La exposición Veemente, del artista mexicano Gabriel de la Mora, es la realización más reciente del Museo Oscar Niemeyer (MON). La exposición se inaugurará el 8 de mayo, en la Sala 1, con curadoría de Marcello Dantas.

Son 70 obras, entre instalaciones, lienzos con técnicas mixtas y esculturas, la mayoría realizadas entre 2000 y 2025. El conjunto presenta no sólo la estética del artista y su evolución, sino también la diversidad y peculiaridad de los materiales utilizados, que van más allá de los soportes y pigmentos tradicionales.

“El arte de Gabriel de la Mora provoca una reflexión fundamental sobre nuestro tiempo y nos invita a dar un nuevo sentido a lo cotidiano, a mirar más de cerca aquello que descartamos u olvidamos”, afirma la secretaria de Estado de Cultura, Luciana Casagrande Pereira. “Es una exposición que aborda temas contemporáneos y refuerza el compromiso del MON de brindar al público experiencias impactantes vinculadas a los debates sobre el arte global”.

La directora ejecutiva del MON, Juliana Vosnika, comenta que el artista desafía nuestra mirada y percepción con sus pinturas, instalaciones y esculturas realizadas a partir de elementos inusuales y descartados. “Nada en su intensa y extensa obra es obvio. Todo es resultado de una mirada perspicaz a la naturaleza humana, sus sentimientos y sensaciones”, afirma.

En el proceso creativo, el artista transforma objetos encontrados en materia prima para obras de arte únicas, evocando el concepto ready-made. “Siempre hay un mensaje, que aborda la sostenibilidad, el paso del tiempo y el ciclo de la vida, traducido en obras llenas de belleza y movimiento”, afirma Juliana.

El curador Marcello Dantas explica que la práctica de Gabriel de la Mora implica una investigación de los materiales, explorando los límites físicos y conceptuales de un proceso de recolección y reconstrucción. “A primera vista, sus obras pueden parecer abstractas, escultóricas o incluso minimalistas. Sin embargo, una mirada más atenta revela que nada es lo que parece”, afirma Dantas.

“Sus obras están compuestas de elementos inesperados: mechones de cabello, fragmentos de espejos, cáscaras de huevo, suelas de zapatos, alas de mariposa y otros rastros de la vida cotidiana”, dice el curador. “Su técnica denota un proceso casi obsesivo que transforma la materia prima en nuevas formas, patrones y texturas. La repetición continua del gesto artesanal —a veces restaurador, a veces destructivo— revela un método que desafía la experiencia visual y sensorial del espectador”, añade.