JP Morgan Chase, el banco más grande de Estados Unidos y uno de los mayores bancos de inversión del mundo, prevé que Estados Unidos entre en recesión por causa de los aranceles impuestos por Donald Trump a la gran mayoría de los países del mundo.
Al mando de Trump, la Casa Blanca publicó una lista de 185 países de todos los continentes, con aranceles que van desde el 10 al 54 por ciento (tal es el caso de China, ya que, al 20 por ciento que estaba en vigor, se le sumaron los nuevos aranceles del 34 por ciento).
Extrañamente, en la lista no aparecen ni México, ni Canadá, pero ambos países enfrentaban desde antes aranceles del 25 por ciento a los vehículos exportados, y otros productos como el acero y el aluminio enfrentaban el 50 por ciento, para ser exactos.
JPMorgan Chase prevé que primero la economía de Estados Unidos (y, por ende, la economía del mundo) entrará en lo que los economistas llaman estanflación, término derivado del inglés stagflation, una situación económica caracterizada por, la aparición simultánea de una inflación elevada, un estancamiento del crecimiento económico y un elevado desempleo, seguidos de una crisis económica mundial que llevará a una recesión global, pero que afectará mayoritariamente a los Estados Unidos, con un impacto mucho peor que la Crisis financiera de 2008.
En las propias palabras de Michael Feroli, el economista en jefe de JP Morgan para los Estados Unidos, “ahora esperamos que el PIB [producto interior bruto] real se contraiga bajo el peso de los aranceles, y para todo el año (4T/4T) ahora esperamos una variación del PIB real del -0,3 por ciento, frente al 1,3 por ciento anterior (…) Se espera que la contracción prevista de la actividad económica frene la contratación y, con el tiempo, eleve la tasa de desempleo al 5,3 por ciento”.
Para los que no lo saben, el PIB (4T/4T) se refiere al Producto Interno Bruto (PIB) en el cuarto trimestre de un año, en comparación con el mismo trimestre del año anterior.
El PIB (4T/4T) es un indicador macro económico que permite conocer la evolución de la economía de un país trimestre a trimestre, y compáralo con el de otros años.
Continuando con el relato, Feroli argumenta que “la presión de los precios más altos que esperamos en los próximos meses puede ser más fuerte que en el repunte de la inflación posterior a la pandemia, ya que el crecimiento de la renta nominal se ha moderado recientemente, a diferencia de la aceleración del episodio anterior. (…) Además, en un entorno de mayor incertidumbre, los consumidores pueden ser reacios a echar mano de sus ahorros para financiar el aumento del gasto”.
En cuanto a las consecuencias, el reportaje señala que
el deterioro de las previsiones económicas ha provocado un desplome de más del 10 por ciento en la Bolsa en los últimos dos días, medido por el índice S&P 500, el más representativo del mercado estadounidense, que ha caído a su mínimo en 11 meses. Tras su fuerte caída del jueves (3/4/2025), el S&P 5001 perdió un 6% el viernes (4/4/2025), después de que China igualara la gran subida de aranceles anunciada por Trump. El hundimiento de las cotizaciones en solo dos días ha hecho perder más de cinco billones de dólares de valor en Bolsa a las empresas estadounidenses. (…) Otras grandes entidades también han recortado sus previsiones. El jueves, Barclays dijo que espera que el PIB se contraiga en 2025, “en consonancia con una recesión”. El viernes (4/4/2025), los economistas de Citi recortaron su previsión de crecimiento para este año a solo un 0,1 por ciento.
El índice Standard & Poor's 500, también conocido como S&P 500, es uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos. Al S&P 500 se le considera el índice más representativo de la situación real del mercado.
El mayor banco de Estados Unidos ve ahora un escenario de estancamiento económico con inflación (la tan temida estanflación) que complica la hoja de ruta del banco central.
“Si se hiciera realidad, nuestra previsión de estanflación plantearía un dilema a los responsables de la política monetaria de la Reserva Federal”, indica Feroli, “dado que su mandato (el de Donald Trump) es lograr el doble objetivo de pleno empleo y estabilidad de precios. Para que haya crecimiento económico y se cree empleo, convienen tipos de interés más bajos; para controlar las tensiones inflacionistas, es mejor que estén más altos”.
Finalmente, el economista concluye diciendo:
Creemos que la debilidad material del mercado laboral acabará imponiéndose, sobre todo si da lugar a un crecimiento salarial más débil, lo que dará al Comité más confianza en que no se está produciendo una espiral de precios y salarios. JPMorgan espera que la Reserva Federal retome las bajadas de los tipos de interés 0,25 puntos en su reunión de junio (2025) y que continúe con los recortes en cada reunión de política monetaria hasta enero (2026), lo que llevaría el precio del dinero a un rango del 2,75%-3,00% desde el 4,25%-4,50% actual.
Tradicionalmente, la estanflación plantea un dilema político y económico para quien ejerce la presidencia del país que la sufre.
Una de las medidas típicas para frenar la inflación es el endurecimiento de la política monetaria por parte del banco central, fijando una tasa de interés más alta y reduciendo la masa monetaria.
Obviamente, eso redunda en exacerbar el desempleo y alimentar la inflación.
La estanflación también distorsiona los mercados y coloca a los “hacedores de políticas” del gobierno y su banco central en una posición de “perder-perder”.
Si se trata de una economía abierta como la de Estados Unidos, y la inflación viene acompañada de un proceso de devaluación causada por una menor demanda de la moneda local (dólar), por contraerse el mercado, y una mayor demanda de moneda extranjera por la depreciación de la moneda local.
Inevitablemente, se registrará una contracción de las actividades que consumen divisas y una expansión de las que generan divisas.
Eso generará confusión en los mercados de valores, al recibir señales mixtas y contradictorias sobre la economía del país, que dificultarán a los analistas e inversores la tarea de decidir qué políticas implementarán o aplicarán, y en qué secuencia y momento deberán tomarlas, generando choques de oferta y demanda, ya que, en primera instancia, afecta el monetarismo y en segunda, la economía de la oferta.
“Es lo peor de los dos mundos”, suelen decir muchos economistas.
Paradójicamente, Trump, que suele citar la historia de grandes presidentes y líderes republicanos para justificar sus medidas nacionalistas y acciones xenofóbicas (a menudo adueñándoselas, como si fueran propias), olvida que históricamente siempre han existido dos posturas económicas en puja: el “librecambismo” y el “intervencionismo”.
A pesar de que yo no soy partidario de ninguna de las dos posturas (ambas me parecen extremistas), creo que el librecambismo es menos malo que el intervencionismo.
En democracia, la libertad de elegir y decidir debe prevalecer.
Es por eso que, en la década de 1970, la estanflación condujo a una reevaluación de las políticas económicas keynesianas y contribuyó al auge de teorías económicas alternativas, como el monetarismo y la economía de la oferta.
Pero lo que hace Trump es otra cosa. Se trata de la llamada “mano invisible”, metáfora acuñada por el filósofo y economista Adam Smith en su libro La teoría de los sentimientos morales (1759) y luego popularizada en su obra magna La riqueza de las naciones (1776).
Allí, Smith describe los incentivos que los mercados libres suelen crear para que las personas con intereses propios actúen en pro del interés público.
Solo que, en el caso de Donald Trump, se olvidó del interés público, y se quedó solo con el interés propio de una persona, en singular.