En el mes de abril, en la ciudad de París, Francia, se llevó a cabo un evento internacional de gran relevancia: el ChangeNow1. Esta cumbre es reconocida como uno de los principales encuentros dedicados a la búsqueda de soluciones sostenibles para el planeta. Evento que reúne a líderes globales, emprendedores, innovadores, ONGs, artistas y ciudadanos comprometidos con el cambio en un solo lugar.
Durante la cumbre se desarrollaron paneles, talleres, presentaciones de ideas de negocio y muchas otras actividades. Este año tuvo lugar en el emblemático Grand Palais, del 24 al 26 de abril, y tuve la suerte de ser parte como voluntaria.
ChangeNow es un espacio donde se conectan ideas, se generan alianzas y se impulsan soluciones reales para construir un futuro más sostenible en el cual todos seamos parte del cambio. Reunió a más de 40.000 participantes de 140 países, presentando más de 1.000 soluciones innovadoras enfocadas en abordar desafíos ambientales y sociales.
Siempre tuve interés por problemáticas sociales, culturales y ambientales. Como comunicadora que soy, creo fervientemente que sí es posible vivir en un planeta más sustentable y ser consciente de nuestros actos. Este evento se trató de eso, de no sólo asistir a las conferencias, sino de escuchar a líderes que abarcan diferentes problemáticas que a veces no conocemos, pero nos instruyen e inspiran a mejorar. Personalmente, tengo un gran interés por la industria textil, en especial por el fenómeno del fast-fashion: es la segunda más contaminante del planeta y una de las principales responsables de diversas problemáticas ambientales. Por ejemplo, la deforestación, contaminación de ríos y océanos, el consumismo excesivo, la utilización de plásticos (ya que en gran parte la ropa que llevas puesta a diario contiene plástico), y el hecho de que muchas prendas no están hechas de materiales 100% sostenibles. Además, el derroche y mal uso de la energía eléctrica también están ligados a esta industria. Y esto es tan solo una pequeña parte de la lista; el impacto es vasto. Todo esto tiene un origen común y, lamentablemente, escala rápidamente generando consecuencias cada vez mayores.
Desde una mirada personal, quiero contarte mis vivencias en este evento tan grande, significativo e inspirador. A veces viajar a un lugar puede tener una misión distinta, y eso cambia por completo la forma en que se lo vive y aprecia. La energía que deja una experiencia así te hace disfrutar aún más del destino; en este caso, la majestuosa París.
La Cumbre detrás de escena
Llegó el gran día, y no puedo estar más emocionada. Primero, el hecho de conocer el Grand Palais, un monumento emblemático de la arquitectura parisina que destaca por su impresionante techo de cristal combinado con acero, realmente una maravilla.
Arrancamos bien temprano los primeros dos días, o al menos ese fue mi caso. Debía estar 7:30 am allí, ya que las puertas al público abrían a las 8:30 am. Me tocó ser parte del equipo de logística y me correspondía estar a la entrada del palacio en el centro de información. Mi tarea, junto con la de otros voluntarios, consistía en brindar asistencia e información en relación al Summit: exhibidores, inversionistas, disertantes, invitados especiales y público en general.
Al ser voluntario, uno puede elegir los días en los que tiene disponibilidad para trabajar, eso te permite disfrutar aún más de esta experiencia. En mi caso, trabajé turno mañana hasta la 1 p.m., lo que me permitió disfrutar al máximo de los paneles, conectar con profesionales y aprender de los diferentes proyectos junto con sus exhibidores. El día se pasa muy rápido, es agotador, pero el esfuerzo lo vale. Comer bien, tomar mucho café, hidratarse…y a seguir. Además, la energía que transmiten los voluntarios y el equipo de ChangeNOW, realmente se siente y se contagia. Todos están siempre predispuestos, con una sonrisa dibujada en la cara, pendientes los uno de los otros, y eso hace que no decaigas.
Fuimos más de 400 voluntarios a lo largo de los tres días: muchas nacionalidades, diferentes perfiles profesionales, pero todos con historias bonitas sobre qué los motivó a participar. La hora del almuerzo era el momento pico en el salón de los voluntarios. Allí, además de dejar nuestras pertenencias, comíamos, cargábamos la batería de nuestros dispositivos electrónicos, nos reuníamos con nuestros líderes de equipo; algunos trabajaban, pero lo más lindo era ver cómo de a poco nos íbamos conociendo, haciendo nuevas amistades, todos contentos pasándola bien. A veces, ingresar a esa sala era simplemente para descansar y recargar energías.
Durante mis tres días, pude explorar a los distintos exhibidores. Eran tantos que se hacía difícil conversar con cada uno y escuchar en detalle su propuesta y solución según el tipo de problemática. El espacio estaba dividido por sectores, por ejemplo: biodiversidad, industria de la moda, océanos y ríos, educación, inclusión, tierra y agricultura, ¡y mucho más!
Aprendí muchísimo, soy curiosa y me gusta interiorizarme en cosas innovadoras, especialmente si buscan soluciones para nuestro planeta. Son ideas fascinantes que, muchas veces, uno no lo tiene en cuenta.
Lo más lindo de todo es que los perfiles de estos profesionales eran muy diversos, y eso te motiva y te hace pensar que no necesitas ser un ingeniero o científico para llevar una idea a cabo, o para plantear una solución a problemas que impactan negativamente en nuestro planeta.
En cuanto a las conferencias, pude asistir a varias, aunque se desarrollaban de manera simultánea en diversos escenarios. Es recomendable hacer una lista con tus favoritas, o bien ir alternando y disfrutar un poco de todo. Mi experiencia con las conferencias fue muy positiva; siempre se aprende algo nuevo. Los disertantes eran personas sumamente inspiradoras, llenas de energía, transmitiendo mensajes claros y simples, tal como lo que busco al ser relacionista pública: llegar a la gente, despertar curiosidad e interés.
Recomiendo muchísimo participar, es realmente enriquecedor. Son tres días que se viven al máximo, una adrenalina pura que no da tiempo a procesar todo lo que está ocurriendo. Una vez que finaliza, llega esa especie de “tristeza” al decir adiós y ver como poco a poco se va desmantelando el lugar.
Yo, particularmente, tomé consciencia de todo lo vivido recién al llegar al hotel. Fue entonces cuando me di cuenta de la suerte y gran oportunidad que tuve de haber sido elegida y de haber conocido a personas maravillosas, tanto en lo profesional como en lo personal.
La esperanza es acción, la acción es contagiosa, y eso se vivió aquí en Paris.
Cambio de ritmo: Caminando París con nuevos ojos
El día después del evento quedó reservado exclusivamente para disfrutar y descubrir todo lo que esta increíble ciudad ofrece. ¡Pensarás: “pero dos días en Paris no es suficiente”! Y no, no lo es…aunque todo depende del contexto en el que te encuentres.
Estuve en París hace más o menos 15 años; ha pasado mucho tiempo, pero para mí fue como volver a recordarla y verla con otra mirada: la de una joven adulta y profesional, que acababa de estar tres días en un evento global, interactuando con visionarios, generadores de cambio y líderes unidos por una misma misión y visión.
El primer día me dediqué a caminar, y mucho. París, en mi opinión, es una ciudad para recorrer a pie. Sus calles, sus edificios, sus tiendas… nada pasa desapercibido. Por eso la recomiendo especialmente si es tu primera vez: te prometo que no te vas a arrepentir. Además, siempre hay tiempo para paradas técnicas: tomarte un café, comer algo rico, descansar las piernas y recargar energías para seguir explorando.
Antes que nada, algo que debes saber: París está dividido por 20 distritos, así que conviene ubicarlos con anticipación y hacer una lista de todo lo que te gustaría visitar en cada zona. También vale la pena simplemente apreciar la arquitectura de cada barrio, porque eso también es parte del encanto de esta maravillosa ciudad.
Mapa del centro de París con sus respectivos distritos:
Mapa del centro de París con sus respectivos distritos.
Inicié mi recorrido por el distrito número 8, donde se encuentra la Place de la Concorde. Desde allí es muy fácil moverse a pie, ya que está el barrio de Élysée, donde está la famosa avenida Champs Élysées y, más adelante, el Arco de Triunfo. Es una zona muy glamorosa, por lo tanto, no sólo se aprecian los monumentos más emblemáticos, sino también todo lo que los rodea: edificios elegantes, vitrinas de lujo y calles llenas de historia.
Luego pasamos al distrito 1.º y 2.º. Allí vimos el Grand Palais, Museo del Louvre, el Jardín de las Tullerias y Saint Chapell.
Todo está muy cerca, uno a lado del otro, lo que permite disfrutar cada lugar sin necesidad de recorrer grandes distancias. Además, podés tomarte un descanso en sus hermosos jardines y seguir explorando a tu ritmo.
Distrito 5
Crucé el famoso río Sena para dirigirme a un barrio muy bonito donde se descubren los Jardines de Luxemburgo y el Boulevard Saint-Germain de Pres. Aquí, hay una calle estrecha llamada Rue Saint-Benoît, se encuentran dos cafés legendarios que, en la historia parisina siempre han tenido rivalidad.
Por un lado, el Café de Flore, fundado en los años 1900, es muy famoso porque se convirtió en un lugar emblemático de la ciudad, conocido por atraer a figuras progresistas como Descartes, Picasso, Simone de Beauvoir, Trotsky. Este café estaba relacionado con la extrema derecha.
A unos pocos metros, se encuentra el café Les Deux Magots (Café de los dos magos), inaugurado en 1885. Se llama así por los dos dioses orientales que adornan su puerta. Su orientación política era la extrema izquierda, y también frecuentado por artistas ilustres como, Jim Morrison, Ernesto Sábato, Simone de Beauvoir, Picasso entre otros.
En algunos casos, había artistas que frecuentaban ambos cafés por su cercanía.
Por último, no dejes de visitar el Panteón (distrito 6), que se encuentra en el Barrio Latino, y a unos pasos de los Jardines de Luxemburgo. Aquí reposan los féretros de figuras fundamentales para la historia francesa, como Voltaire, Rousseau, Marie Curie, Alejandro Dumas.
Por último, me dirigí hacia la famosa Torre Eiffel, en dirección al Museo de Orsay (distrito7). Este trayecto es bastante largo, aunque vale la pena, porque, como mencioné antes, París te va sorprendiendo con sus edificios, sus calles y negocios comerciales, que son siempre tentadores para entrar a curiosear.
Caminé hacia la Torre Eiffel (distrito 7), pero con el objetivo de dirigirme a dos calles en particular para obtener una vista diferente, que en mi opinión se aprecia mejor por el contraste con la arquitectura parisina y el arbolado. Las calles son Rue de l'Université y Rue de Monttessuy, aunque hay varias más. Una vez que llegues a la zona, vas a poder ir descubriéndolas mejor por tu cuenta.
Mi día terminó dirigiéndome hacia la zona de la Ópera Garnier (distrito 9), ya que cerca se encuentra la estación de trenes Saint-Lazare, desde donde tomaría el tren para regresar a mi hotel. La Ópera se aprecia tanto de día como de noche, y como bonus, cerca está la icónica Galerías Lafayette. Aquí puedes subir al último piso y disfrutar de una vista muy bonita de la ciudad. Además, no te pierdas el interior de este edificio, especialmente su cúpula de cristal estilo Art Nouveau.
La despedida, por ahora
Ultimo día en la ciudad del amor, o al menos así la llaman. Por un lado, elijo creer que es así, ya que se percibe esa energía y esa intensidad al caminarla. Además, su rica historia romántica, cultura y el aire cautivador que se respira hace que esa etiqueta tenga sentido.
Mi día comenzó en dirección a la Basílica de Sacré-Cœur (distrito18). La entrada es gratuita y recomiendo ir por la mañana temprano, aunque la fila avanza bastante rápido.
El barrio se llama Montmartre, y realmente es hermoso: está lleno de artistas, cafeterías boutique, casas muy pintorescas, un lugar donde todo es fotografiable. En mi opinión, es uno de los barrios más bonitos de París, con un estilo único, diferente y lleno de historia y cultura.
También, caminé una parte del Boulevard de Clichy, donde se encuentra el famoso cabaret Moulin Rouge, construido en 1889. Esta zona es bastante concurrida, especialmente por las noches.
Como era mi último día, me dediqué a caminar y disfrutar un poco más de las vistas que París me ofrecía. Aunque me quedaba por visitar la Catedral de Notre Dame, que se encuentra en la Île de la Cité (distrito 4), el corazón histórico de París y el lugar donde la ciudad fue fundada. Mi plan ese día fue descansar y almorzar en el Jardín des Tuileries, que en primavera se pone ideal para incluso echarse una siesta.
¿Qué ver en la Île de la Cité?
Le Sainte—Chapelle, la Conciergerie, y por supuesto, admirar el Pont Neuf, el puente más antiguo de Paris.
Al final del día, ver la puesta de sol y cómo sus destellos de luz se reflejaban en los monumentos de la ciudad fue realmente mágico, realzando aún más los colores de las fachadas de los edificios.
Para despedirme de Paris, caminé por la calle de Saint Honoré, conocida por sus boutiques de lujo junto a edificios de arquitectura típicamente parisina.
¡En los dos días que tuve para disfrutar de esta icónica ciudad, caminé un promedio de 20 kilómetros por día! Y sí, lo sé, quizás para algunos les resulta una locura, pero para conocer verdaderamente una ciudad, vivir su magia y esplendor, no hay mejor manera que recorrerla a pie. Claro, siempre y cuando uno esté en condiciones de hacerlo. Al final del día, un buen descanso y al siguiente, a seguir explorando.
En Paris también se piensa, se crea, se innova. No es solo recorrer.
Cierro este viaje con el corazón contento, lleno de ideas, energía, inspiración, anécdotas y personas que se cruzaron en mi camino. Haber sido parte de este evento fue una suerte y oportunidad que valoro profundamente.
Si sos curioso, te gusta aprender y conectar con otros que inspiran y creen que el cambio es posible, te invito a que participes como voluntario. No es un evento más. Es un verdadero llamado a seguir adelante con nuestros actos positivos.
Ser parte de este escenario me hizo creer aún más en mí misma, en que no soy una romántica al promover y seguir mis valores por un mundo más sostenible, de educar y comunicar generando conciencia.
La esperanza es acción, la acción es contagiosa, y eso se vivió aquí en Paris.
Nota
1 ChangeNow.