La región de África Subsahariana es una zona rica en recursos naturales tales como minerales, petróleo, gas, oro, diamantes, coltán, cobalto, hierro y bauxita. También cuenta con recursos agrícolas tales como el café, el cacao y la palma, entre otros, así como también recursos forestales, hídricos y hasta posibilidades de desarrollo en energías sustentables tales como energía solar y eólica.
Lamentablemente para esa zona del planeta los conflictos internacionales, las disputas étnicas, así como las guerras internas junto a la insurgencia y las acciones terroristas han generado profundas fisuras sociales y afectaciones en el crecimiento y desarrollo económico de los territorios.
En cuanto al crecimiento económico de esta zona, se ha visto profundamente afectado por numerosos conflictos regionales. En países tales como Etiopía, en la zona del Tigray, su economía se ha visto golpeada por la cantidad de enfrentamientos que ocurren, la destrucción de infraestructura y el desplazamiento masivo de la población civil: esto se ha traducido en una desaceleración económica significativa.
De manera similar, la insurgencia en el Sahel, que está liderada por grupos tales como Al Qaeda del Magreb Islámico o el Estado Islámico en África, han causado estragos en zonas sensibles, paralizando las actividades económicas de la población. Por ejemplo, se han atacado rutas comerciales en Malí, afectando la distribución de bienes de primera necesidad tales como alimentos, medicamentos o combustible.
En la zona de Burkina Faso, se ha dado el cierre de zonas comerciales, golpeando a los comerciantes de zonas rurales que se ven obligados a retirarse y afectando la economía en dichas regiones. Una situación similar se vive en Chad, donde el ataque de grupos terroristas aumenta los costos de transporte por el riesgo de ataques, y esto termina reflejándose en el precio final para el consumidor, que no puede cubrir, en ocasiones, los precios establecidos.
Debido a esta situación, las posibilidades de que estos países atraigan inversión extranjera directa y otros flujos de capital se hacen complejas, ya que el riesgo producido por la inestabilidad política y los conflictos armados ha sido un obstáculo importante para la atracción de inversión extranjera directa.
Las empresas internacionales tienden a evitar regiones con altos niveles de riesgo, lo que ha llevado a la reducción de flujos de inversión extranjera directa en sectores clave como la minería, la agricultura y la energía. En Nigeria, por ejemplo, las actividades del grupo insurgente Boko Haram han desalentado la inversión en las ricas reservas de petróleo del país.
Además, los conflictos han generado costos adicionales para las empresas que han decidido operar en la región, incluidos mayores gastos de seguridad y primas de seguro. Esto no solo reduce la rentabilidad, sino que también limita el interés de nuevos inversores e impide la creación y el sostenimiento de proyectos de desarrollo social y económicos.
A lo anterior se le suma el desplazamiento masivo de personas. En los últimos años, millones de personas han sido desplazadas internamente o han huido a países vecinos como refugiados, principalmente en países de los alrededores también dentro del continente africano, aumentando la presión sobre los recursos de estos países que, en ocasiones, están muy limitados. Esto ha causado un bloqueo en la producción agrícola, especialmente en regiones en las que se trata de producción para subsistencia, y ha causado problemas de seguridad alimentaria.
De acuerdo con organismos internacionales como el Programa Mundial de Alimentos, el binomio construido por los conflictos más el cambio climático ha generado hambre en países africanos tales como Sudán del Sur y Somalia, países que, además, viven situaciones políticas extremas, poniéndolos en condiciones de mayor vulnerabilidad, principalmente para poblaciones sensibles.
La dependencia estratégica que viven muchos de los países africanos que tienen recursos que son su fuente de riqueza, exacerba los diferentes enfrentamientos existentes. Por ejemplo, en países como la República Democrática del Congo, la lucha por el control de las minas de cobalto y el coltán ha generado una escalada de violencia en enfrentamientos armados, impactando así en la producción de minerales y las exportaciones, lo cual afecta a los mercados internacionales que dependen de estas materias primas.
Pese a todos los retos y desafíos de la región, existen oportunidades para recuperar el desarrollo. Iniciativas de paz, como las que impulsan las diferentes organizaciones internacionales a nivel global y regional, son importantes para intentar detener la propagación de conflictos en la zona y desarrollar las condiciones para el desarrollo y el impulso económico y social.
Además, la cooperación internacional es fundamental para lograr este proceso de una manera más exitosa. Los países que brindan apoyo a la región deben velar porque los fondos sean utilizados para el desarrollo económico de la zona, a través de programas que prioricen la inclusión social y acciones equitativas apuntadas a lograr un equilibrio entre lo obtenido y lo impulsado.