Soy Ricardo Mauricio Ágreda Rojas. Nací el 28 de marzo de 1994 en Arequipa, Perú. Desde niño me han atraído profundamente las ciencias naturales. Entre todas ellas, la astronomía ocupó siempre un lugar especial: me fascinaban los temas relacionados con el espacio exterior, el universo y la posibilidad de vida más allá de la Tierra. A la par, la literatura, sobre todo los cuentos, se convirtió en otro espacio de sosiego. Desde joven participé en concursos de matemática, de escritura y en certámenes de declamación, espacios que reforzaron mi amor por el conocimiento.

Al terminar el colegio, la falta de una carrera de astronomía en mi ciudad y mi interés por diversas ciencias como la matemática, física, química y biología, me dejaron en una encrucijada. A los 18 años ingresé a la Escuela Profesional de Filosofía de la Universidad Nacional de San Agustín con un propósito claro: hacer una introspección profunda para elegir el camino adecuado. Durante esos años descubrí dos mundos que me marcaron: el existencialismo y la filosofía de la ciencia y la tecnología. A partir de ellos, comencé a adentrarme en la filosofía de la química. Me pareció óptimo estudiar la carrera de química pura para no solo hablar de ella desde fuera de un laboratorio, sino también para empaparme de la verdadera práctica científica.

Así ingresé a la Facultad de Ciencias Naturales y Formales para cursar una segunda carrera. Allí obtuve una beca de subvención, lo que me permitió estudiarla sin dificultades económicas. Y, sin dejar de lado mis intereses espaciales, me enfoqué en temas como química prebiótica y química estelar, dos campos que aún hoy continúan despertando en mí una enorme curiosidad.

Mi carácter siempre ha sido multifacético. Además de la ciencia y la filosofía, me han interesado otras disciplinas como la gastronomía, el rugby y el teatro. Mientras estudiaba en la universidad, formé y participé en diversos grupos de lectura e investigación, y asistí tanto como oyente como expositor a eventos académicos nacionales e internacionales.

Una vez culminadas mis carreras universitarias, inicié mi trabajo profesional en laboratorios y en docencia, procurando unir la ciencia y la filosofía en mis clases. Al mismo tiempo, continué estudiando temas espaciales mediante cursos y talleres, lo que finalmente me permitió ingresar al Observatorio Hipólito Sánchez Trujillo como operador de telescopio. Allí, además, ofrezco charlas de divulgación astronómica a un público diverso, contribuyendo a que más personas puedan acercarse al cielo y al conocimiento científico.

Mi amor por la literatura también ha encontrado un camino propio. En el 2024, trabajando en un colegio para señoritas, advertí la ausencia de escritoras mujeres en el plan lector de la educación básica y decidí actuar: propuse y publiqué una colección de cuentos que reúne a doce escritoras y doce escritores, destacando la importancia de visibilizar voces femeninas injustamente ignoradas pese a su enorme calidad. Esta iniciativa dio lugar a Antología de cuentos asombros, donde resalto figuras como Mary Shelley, mi autora favorita, o Virginia Woolf, entre muchas otras prominentes literatas.

He escrito cuentos que seguramente no son tan buenos, artículos de investigación y de divulgación, y en el presente año 2025 logré publicar como autor y editor el libro Perspectivas filosóficas, bajo el sello de mi proyecto editorial OPÚSCULOS. En esta obra se reúnen artículos de autores locales sobre diversos temas filosóficos. El proyecto editorial continúa creciendo con el objetivo de publicar trabajos especializados en filosofía y divulgación científica.

Este año, finalmente, pude iniciar estudios formales de astronomía. Comencé la Maestría en Astronomía y Astrofísica en la Universidad Internacional de Valencia. Al mismo tiempo, inicié la Maestría en Química Pura en la Universidad Nacional de San Agustín, fortaleciendo así mis dos grandes vocaciones.

También están resurgiendo proyectos que inicié hace varios años y a los cuales ahora puedo dedicar más tiempo y forma: Léete Esta, un canal dedicado a la literatura; Subtantia, orientado a la divulgación científica; y El Filósofo Gamer, donde exploro la relación entre videojuegos, tecnología y pensamiento filosófico.

Sigo vivo, no sé si eso sea algo bueno o malo, pero trato de vivir con calma. Leo algo cada día y busco siempre sorprenderme ante lo que descubro, aunque sea pequeño. Esa curiosidad, la misma que me acompañó desde niño, continúa siendo mi brújula.