Últimos meses y días del año viejo. Primeros meses y días del año nuevo. Es momento de hacer balance en todos los ámbitos, desde el personal al político, económico y social, sin olvidar el cultural, donde se inserta la industria cinematográfica.

Sin duda, el séptimo arte español tiene motivos para la celebración. 2014 ha sido el año con mayor recaudación para las cintas nacionales desde que se tienen registros, con una taquilla total de 123 millones de euros y una cuota de mercado del 25,5%. Este porcentaje no se alcanzaba desde hacía 37 años. Casi 21 millones de espectadores han optado en los últimos doce meses por alguna película de producción española para pasar su tiempo de ocio. Que llueva el confeti y suenen los matasuegras.

Pero, tras esta demostración de felicidad, conviene analizar con más detalle los datos. Y lo que se ve no es tan diferente de la tendencia detectada otros años. Como es habitual, unas pocas películas han concentrado la mayor parte de la recaudación. Cierto es que son algunas más que en ejercicios anteriores, pero todavía faltan cintas que, sin ser grandes éxitos, consigan taquillas respetables. Sigamos soñando.

En 2014 la mayor ración de tarta ha sido para Ocho apellidos vascos, vista en las salas por casi diez millones de personas, las cuales han dejado en taquilla alrededor de 56 millones de euros. Como la cinta de Emilio Martínez-Lázaro se ha convertido en un fenómeno social (era la película que “había que ver”) y en el filme español más taquillero de la historia de la cinematografía nacional, las cifras, en conjunto, son mucho más elevadas que otras veces. Por supuesto, porque la película y su campaña promocional han logrado atraer al público. Pero se trata de una sola película.

O algunas más. El niño, de Daniel Monzón, ha reunido 16 millones de euros y a dos millones de espectadores. Tampoco se queda atrás la quinta entrega de Torrente, con 1,8 millones de espectadores, y La isla mínima, con un millón. Detrás aparecen cintas que han pasado sin pena ni gloria por la taquilla, como Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo o Pancho, el perro millonario. Por lo demás, las películas se dividen entre las que a duras penas han recuperado su presupuesto y las que han fracasado con claridad.

En consecuencia, los buenos datos no deberían cegar al sector del séptimo arte ni a los espectadores. Si las cifras son las mejores de la historia es por el inmenso éxito de Ocho apellidos vascos. Aun así, la industria sigue siendo prácticamente inexistente, las televisiones privadas y los grandes estudios estadounidenses continúan dominando la cinematografía nacional, las ayudas públicas se mantienen a la baja y el IVA permanece en las cumbres europeas, los gastos en promoción siguen siendo insuficientes y, por lo general, el público conserva su desinterés por las producciones nacionales. De modo que, celebremos los buenos resultados de 2014, pero sin olvidar que aún hay mucho trabajo por hacer.