Si levantas tu mirada al cielo en una noche cualquiera veras en todo ese oscuro velo negro unos brillantes puntos, las estrellas. Las estrellas, aunque pareciera que están cercanas a las nubes, están más lejos de lo que imaginamos a millones y millones de kilómetros, fuera de nuestro planeta, fuera de nuestro sistema solar, algunas incluso fuera de nuestra galaxia. Los científicos dicen que todas las estrellas de nuestro vasto universo superarían en número a la cantidad de los granos de arena de todas las playas de nuestro planeta. Y aunque haya millones de millones de estrellas no todas son iguales pues difieren, aparte de la distancia que nos separan de ellas, en tamaño, masa, brillo, temperatura, edad, etc. Entender que no todas las estrellas son iguales y que se necesita una clasificación que nos permita estudiarlas mucho mejor no es tarea fácil, sin embargo, una ilustre astrónoma logró catalogar miles de estrellas y poner así los cimientos para poner un orden estelar su nombre: Annie Jump Cannon.
Annie Jump Cannon nació un 11 de diciembre en Dover, Delawere, Estados Unidos en 1863. Aunque desde pequeña tuvo una afición por observar el cielo ya que su padre era constructor de barcos y sabía algo sobre las estrellas, fue su madre Mary Jump quien le inculcó su pasión por la astronomía. Por esos tiempos era muy complicado que las mujeres puedan estudiar alguna carrera y más si estas se dirigían a estudios científicos. Aunque esto fue una barrera no hizo que Annie persiguiera no sus sueños y logró estudiar Física y Astronomía en el Wellesley College una Universidad que sí permitía mujeres en aquella época llena de prejuicios.
Aquí, Annie conseguiría una fuerte formación científica y no tardó en volverse una de las mejores estudiantes. Aprendió muy bien las técnicas espectroscópicas del momento. Estas técnicas se basaban en la descomposición de la luz mediante un prisma, donde esta luz descompuesta dejaba una especie de rastros o huellas en diferentes partes de todo el espectro, este conocimiento le resultaría muy importante para su titánica tarea en el futuro. Gracias a su sorprende inteligencia tiempo después continuó sus estudios en astronomía en el Radcliffe College con el profesor Charles Pickering con el que trabajaría posteriormente. Luego de terminar sus estudios en el Wellesley College su madre la animó a que viaje a Europa para poder investigar los cielos desde esa parte del mundo. Annie aprendería mucho más sobre el cielo fotografiando estrellas y constelaciones.
Una enfermedad azotaría a la joven Annie, La Escarlatina. Esta enfermedad bacteriana sería la culpable de dos cosas, una buena y una mala. La mala, que la dejaría con una sordera crónica que empeoraría con el pasar del tiempo. La buena, que esa sordera la abstraería de una forma peculiar del mundo ruidoso y la haría una de las personas más minuciosas al observar y analizar las estrellas. Poco después ocurriría otro evento catastrófico, la muerte de su madre, suceso que marcaría su vida. Desolada por la partida de la persona que la introdujo en el estudio del universo, regresó a los Estados Unidos donde comenzaría a enseñar Física y seguir perfeccionándose en el estudio de las estrellas con las técnicas espectroscópicas que tanto le fascinaban.
Ya en Estados Unidos comenzaría a trabajar en el Observatorio de Harvard junto con Charles Pickering y otras tantas mujeres que estaban al mando de Williamina Paton Stevens Fleming. El caso de Williamina Fleming es también loable, ella una brillante astrónoma, luego de una vida azarosa, llegó a estar al mando de las contrataciones de personal e impulsó a que más mujeres formaran parte de las actividades científicas, cosa que era bastante difícil en esa época. El equipo de Charles Pickering lleno de mujeres se comenzaría a llamar despectivamente por los externos como el Haren de Pickering y sería visualizado como meras computadoras con vestido. Annie Jump Cannon ingresó en el Observatorio por un sueldo de 50 centavos la hora, paga que si bien era más baja que los varones oficinistas era poco más alto que los obreros de las fábricas. A Pickering no le agradaba para nada los comentarios despectivos para con su equipo e incluso trató varias veces que se reconociera el valor que tenían, lamentablemente la política era bastante reacia y los reconocimientos a las astrónomas de Pickering nunca fueron otorgados.
Una vez incorporada al equipo de investigadoras Annie, con una sordera avanzada, empezaría a examinar de manera meticulosa las fotografías de las estrellas que le llegaban. Con un buen conocimiento de los espectros logró clasificar más de 5000 estrellas al mes. Esta tarea no es nada fácil si tenemos en cuenta la poca calidad fotográfica de la época y los pocos medios que tenían solo por ser mujeres.
El humano siempre ha querido clasificar todo lo que ha estudiado y las estrellas no ha sido una excepción. Tanto Pickering como Williamina Fleming, y otros tantos científicos de la antigüedad, ya habían trabajado en un sistema para clasificar las estrellas. Uno de los sistemas que se usaba en esa época basaba su ordenamiento en el alfabeto según se iban descubriendo y analizando las estrellas. Esta catalogación comenzaba en la A luego la B y así sucesivamente. Annie, con su carácter detallista se daría cuenta que esta clasificación era pobre y confusa. Ella, basada en un escrupuloso estudio de los espectros se dio cuenta de diferencias minúsculas y escrupulosamente armó otra forma de clasificación estelar, clasificación que usamos hasta el día de hoy.
La clasificación de Cannon, dejando de lado la alfabética, era diferente y se basaba en las líneas espectrales de las estrellas que había observado. Ella se dio cuenta de que la huella del hidrógeno, que llamamos líneas de Balmer, era más fuerte en algunas estrellas y más débil en otras así que, dependiendo de la intensidad de dichas líneas, la siguiente forma de clasificación de Cannon sería OBAFGKM. Incluso se formó una mnemotecnia para aprender la nueva clasificación con la frase “Oh, Be A Fine Girl, ¡Kiss Me!". En mis clases de astronomía recuerdo bien esta mnemotecnia cuando mi maestro nos enseñaba sobre la clasificación estelar actual, incluso nos mostró otra en español Otros Buenos Astrónomos Fueron Galileo Kepler Messier, cosa que demuestra cuán fuerte es el legado dejado por Annie Jump Cannon.
Cannon catalogó en toda su vida alrededor de 350.000 estrellas y sentó las bases de una de las formas de clasificación más usadas el día de hoy, la clasificación espectral de Harvard. Pocos años después se comenzaría a descubrir que esta clasificación espectral estaba ligada con la temperatura de las estrellas siendo la estrellas O las más calientes y escasas con unos 30.000 grados y las M las más frías y abundantes con unos 3.000 grados. Los descubrimientos de Cannon llevaron a otras astrónomas como Cecilia Payne-Gaposchkin y Henrietta Swan Leavitt a entender qué propiedades físicas subyacían a las diferencias espectrales. Leavitt comprendió el período de variabilidad y la luminosidad intrínseca de las estrellas variables cefeidas revolucionando el entendimiento sobre las distancias en el Universo. Por otro lado, Payne mostró que las diferencias en los espectros estelares de Cannon eran el resultado de diferencias en la temperatura superficial de las estrellas y que las estrellas no estaban compuestas de los mismos elementos químicos de los planetas como se pensaba.
Annie Jump Cannon partió el 13 de abril de 1941, pero su legado quedó inscrito en las estrellas que tanto amó. Su trabajo no solo ordenó el firmamento, sino que dio voz a una ciencia que susurra desde el infinito. En cada espectro y en cada luz que llega del cosmos, resuena su nombre, como un eco eterno entre las constelaciones.