Cada siglo ha tenido sus fases diversas y en algunos casos incomparables con la realidad, pero el siglo XIV tiene tres rasgos que corren a su manera en forma paralela con este siglo XXI. No se trata de jugar a la tómbola histórica, sino de analizar las enseñanzas.

En el siglo XIV se produjo la guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, fue el tiempo de la devastadora peste negra y finalmente los cambios climáticos en Europa del norte modificaron aspectos importantes de la vida de esos pueblos y de su producción.

Una síntesis: La Guerra de los Cien Años fue un largo y complejo conflicto armado que enfrentó a los reinos de Francia e Inglaterra de forma intermitente entre 1337 y 1453. A pesar de su nombre, la guerra no fue un conflicto continuo, sino una serie de campañas militares, batallas y largas treguas que se extendieron a lo largo de 116 años.

La guerra tuvo diversas causas, principalmente de carácter feudal, dinástico y económico, territorial.

Fueron un factor fundamental de la consolidación de las monarquías y debilitaron el feudalismo, generando un fuerte sentido de identidad nacional con el martirologio de Juana de Arco y su apoyo al delfín Carlos VII. Fue el símbolo de la resistencia

Se introdujeron importantes innovaciones técnicas militares, como el uso del arco largo inglés y la artillería de cañones, lo que transformó la forma de hacer la guerra.

La Peste Negra fue una de las pandemias más devastadoras en la historia de la humanidad, que asoló Europa, Asia y el norte de África en el siglo XIV, principalmente entre 1347 y 1352. También conocida como la Muerte Negra, fue causada por la bacteria Yersinia pestis y tuvo un impacto profundo y duradero en la sociedad, la economía y la cultura de la época.

Con fuertes consecuencias demográficas por la masiva mortalidad, se estima que la pandemia mató a entre 25 y 50 millones de personas en Europa, lo que representaba entre un 30% y un 60% de la población total. En algunas ciudades, la mortalidad superó el 75%. Declive poblacional: Europa tardó más de un siglo en recuperar los niveles de población previos a la pandemia.

Provocó un profundo pesimismo y un cuestionamiento de la autoridad de la Iglesia, ya que las oraciones y rituales no parecían detener la enfermedad. Muchos creían que la plaga era un castigo divino.

La Peste Negra no fue solo un evento médico, sino un punto de inflexión que aceleró el fin de la Edad Media y sentó las bases para el Renacimiento y la Edad Moderna, al catalizar cambios profundos en la estructura social, económica y mentalidad de la época.

El cambio climático: el siglo XIV fue un periodo de profundos cambios y crisis en Europa, y el clima jugó un papel fundamental en ello. Después de un periodo conocido como el Óptimo Climático Medieval (aproximadamente entre los siglos X y XIII), que se caracterizó por temperaturas más cálidas y condiciones favorables para la agricultura, el clima en el norte de Europa y en el resto del continente comenzó a deteriorarse drásticamente.

El siglo XIV marcó el inicio de la Pequeña Edad de Hielo, un periodo de enfriamiento global que se extendió de manera intermitente hasta mediados del siglo XIX. Aunque sus causas exactas aún son objeto de debate entre los científicos (se barajan factores como la disminución de la actividad solar, un aumento de la actividad volcánica y cambios en la circulación oceánica), sus efectos en Europa fueron innegables y devastadores, especialmente en las regiones del norte.

La Gran Hambruna (1315-1317): Este fue el primer gran desastre a gran escala del siglo y un claro indicador del cambio climático. A partir de 1315, una serie de veranos fríos y excepcionalmente lluviosos arruinaron las cosechas en gran parte del norte de Europa. Las lluvias persistentes encharcaron los campos, impidiendo la siembra y la cosecha. Esto llevó a una escasez masiva de alimentos, un aumento vertiginoso de los precios y una hambruna que se cobró la vida de millones de personas. La desnutrición generalizada también debilitó a la población, haciéndola más vulnerable a enfermedades.

Impacto en la agricultura y la economía: El clima más frío y húmedo acortó las temporadas de cultivo y redujo la productividad agrícola. Los viñedos en Inglaterra, que habían prosperado durante el Óptimo Climático Medieval, desaparecieron. Los inviernos se volvieron más largos y crudos, con ríos y mares costeros que se congelaban, interrumpiendo el comercio y la pesca. Esto desestabilizó la economía, que dependía en gran medida de la agricultura.

Todos estos elementos fueron un factor determinante para el fin de la Edad Media.

El siglo XXI nadie puede dudar que es un tiempo dominando como no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial, por los conflictos bélicos.

La más terrible y devastadora, que todavía sigue su curso es la destrucción de Gaza por parte de Israel, con la inmensa mayoría de las víctimas civiles, no como daños colaterales, sino como objetivos concretos de asesinar por las armas, las enfermedades y el hambre.

La guerra de Rusia en Crimea y Ucrania, la ocupación de la zona del Donbás y de la ribera del mar Azov por parte de las fuerzas armadas rusas. Con el apoyo a Ucrania de Estados Unidos y los países de la OTAN.

Previamente la guerra de Afganistán (2001-2021): Comenzó con la invasión de Estados Unidos y sus aliados en respuesta a los atentados del 11 de septiembre, con el objetivo de derrocar al régimen talibán y desmantelar a Al Qaeda. Tras dos décadas de presencia militar, las tropas extranjeras se retiraron en 2021, lo que permitió a los talibanes retomar el poder.

Guerra de Irak (2003-2011): La invasión de Irak liderada por Estados Unidos derrocó al régimen de Sadam Husein. Posteriormente, el país se sumió en una larga y sangrienta insurgencia y una guerra civil.

Guerra Civil Siria (desde 2011): Comenzó como parte de la Primavera Árabe y se ha convertido en un complejo conflicto multifacético que involucra al gobierno de Bashar al-Asad, grupos rebeldes, milicias islamistas como el Estado Islámico (EI) y la intervención de potencias internacionales.

Guerra Civil Yemení (desde 2014): Conflicto entre el gobierno yemení y los rebeldes hutíes, con la intervención de una coalición liderada por Arabia Saudita. Ha provocado una de las peores crisis humanitarias del mundo.

Conflictos en el Sahel: Esta región, que abarca países como Mali, Níger y Burkina Faso, ha sido escenario de insurgencias islamistas, luchas por el control de recursos y golpes de Estado.

Guerra en Darfur (Sudán): Un conflicto brutal que comenzó a principios de siglo, caracterizado por la violencia étnica y una grave crisis humanitaria.

Conflicto del Congo: La República Democrática del Congo que culminó en el 2002 llamada la Segunda Guerra Mundial Africana con 3.3000.000 muertes, en la zona de los grandes lagos.

Guerra Civil de Somalia: Este conflicto, que comenzó a principios de los años 90, continuó en el siglo XXI, con el gobierno somalí luchando contra grupos terroristas como Al-Shabaab.

Guerra Civil de Sri Lanka (hasta 2009): Concluyó en el siglo XXI, después de décadas de lucha entre el gobierno y los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE).

Conflicto rohinyá en Myanmar: La persecución de esta minoría musulmana en el estado de Rakáin ha llevado a una grave crisis de refugiados y violencia.

El breve y duro conflicto entre Camboya y Tailandia y la zona de guerra permanente de Cachemira entre India y Paquistán.

Hay otras guerras que no son regulares pero hay que considerarlas seriamente, las guerras contra el delito organizado en diversos países del mundo con miles y miles de muertes, particularmente en América Latina.

La peste del siglo XXI: La pandemia de COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, tuvo un impacto global y multidimensional.

Hasta abril de 2024, se registraron más de 704 millones de casos y más de 7 millones de muertes confirmadas a nivel mundial. Sin embargo, se estima que las cifras reales de fallecimientos, considerando el exceso de mortalidad, podrían ser mucho más elevadas, superando los 15 millones entre 2020 y 2021.

Distribución de muertes: El 84% del exceso de muertes se concentró en el sureste de Asia, Europa y América. Los países de renta media experimentaron el 81% de estos fallecimientos.

El cambio climático en curso en este siglo es de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad: 1.1°C, es el aumento de la temperatura media global que se ha registrado desde la era preindustrial (1850-1900). La última década (2011-2020) fue la más cálida registrada.

1.5°C es el umbral de calentamiento que el Acuerdo de París busca evitar. Superar este límite se asocia con un riesgo significativamente mayor de impactos devastadores. En 2023, hubo 86 días con temperaturas superiores a este umbral.

2.8°C es el aumento de temperatura que se prevé para finales de siglo si se mantiene el ritmo actual de emisiones, lo que tendría consecuencias catastróficas.

Los niveles de dióxido de carbono (CO) son un 50% superiores a los de la era preindustrial. El CO es el principal gas de efecto invernadero y su larga vida en la atmósfera asegura que las temperaturas seguirán aumentando durante muchos años.

Acidificación de los océanos ha absorbido cerca del 30% del CO emitido por las actividades humanas. Este proceso provoca su acidificación, lo que amenaza la vida marina, especialmente a los arrecifes de coral y los moluscos.

Aumento del nivel del mar: La tasa de aumento del nivel del mar global en la última década (2014-2023) es más del doble que la registrada en el primer decenio de mediciones por satélite (1993-2002).

Derretimiento de glaciares: Los glaciares del oeste de América del Norte perdieron un 9% de su volumen solo en el período 2020-2023.

Como puede apreciarse hay una sola gran diferencia entre el siglo XXI y el siglo XIV, que hay situaciones que son muy difícil de detener, como el clima mundial de guerras y los peligros de una guerra termonuclear y las situaciones climáticas. Las pandemias hoy no podemos preverlas.

Lo han repetido muchos hombres y mujeres sabios, la historia tiene grandes lecciones, pero para ello debemos conocerla y aprender de ella, antes de que sea tarde.