El trabajo es ese lugar mágico donde, además de ganar dinero para sobrevivir, tienes la oportunidad única de convivir con personas que parecen haber sido enviadas desde el infierno para probar los límites de tu paciencia.

Desde el que mastica con la boca abierta hasta el que cree que todo el mundo quiere oír sus llamadas en altavoz, la fauna laboral es diversa y aterradora.

Pero ¿qué hacer cuando los insoportables amenazan con destruir tu paz mental?

Aquí te dejo algunas estrategias infalibles para desquitarte sin arriesgar tu empleo… demasiado.

El arte de la venganza pasivo-agresiva

La violencia no es la respuesta, pero el arte de la indirecta es invaluable.

Si tienes un compañero que habla a gritos, responde sus preguntas con un susurro.

Si alguien deja sus platos sucios en la oficina, deja una nota con una falsa cita motivacional tipo: “La grandeza empieza con lavar tu taza”.

Para el que siempre llega tarde a las reuniones y luego pregunta de qué hablaron, prepárale un resumen inventado: “Decidimos que todos los viernes serán de karaoke obligatorio en la oficina. Tú serás el encargado”.

Otra táctica es usar preguntas retóricas para hacer que los insoportables reflexionen sobre su propio comportamiento.

Si alguien monopoliza las reuniones, lanza un “Wow, qué interesante, pero ¿ los demás qué opinan?”.

La guerra psicológica sutil

Aquí entramos en un terreno más sofisticado.

Si tu enemigo de oficina tiene tics o costumbres molestas, obsérvalas y úsalas en su contra.

¿Le gusta ordenar todo simétricamente en su escritorio? Mueve sus cosas dos centímetros cada día hasta que dude de su propia cordura.

¿Es de los que se roba tu comida del refrigerador? Deja un tupper con una etiqueta que diga: “ADN de prueba recogido”. Nadie volverá a tocarlo.

También puedes usar el poder de la incertidumbre: deja de hablar con esa persona sin explicación. Solo asiente levemente y sonríe como si supieras algo que no deberías saber. La paranoia hará el resto.

La estrategia del espejo

Dicen que el mejor castigo para alguien insoportable es hacerle probar su propia medicina.

Si tu colega es de los que interrumpen cada dos minutos, haz lo mismo.

Si usa frases clichés como “pensamiento fuera de la caja” o “vamos a hacer una lluvia de ideas”, úsalas con una intensidad absurda hasta que se le quiten las ganas.

Si alguien es excesivamente meloso en los correos electrónicos, con frases como “¡Feliz inicio de semana lleno de bendiciones y éxitos!”, respóndele con el triple de entusiasmo: “¡Gracias, brillante estrella del universo, que los astros alineen tu jornada y la dicha llene tu alma!”

La táctica del misterio inquietante

Si realmente quieres desquiciar a un insoportable sin decir una sola palabra, empieza a mirarlo fijamente cada vez que hable, sin pestañear, con una leve sonrisa.

O mejor aún, cada vez que pases por su escritorio, deja un clip en su mesa sin explicación alguna. Con el tiempo, empezará a preguntarse si hay un complot en su contra.

También puedes hacer pequeñas acciones desconcertantes, como tomar notas cuando alguien esté hablando, sin razón aparente. De vez en cuando, asiente y escribe algo. No hace falta que sea relevante, solo que parezca importante.

La dominación sónica

¿Tu némesis es de los que te atormentan con ruidos horribles? Responde con el mismo nivel de tortura sonora.

¿Teclea como si estuviera perforando el escritorio? Ajusta tu volumen a su nivel.

¿Pone su música sin audífonos? Responde con audios de meditación a todo volumen.

Si quieres llevarlo a otro nivel, pon una lista de “música de ascensor” a un volumen apenas perceptible. Lo suficiente para que la escuche, pero sin saber de dónde viene. Hará que se cuestione su propia cordura.

La estrategia de la falsa complicidad

Nada aterroriza más a un insoportable que ser visto como su aliado.

Cada vez que haga un comentario tóxico, asiente con exageración y agrega algo aún más ridículo.

Si se queja del café de la oficina, di: “Sí, definitivamente nos están envenenando poco a poco; yo ya empecé a ver visiones”.

Si alguien disfruta cotillear, cuéntale un chisme tan absurdo que lo haga dudar de ti: “Dicen que el jefe es un vampiro. Lo vi en la cocina sin reflejo en el microondas”.

La respuesta zen (o la venganza suprema)

Si todo lo demás falla, la mejor venganza es demostrar que sus intentos de arruinar tu día no funcionan.

Sonríe, sé amable y vive tu vida sin darles importancia.

No hay castigo más grande para un insoportable que ver que no tiene poder sobre ti.

La estrategia del rumor misterioso

Difunde pequeños rumores sin sentido. Algo sutil como: “Escuché que están trayendo a alguien nuevo para supervisar ciertas actitudes en la oficina”. Déjalo flotar en el aire y observa cómo la paranoia hace su magia.

La venganza burocrática

Si tu némesis de oficina es un adicto al papeleo, dale una sobredosis.

Responde cada email con preguntas innecesarias.

Pídeles que te expliquen las cosas dos veces, solo para verlos retorcerse en su propio laberinto de procedimientos.

Cuando todo falla: la amistad por conveniencia

Si nada de lo anterior funciona, considera hacerte “amigo” de tu enemigo.

No porque te interese su vida, sino porque al acercarte lo suficiente podrás predecir sus movimientos y adelantarte a sus jugadas.

El cierre que necesitas para no perder la cordura

Al final del día, el trabajo es solo un lugar más en la jungla de la vida.

Siempre habrá especímenes difíciles de soportar, pero lo importante es encontrar maneras de sobrellevarlos sin perder la salud mental ni acabar con una denuncia con el jefe.

Si todo lo demás falla, recuerda: la justicia laboral existe… y si no, siempre puedes hacerte amigo del de IT para que ralentice misteriosamente su internet.

Y si todo esto te parece demasiado, siempre queda la opción más extrema: empezar a responder a todo con un “ajá” y un encogimiento de hombros. Nada aterroriza más a una persona insoportable que sentir que está hablando con una pared.