Últimamente paso mis tardes revisando los comentarios en las publicaciones de distintas personas (sobre todo personas famosas), me la paso leyendo uno tras otro. No paro, sigo, scrolleo, hago clic, bajo, deslizo el dedo, cambio de post, entro a un reel, cambio de “influencer”, comentario tras comentario, me arden los ojos, no me canso.

Así que hace dos días me pregunté cuál era la razón inconsciente detrás de este acto tan desgastante que me dejaba casi sin energía, quería entender por qué de pronto esta personalidad de detective se había metido en mí y descubrí algo bastante obvio: mi corazón quiere entender la maldad detrás de esos comentarios tan hirientes, quiere entender qué pasa en la vida de las personas que comentan con tanta libertad y odio, quiere saber cómo se sienten después de dejar su malicia en un comentario en redes sociales, quiere conocer cuál es el fin de todo esto.

Esta adicción empezó hace unas semanas cuando mi marca, mi emprendimiento, fue objeto de uno de estos vídeos en donde una persona cualquiera califica tu trabajo con una puntuación del 1 al 10 dependiendo de sus gustos. Pero el problema no fue ese vídeo en específico, fueron un par de comentarios que había en él. Comentarios con mal puerto, con odio en las letras, con ganas de minimizar, con envidia explotando, con falta de empatía. Cuando los vi, el dolor llegó hasta lo más profundo de mi corazón y activó algo a lo que me niego a normalizar: la maldad y la poca empatía que hay en redes sociales y en el mundo digital.

En todos estos días que le he dedicado tiempo a analizar este tipo de comentarios, me he dado cuenta de que definitivamente hay clases y clases de personas. Hay quienes (como yo) ven un vídeo y ni siquiera se dan cuenta de las imperfecciones o los detalles y hay otros que tienen la vista más desarrollada, que captan hasta el insecto más diminuto y utilizan ese pequeñito detalle para tachar y descalificar (o no) lo que están mirando. Realmente estoy sorprendida del nivel no sé si de aburrimiento u odio de las personas que están detrás de las pantallas.

Vi el TikTok de una madre vistiendo a su hija para ir al cole y en los comentarios había millones de “¿Pero por qué no la bañas antes de cambiarla? Qué mala madre”. Vi también millones de vídeos de famosas bailando y en los comentarios habían “no tienes cintura, no deberías ponerte eso”, “qué asco, con razón te dejaron”. Vi fotos de emprendedoras y en ellas comentarios como “yo compré tu marca y me pareció horrible”, “no entiendo porqué la gente te sigue comprando”. Y así podría continuar. Dolor tras dolor, hincada tras hincada.

Si supiéramos la mitad de la realidad de las personas detrás de la pantalla pararíamos de escupir tanto odio por el mundo porque para mí es eso, odio. Y no odio hacia el otro sino odio hacia uno mismo. Odio porque ven algo que les gatilla una herida no curada en el interior, odio porque se levantan y no tienen un vida llena de vida, odio porque no hay nivel de empatía en sus corazones, odio porque nadie con salud mental y amor propio se atrevería a dejar un comentario de este calibre solo con la intención de manchar a otra persona y hacerla chiquita.

Soy una mujer demasiado sensible y las personas sensibles nos caracterizamos, a veces, por mirar más allá de lo que hay delante de nuestros ojos. Analizamos, evaluamos, sobre-pensamos y sentimos muy fuerte cada emoción. Así soy yo y por eso hoy escribo esto, porque quiero dejar en evidencia mi opinión sobre el libertinaje que hay en las redes sociales, un libertinaje que está destruyendo corazones enteros, corazones que no conocemos.

No me quiero dirigir a esas personas que dejan comentarios cargados de maldad en las redes, me quiero dirigir a quienes los recibimos porque muchas veces somos los más débiles en la ecuación y eso debería de llegar a su fin, deberíamos de empezar a sentirnos más fuertes porque si en algún momento de tu vida alguien te quiso quitar el brillo es porque definitivamente ese brillo lo estaba dejando ciego.

Si has sido víctima de comentarios de este tipo o víctima de cualquier otro tipo de rechazo solo quiero decirte que por nada del mundo bajes la mirada y hagas tuyo todo eso. Lo que tenemos que empezar a hacer es ver con lástima a estas personas, mirarlas con compasión porque detrás de esos comentarios, vídeos, fotos que publican y/o comentan solo hay una cosa: hay una vida llena de aburrimiento que necesita ser llenada atropellando la de los demás.

Y por último, que la libertad que hoy nos dan las redes sociales no nos haga menos sensibles y ojalá que está oportunidad que tenemos de conectarnos unos con otros no sea desperdiciada con actos en donde el dolor se esconde en un par de letras. No te conviertas en esa persona porque el mundo necesita que los seres humanos generemos más paz y menos guerras.