todas esas pautas ferreas hacen que el profesorado sea un simple operario de esa cadena de producción y toda su vocación educativa quede en una frustración como docente que dificulta, más si cabe, su autentica labor. Fomentar valores, inquietues y potenciar las verdaderas habilidades del alumno queda relegado a un plano inferior y la prioridad es el adoctrinamiento, las rutinas y la estandarización del alumnado. Consecuentemente, estamos formando ciudadanos alienados, con poca capacidad libre pensante y empobrecidos pedagogica y emocionalmente.

Para un cambio de valores que lleve a un cambio de sociedad necesitamos ciudadanos que cooperen, solidarios y con capacidad critica. Justo lo que demandan nuevos modelos de escuela y educativos como los crecientes espacios de escuelas libres. Donde se prioriza todos aquellos aspectos que educan en valores, en cooperacion y dejan un gran margen a las inquietudes de los futuros ciudadanos y ciudadanas. Es un simple acompañamiento en el proceso de formación y reconocimiento de nuestro entorno. Estos proyectos de escuelas libres, muchas de ellas citadas en documentales tan esperanzadores como “ La educación prohibida”, tratan de despertar ciudadanas y ciudadanos libres y solidarios. Estan educandose desde otros parametros: la cooperación entre alumnos, el mestizaje de edades... Todo aquello que permite que la busqueda no sea el sobresaliente sino el descubriemiento de soluciones colectivas a problemas comunes, primero como alumnos y luego como ciudadanos. Solo así podremos espantar los fantasmas de una sociedad perpetuada en los valores vigentes y demos paso a una sociedad educada en unos valores más justos, ecuanimes y solidarios.