Para cualquier miembro de una organización criminal, la cárcel es algo que se debe evitar a toda costa. James “Whitey” Bulger, jefe de la mafia irlandesa de Boston, vivó casi veinte años como fugitivo. Luiz Carlos da Rocha, señor de la droga en Brasil, se sometió a varias cirugías plásticas para evadir a la justicia. John Franzese Jr., asociado de la Cosa Nostra neoyorquina, testificó contra su propio padre para evitar cumplir condena. Los criminales son capaces de cualquier cosa con tal de no terminar tras las rejas.
Sin embargo, existe un tipo de delincuente que tiene una relación especial con la cárcel. Un grupo de criminales que concibe la prisión como su hábitat natural y cuya jerarquía se basa en la cantidad de veces que un individuo se ha topado con el sistema penitenciario: los vor v zakone o ladrones en la ley.
Los ladrones en la ley son uno de los pilares fundamentales del crimen organizado de la Unión Soviética y de todos los países que se constituyeron a raíz del colapso de esta. Son una suerte de gremio de ladrones que llevan actuando en Europa del este desde hace más de cien años. Cuentan con su propia jerarquía, sus propias leyes y tienen una estrecha relación con otras organizaciones criminales y grupos de la zona como la bratva, la mafia roja, o los famosos e infames oligarcas postsoviéticos.
A raíz del incremento de población carcelaria que se experimentó en la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial, los ladrones en la ley comenzaron a tatuar sus cuerpos para evidenciar su pertenencia al gremio de los ladrones, para indicar su nivel dentro del mismo, y para diferenciarse de criminales comunes y presos políticos.
En consecuencia, en el submundo criminal del sistema penitenciario soviético comenzó a desarrollarse una fuerte cultura del tatuaje que trajo consigo una vastísima imagenería cargada de simbolismo. Un simbolismo que podía hacer referencia a numerosos aspectos de la vida del reo, desde el motivo del encarcelamiento, hasta sus años de condena, pasando incluso por su orientación sexual o su ideología.
Si por algún desmán de la vida termina usted en un penal de la Federación Rusa, a continuación, le presentamos una breve guía introductoria para que entienda qué significan los tatuajes de sus compañeros de módulo:
Iglesias ortodoxas
Probablemente el tatuaje más fácilmente asociable con los ladrones en la ley y el más replicado en la cultura popular. Generalmente suele estar tatuado en el pecho, vientre o espalda del criminal. Si alguna vez se topa con uno de estos tatuajes, cuente el número de cúpulas que componen el templo. Cada cúpula representa una condena en prisión. Después de contar las cúpulas, fíjese en si alrededor de la iglesia el preso tiene tatuada una rosa. Eso significaría que cumplió la mayoría de edad dentro de la cárcel.
Estrellas de ocho puntas
El tatuaje más importante dentro de los vor v zakone. Si se topa con un recluso que tiene una estrella de ocho puntas tatuada en cada hombro, sepa que se encuentra ante un ladrón en la ley de pleno derecho y con una autoridad considerable en el submundo criminal. Otra zona habitual donde se suelen tatuar estas estrellas es en las rodillas. Una forma de remarcar su rechazo a la autoridad y el hecho de que no se arrodillan ante nadie.
Marx, Engels, Lenin, Stalin u otros líderes comunistas
Durante los tiempos de la Unión Soviética se extendió la creencia de que estaba terminantemente prohibido disparar a retratos, fotografías o ilustraciones de líderes intelectuales o políticos del movimiento bolchevique. Algunos ladrones en la ley se aprovecharon astutamente de esta creencia y se tatuaron estos mismos rostros en el pecho, asegurándose así de que ningún pelotón de fusilamiento abriría fuego contra ellos.
Ojos
Si durante su apacible estancia en la penitenciaria se topa con un recluso con un tatuaje compuesto por dos grandes ojos, deberá reparar en qué lugar del cuerpo se encuentran. Si el tatuaje está en el pecho, sobre los pectorales, indica que el recluso en cuestión le está advirtiendo de que siempre está vigilante y alerta, y que jamás le cogerá desprevenido.
Si ese mismo par de ojos se encuentran en la zona de la ingle o en el vientre inferior, significa que el recluso es homosexual. En algunas ocasiones, pero no de manera tan común, el tatuaje de los ojos se puede encontrar en la parte baja de la espalda o en la rabadilla del recluso, indicando que éste practica sexo anal.
Siguiendo con la simbología de carácter sexual, si el recluso tiene un tatuaje de una sirena, puede representar una condena por violencia sexual o pederastia.
Arañas y serpientes
Ambos animales suelen simbolizar la adicción a las drogas. Los formatos más habituales suelen representar a la serpiente alrededor del cuello del recluso o a una araña subiendo o bajando de la telaraña. La trayectoria que sigue la araña suele ser importante, ya que determina si el criminal es un adicto o delincuente en activo o si está en proceso de dejar las drogas o la vida criminal.
Tatuajes relacionados con delitos de sangre
Uno de los tatuajes más recurrentes que los ladrones en la ley emplean para evidenciar que han asesinado a alguien son aquellos compuestos por la figura de un verdugo encapuchado o por la combinación de un verdugo y una mujer. El verdugo en solitario suele indicar que el preso ha matado, mientras que el verdugo junto a la mujer puede sugerir que el recluso ha asesinado a una mujer o a un pariente cercano. Por otra parte, si un preso luce un tatuaje que emula un cuchillo clavado en su cuello, quiere decir que se encuentra ante un criminal que ha asesinado dentro de prisión y que está dispuesto a volver a hacerlo a cambio de una suma económica. Eventualmente, si en el tatuaje se aprecian gotas de sangre emanando de la herida ficticia, cada una de estas gotas representa el número de asesinatos que lleva a sus espaldas.
Tatuajes faciales (forzosos)
En algunas ocasiones, determinados presos son tatuados a la fuerza por diferentes motivos, generalmente por romper el código de los vor v zakone o por su orientación sexual. Si usted no conoce el alfabeto cirílico, pero se topa con algún recluso con una inscripción tatuada en las mejillas o la frente, recuerde que probablemente esa inscripción haga referencia a que el recluso es un soplón, a que es homosexual, o directamente sea la transcripción de algún insulto. Otro tatuaje forzoso bastante recurrente y que busca marcar al recluso como homosexual son los naipes de la baraja.
Estos son solo algunos ejemplos de la infinidad de diseños con sus respectivos significados que uno puede encontrar sobre la piel de los vor v zakone. La lista es prácticamente inabarcable: calaveras, demonios, símbolos anarquistas o nazis, anillos en los dedos, insignias militares, imágenes religiosas… Y cada uno de ellos con un significado trascendente dentro de las dinámicas de poder y de la jerarquía carcelaria.
Supongamos que, tras conocer el mundo criminal de los ladrones en la ley y el simbolismo de sus tatuajes, usted termina totalmente integrado y resuelto a convertirse en uno de ellos. Tatuarse está terminantemente prohibido en las penitenciarias rusas, así que a continuación le resumimos los pasos que deberá seguir si quiere convertirse en un ladrón en la ley como mandan los cánones.
Lo primero es tener dinero. Al igual que en la calle, los encargados de hacer tatuajes en las prisiones rusas cobran por ello. Lo siguiente es tener una idea clara o un boceto del tatuaje que uno quiere hacerse. Después, busque al tatuador oficial del centro penitenciario o de su pabellón. Tras comentarle su idea, él hará un boceto y le dirá el precio.
Es evidente que las condiciones técnicas y sanitarias no serán las mejores. Las máquinas de tatuar se hacen con prácticamente cualquier cosa, como una maquinilla de afeitar y una cuerda de guitarra con la punta afilada, por ejemplo. Por otra parte, para hacer la tinta se necesita diluir en líquido algún material pulverizado. Generalmente, el material en polvo es hollín o caucho pulverizado que se obtiene al quemar la suela de una bota. El líquido suele ser orina del tatuador o del propio tatuado.
¿Y si luego se arrepiente? No se preocupe, no es ni el primer ni el último preso que decide borrar sus tatuajes criminales vinculados a los vor v zakone. Dentro de prisión tiene a su disposición un amplio abanico de técnicas de borrado que van desde quemaduras con cigarrillos hasta reacciones químicas con manganeso, pasando por cortarse el propio trozo de piel tatuado.