Si el Anarquismo profesa la supresión del Estado, la eliminación o erradicación del Estado, o trata de hacerlo: ¿se puede concebir el proceso de eliminación del Estado, en un país donde el 60 % de la población subsiste gracias a su rol redistribuidor?, al rol redistribuidor precisamente del estado. Las masas se encuentran fuera de los circuitos económico, productivos y comerciales de la sociedad capitalista, nada las integra, ningún plan económico, ninguna política pública las une a los circuitos económicos-comerciales y productivos a excepción del consumo.
Si el Anarquismo plantea la supresión del Estado ¿cómo hacemos con el 60 % de la población improductiva? Esa que subsiste en la Argentina gracias a su rol redistribuidor.
Su oponente, el oponente al anarcocapitalismo, el Peronismo sigue confiando en el rol redistribuidor del Estado, y en la continuidad de la designación de roles estaduales, a pesar de que el mismo se encuentre arcaico y de museo. La modernización del Estado es una condición vital para su supervivencia.
Siglos atrás, con las batallas civiles ganadas y el manejo del excedente de la riqueza se construyeron grandes edificios, como representaciones del poder establecido, las típicas casas de gobierno cuyo funcionarios administraban los territorios, le proveían justicia, seguridad, educación y salud, servicios a pagar con el excedente de los productores generadores de riqueza, quien gana la guerra, administra la riqueza , quien gana las elecciones administra la riqueza, y allí se encuentra el fundamento de la existencia de esa administración.
Posteriormente el nacimiento de la sociedad de masas en la Argentina, creo un Estado tentacular, que nació en el final del siglo 19 y los albores del siglo 20, a las masas se le constituyó el relato de una patria, directriz de su regulación, esa patria los albergaría, y les otorgaría con trabajo y educación el tan anhelado ascenso social.
El correlato en la actualidad difiere profundamente con indicadores de pobreza del más del 50 %, y el asistencialismo como base de su subsistencia. La población se multiplicó y asentó en las grandes urbes del país cómo el Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Gran Tucumán, etc., con bolsones de pobreza, ingredientes que nutren la extrema desigualdad y generan una importante inseguridad.
Ese estado tentacular, el que administra el territorio nacional, provincial y municipal es el que cuestionan el anarcocapitalismo, lo cuestionan, lo cuestionan tan profundamente que pretenden anularlo, convirtiendo a la sociedad en una sociedad que se provee de manera directa y sin intermediarios los más elementales servicios, he ahí el anarcocapitalismo.
No voy contra los poderes constituidos, lo mío es tan solo relato de lo acontecido, no voy contra los poderes constituidos yo solo describo.
Entonces todas estas centenarias instituciones se vuelven arcaicas, y surgen formas novedosas y tecnológicas para administrar el territorio, y sin intermediarios, el mundo se está transformando, los cambios advienen aceleradamente.
Esos cambios hacen que la típica estructura de administración del territorio quede obsoleta, en desuso, prescindible. ¿Es menester conservar los circuitos administrativos?, que pueden sustituirse con las nuevas tecnologías de almacenamiento y distribución de la información.
Al mismo tiempo el peronismo, histórico movimiento político Argentino, se esta debiendo un debate interno, que además de la modernización del Estado, se procure finalmente integrar a las masas a los sistemas productivos a través de planes de capacitación integrales, algún tipo de planificación familiar para las parejas, y la generación de inversiones en los complejos de producción de alimentos para la exportación, después por supuesto de garantizar el autoabastecimiento y la generación de excedente; porque no también polos de desarrollo tecnológicos y de ciencias duras y aplicadas.
¿Es posible que el debate interno pueda realizarse dentro del peronismo? Y me refiero no solo al Partido Justicialista sino a todo el espectro del movimiento que es un tanto más heterogéneo.
Actualmente la estructura partidaria es muy rígida, el verdadero debate se puede dar en las bases, pero si se da no llega a las esferas superiores.
En síntesis, la sociedad Argentina se encuentra cristalizada, con un Estado arcaico, con condiciones económicas rígidas que tiene como base la propiedad privada, estructuras partidarias, engranajes de los procesos democráticos también rígidas, una sociedad cristalizada imposibilitada de grandes cambios, una fotografía de los albores del inicio del siglo 21, y más allá de todas las medidas cotidianas que toma el Presidente Milei y su gabinete, no son más que pequeños cambios con tientes populistas.
Si se quiere denominar, de alguna forma, para que la tribuna los aclame, hacen falta grandes cambios. Y no es tan solo el acceso a los viene materiales, sino tener un cambio con significación en sus vidas.
Hasta que un debate integral no se realice, hasta que las voces y las disidencias no alcancen una sintaxis del rol que deben ocupar las masas, en las sociedades modernas, no se efectúe, estaremos librados a estas alternancias dicotómicas y pendulares con avances y retrocesos permanentes, que se pisan sus propios pasos.