En este artículo paso a exponer una comparación entre la descentralización y la centralización política. Algunos de los puntos a tocar son: la guerra, la economía, el intervencionismo estatal y cuestiones sociológicas sobre la unión entre los pueblos.
El objetivo es simplemente comparar dos situaciones políticas opuestas, en lo tocante a cómo se distribuye el poder geográficamente, y ver los corolarios esperables de ambas: a partir del análisis de la experiencia histórica junto con la Teoría del Estado y la praxeología.
Análisis positivo de la descentralización
Ha habido algunos episodios de secesión/intentos en el pasado siglo 20 que han despertado interés en el tema. En Europa, se dieron a lo largo del siglo 20 varios de estos sucesos y por citar algunos nombraré los casos de los Balcanes que liberó a Grecia, Serbia, Bulgaria y a Montenegro del control del decadente Imperio Otomano; la desintegración del imperio austrohúngaro luego de la primera guerra mundial dejando a Austria y a Hungría divididas y la disolución de la URSS que dejó a Europa del este otra vez segmentada al finalizar la Guerra Fría.
Cuando un territorio se fragmenta políticamente muchos pueden verlo como una destrucción de la patria, de la sociedad, al no estar ya todos bajo la misma dirección política. Sin embargo, cuando una sociedad política se fragmenta y queda bajo el dominio de distintos gobernantes, tal acontecimiento no tiene porqué derivar necesariamente en que las personas antaño unidas por cuestiones culturales ahora vayan a abstraerse absolutamente unas de otras, sino que, más bien, si estaban verdaderamente unidas no se producirá un sece en las relaciones entre ellas.
En realidad, y en la medida en la que los gobernantes lo permitan, los tratos o relaciones entre estas personas seguirán de forma normal y optarán por continuar las interacciones económicas de intercambio o producción que consideren provechosas y útiles. Así como también seguirán compartiendo momentos en común debido a que siguen teniendo la misma cultura. De esto podemos extraer una primera conclusión: Un pueblo, en el sentido cultural de la palabra, no requiere de la unidad política para ser precisamente lo que es, un pueblo, sino que más bien puede seguirlo siendo sin que tengan que estar todos sus miembros bajo la misma dirección política. Un caso histórico que ilustra esto último sería la Europa medieval, que siendo un lugar en demasía dividido políticamente estaba unido culturalmente hablando por el cristianismo, la herencia romana y la filosofía griega.
La secesión de una unidad política conlleva también otras consecuencias: como la disminución del poder político de cada gobernante, lo cual, de sobra está decir, no es del agrado de estos últimos. Los gobernantes al ahora tener autoridad sobre una masa menor de población, al ser menor su capacidad tributaria, al tener menos acceso a recursos naturales, al decrecer su poder bélico a raíz de disponer de menos soldados y equipo, al tener menos peso en el ámbito de las relaciones internacionales entre otras cosas consecuencias no podrán tomar todas decisiones que antes tomaban o aunque las tomen tendrán consecuencias muchos más desastrosas para su el futuro de su mandato.
Las políticas públicas van a ser de ahora en adelante más complicadas de realizar debido a que la posibilidad de cobrar impuestos es relativamente menor y en caso de que se aumenten los impuestos para estos fines lo más probable es que la población del lugar se queje de esto llegando incluso a irse del territorio si es que el gobernante no se retracta, dirigiéndose de esta forma a otros lares en los cuales los impuestos sean menores. De esta forma, se establecerá una competencia fiscal entre líderes políticos de distintos lugares que derivará en impuestos más bajos de manera general, ya que cada gobernante individual querrá atraer a un mayor número de personas a sus estados, consiguiendo esto disuadirlas a instalarse en su espacios de dominio en los que gozaran de impuestos más bajos.
La guerra es otra cuestión en la cual los gobernantes estarán mucho más limitados: Al disponer de menos recursos como hombres, material bélico y demás sus posibilidades de obtener la victoria decrecen y en todo caso la victoria sólo se conseguiría a costa de prolongar el conflicto de tal modo que tenga que exprimir más a la población, sea mediante: 1) impuestos; 2) emisión de dinero fiat; o 3) contracción de deuda que será sufragada con impuestos futuros o emisión futura de dinero fiat siendo todas estas sendas incrementadoras del descontento social que hace peligrar el mantenimiento del statu quo del momento.
Uno de los puntos que suele usarse para argumentar contra la secesión es “que vuelve a los territorios secesionados más proclives a ser invadidos por potencias extranjeras, fuertemente centralizadas,por ende es preferible que se mantenga la unidad política en vistas de no perder la soberanía”. La verdad es que esto no es necesariamente cierto, ya que, tampoco es que las tierras descentralizadas sean obligatoriamente más tendientes que las centralizadas a ser invadidas, pueden por ejemplo optar por formar uniones militares o pactos mutuos de defensa a los fines de vencer a los enemigos más poderosos que pretendan en el futuro agredirlos como la liga hanseática por dar un caso.
Además otra ventaja que da la descentralización es que en caso de invasión enemiga le permite a los distintos estados planear una mejor manera de defenderse de los atacantes extranjeros al poder ver como pelean frente a otros ejércitos del territorio, inclusive si vencen a estos primero. Y por supuesto que conquistar un lugar con 20 estados distintos no es tan fácil como dominar al mismo territorio en caso de que tenga un solo gobierno central que ostente todo el poderío militar: en el primer caso el ejército invasor tendría que vencer a 20 estados distintos, cada uno ya sabiendo a medida que más pase el tiempo como hacerle frente de mejor manera y en el segundo solo a uno, que, una vez vencido, entrega su soberanía junto con la de las provincias que tiene sin haber sabido nunca cómo pelear apropiadamente contra los invasores debido a su morfología unitaria y centralizadora.
Por último, una última argumentación en contra de la secesión la ejercen aquellos que pregonan que: “la posibilidad de conflicto se incrementa con la secesión al haber más gobernantes deseosos de expandir su esfera de influencia”. Esto, por un lado, si bien sí que es cierto; por otro omite que a pesar de esto los conflictos son por lo general breves y poco destructivos en tales circunstancias, aún si son relativamente más frecuentes que los que se dan en territorios centralizados. Esto es así por todos los factores antes mencionados (menores recursos económicos, humanos, bélicos) que hacen que estas querellas no cambien mucho la vida en sociedad hasta tal punto de que ni siquiera es gente del común la que pelea en nombre de los estados estas batallas o guerras sino que son mercenarios contratados a sueldos los que las llevan adelante o la aristocracia/nobleza en muchos otros; este panorama es totalmente opuesto a las matanzas a gran escala del siglo 20 que desempeñaron los ciudadanos de los estados en guerra coaccionados por la institución del servicio militar obligatorio.