Preámbulo
En anteriores ocasiones me he referido al sistema-mundo (en adelante SM) como una red de redes sociales, económicas y financieras, jurídicas, políticas, mediáticas e ideológicas, educativas, culturales, religiosas, científicas, tecnológicas, militares y criminales. Esta red de redes, en la mezcla de sus luces y sombras, condiciona la vida cotidiana: conocerla y descifrar los contenidos de su funcionamiento, descubrir las conexiones entre sus distintas partes, es un requisito metodológico fundamental para generar conocimientos, sabiduría, sentido común y no ideología.
Los enfoques ideológicos son intercambiables, en ellos no interesa lo verdadero sino el control social operativo-funcional de las personas
En este texto presento los rasgos básicos del SM, cualquiera sea el calificativo ideológico que reciba. Las ideologías presentan al SM de forma diferenciada con fines de manipulación y control social, pero en ningún caso lo cambian o sustituyen.
En este marco, al SM no le interesa la verdad en sí misma, considerada ontológico-metafísica, sino solo la operatividad funcional y su sobrevivencia sistémica. Cada una de las narrativas ideológicas transmite las formas y contenidos del SM como si correspondieran a lo verdadero, pero tal pretensión es un embuste.
Capitalismo, socialismo, fascismo, comunismo, nazismo, religiones institucionales, progresismo, conservatismo, derecha, izquierda, centro: todos son rostros de la misma moneda, generados en las dinámicas del mismo sistema.
Sociedad y estructura ideal-simbólica de las épocas
La red de redes que constituye el SM está formada por personas, grupos de personas, intereses, experiencias, organizaciones e instituciones que, al interactuar, originan dos instancias claves: primero, experiencias sociales duraderas, y segundo, modelos ideal-simbólicos correlacionados con las experiencias sociales correspondientes.
A través de los sistemas sociales de experiencias y de sus modelos ideal-simbólicos, los seres humanos se desenvuelven en su vida cotidiana. Solo en algunos casos ocurre que una persona o grupo de personas se experimenta y experimenta la vida al margen o en contra del SM. En tal circunstancia, si dicha persona busca traducir su vivencia en un movimiento colectivo, entonces el SM intenta absorberla y eliminar su ímpetu disruptivo. Si no lo logra, simplemente procede a la violencia y la aniquilación.
Episteme, verdad metafísico-ontológica, verdad funcional y entretenimiento
Al sintetizarse las experiencias sociales sistémicas con los modelos ideal-simbólicos, se forman epistemes colectivos o conjuntos de ideas, valores, principios, prácticas y sensibilidades que condicionan los comportamientos individuales y grupales. La episteme se asume como verdadera, pero no guarda relación con la verdad en sí misma considerada, sino solo con la sobrevivencia del SM; esa es su verdad funcional.
Al SM, como he dicho, no le interesa la verdad o la falsedad en sentido metafísico-ontológico, sino la operatividad histórica de su existencia, y es parte de esa operatividad funcionar como si fuese verdadera en sentido metafísico-ontológico.
Transiciones y cambios de época
Los medios de comunicación, los poderes religiosos, las ideologías, la educación, la cultura y la política validan la pretensión de verdad de la episteme epocal. Cuando esa pretensión es cuestionada por un número suficiente de personas y esto se combina con la decadencia y el descrédito de las estructuras sociales oficiales, se abren períodos de transición histórica y se producen cambios de época. Estos cambios conducen (o pueden conducir) a modificaciones parciales y/o totales en los sistemas sociales y sus epistemes colectivos, pero eso no implica transformar su relación con la verdad per se, simplemente el cambio de época origina una nueva pretensión de verdad igualmente falsa y manipulada respecto a la verdad per se.
La verdad metafísico-ontológica, para el SM, representa una amenaza existencial y, por lo tanto, una pérdida de tiempo inaceptable.
Hegemonía general y hegemonías específicas
Otro tema relevante es el de la hegemonía general y las hegemonías específicas en el SM. El SM se estructura a través de jerarquías construidas como hegemonías generales y específicas, y estas hegemonías están enraizadas en la red de redes. La hegemonía general es el eje transversal que le da estabilidad y durabilidad al sistema: de ella se derivan hegemonías en los distintos ámbitos de la realidad histórica (hegemonías específicas).
Al momento de escribir este texto, la guerra global en curso ejemplifica la tesis indicada. Los imperios contemporáneos (EE. UU., China y Rusia) y sus aliados internacionales experimentan un momento de expansión geográfica de sus intereses, competitividad y proyección mediática, cuyo objetivo estratégico es asegurar, por una parte, la hegemonía general del SM, sea de forma compartida o no, y, por otro lado, construir hegemonías específicas de carácter territorial y social.
En este marco histórico se produce una férrea lucha por la hegemonía general y las hegemonías específicas, traducidas en guerras locales, bloques mediáticos, guerras comerciales y enfrentamientos violentos y no violentos de distinto tipo en los más diversos ámbitos de la actividad humana.
Lo anterior es, por decirlo así, una realidad en desarrollo, donde aún resultan inciertos sus resultados. Lo único evidente es la naturaleza desequilibrada y demencial del costo humano asociado a los enfrentamientos imperiales. Miles de millones de personas son descartadas, asesinadas, torturadas, marginadas, hambreadas y encarceladas en el marco de las luchas en procura de alcanzar las hegemonías, y esto evidencia el carácter criminal del SM, de los subsistemas imperiales, de sus aliados y de las narrativas ideológicas correspondientes.
Cualquiera sea el balance de la guerra global en curso, su raíz es el asesinato genocida y sistemático. ¿Cómo sanar al ser humano de semejante grado de putrefacción?
Ley de hierro del SM
La situación descrita en los apartados previos semeja una prisión, cuyo lema se enuncia en la ley de hierro del SM: “todo en el sistema, nadie contra el sistema, nada fuera del sistema”.
Desde la perspectiva de la sobrevivencia del SM, solo tienen derecho a existir las alternativas que se mantienen dentro de los límites infranqueables de la ley de hierro. Para el SM no existen alternativas anti-sistema, todas las alternativas válidas: incluso las que se presentan como anti-sistema le pertenecen.
Enajenación-alienación y el despiste total del enfoque economicista sobre el trabajo como mercancía
Así las cosas, el sujeto humano, sustrato antropológico y psico-físico del SM, cree vivir la vida desde sí mismo, pero en realidad la vive conforme a los parámetros de las hegemonías generales y específicas asociadas a la sobrevivencia sistémica.
El ser humano diluye su sí mismo en el SM que él ha creado. Ese SM funciona como si se tratara de un sujeto distinto y superior respecto a su creador, y este fenómeno de extrañamiento puede calificarse como enajenación-alienación, produciéndose así un vaciamiento del sí mismo humano.
La vida humana, por lo tanto, no se vive o experimenta en su sí mismo o identidad singular, sino en una realidad ajena a esa identidad, que la desdibuja, manipula, controla y oprime. Es una vida que padece todos los efectos psico-sociales de la separación, la desconexión y la ruptura respecto al sí mismo.
La emancipación como autoengaño perpetuo o posibilidad de liberación
El tema de la alienación-enajenación conduce de modo directo al de la emancipación, es decir, a la posibilidad o no de construir una vida distinta al SM, la cual, además, resista y venza el intento de hacerla desaparecer. A este respecto, la experiencia histórica prueba el total fracaso de las propuestas supuestamente emancipatorias, pero en el fondo reproductoras del mismo sistema-mundo que dicen adversar.
Para expresarlo con un ejemplo muy en boga, las opciones antitéticas de anarco-capitalismo y socialismo neoestatista y/o propietarista de medios de producción se presentan como proyectos emancipatorios. Sin embargo, al aplicarse, evidencian su pertenencia al mismo sistema-mundo que subjetivamente pretenden erradicar. No son emancipaciones, no liberan de la condición enajenada-alienada, la reproducen.
¿Existe alguna salida a este laberinto sin ventanas ni puertas? ¿Es la emancipación una pesadilla, reiterada sin descanso por una criatura condenada a vivir desgarrada, infectada de ilusiones, contradicciones e incoherencias, e insatisfecha de manera perpetua?
Estas interrogantes son claves. Es imperativo descubrir respuestas bien fundamentadas y hacerlo sin cultivar ideologías, sino ateniéndose a los hechos, a las ciencias, a las tecnologías, al humanismo, al sentido común y a la sabiduría.
Epílogo
Manteniéndome en los límites estrictos de esta reflexión, el siguiente gráfico resume los niveles estructurales del SM e indica su núcleo psico-físico-antropológico. Como he dicho de forma reiterada, el SM es una red de redes cuya raíz y/o sustrato es la vida enajenada-alienada del ser humano, exteriorizada en distintas estructuras.
Es en ese núcleo psico-físico-antropológico donde se resuelve el dilema de si es posible o no emanciparse del SM, liberarse de sus narrativas y convencionalismos. En caso de que eso sea factible, es ahí donde se descubre la vía o las vías para lograrlo.
Conceptos centrales, red de redes del sistema-mundo y núcleo psico-físico-antropológico
Ley de hierro del sistema-mundo: "Todo en el sistema, nada fuera del sistema, nadie contra el sistema".
Epistemes: Conjunto de ideas, valores, principios y sensibilidades sociales dominantes en una época.
Hegemonías generales y específicas: Interacciones dominantes
Transiciones y cambios de época: Transformaciones sociales que implican el paso de una época a otra dentro del mismo SM.
La disyuntiva es clara: o el SM es una realidad engañosa, mentirosa, tramposa y perpetua donde se nace, se vive y se muere para siempre, o se trata de una dimensión construida por la red de redes, una interfaz, donde cabe la posibilidad de dar un salto cualitativo y trascender la ley de hierro.
¿De qué depende la viabilidad de una u otra de estas alternativas? De lo que el ente humano sea en su ser.
¿Qué es el ser humano? Esta interrogante de antropología fundamental es principalísima. Responderla con rigurosidad experiencial, evitándose las supersticiones de todo tipo y las ideologías, equivale a realizar la exigencia inscrita en el templo de Apolo en Delfos: “conócete a ti mismo”. Este conocimiento permitiría saber si la emancipación es una posibilidad real o, por el contrario, se trata de una huida desesperada, incapaz de trascender el laberinto del SM y de su ley de hierro, una huida hacia ninguna parte.
















