Hace unos años se viralizó el video de Ralph, un conejo que nos demostró cómo son las pruebas de laboratorio en los animales. Como a todos, la grabación me chocó y me dejó pensativo por días enteros, no por el maltrato animal, sino por la perspectiva que el «documental» tenía.

Fue en abril de 2021, cuando Human Society International (HSI), organización para proteger animales en el mundo, estrenó un cortometraje animado llamado Save Ralph. Un corto que muestra la vida de Ralph, un conejo que, como cientos de miles de animales, trabaja como animal de pruebas para la industria cosmética.

En los primeros minutos del cortometraje muestran la vida de Ralph, humanizándolo como si fuera un trabajador de los conocidos suburbios. Tiene una casa, está vestido de saco y corbata y profundiza un poco de las consecuencias de su duro trabajo: no ve de un ojo, solo escucha un pitido en un oído, le han afeitado y tiene quemaduras químicas en su cuerpo y menciona otras afecciones que «solo le duele de verdad cuando respira».

Después de mencionar sus dolores y desgracias, justifica sus vivencias porque «lo hace por los humanos» y deja claro una admiración por ellos porque los considera superiores a él. Además, reafirma su destino mencionando que él es un conejo de testeo, así como lo fueron sus antepasados y descendientes y así como ellos, él va a morir haciendo su trabajo, siendo lo que es, un conejo de testeo.

Ralph está inmerso en su realidad, acepta su destino, le duele, le asusta. Algo en su interior grita que está mal todo lo que vive, pero aun así sigue adelante por sus ideales. Se puede apreciar el chillido interno justo en esos segundos de silencios donde la mirada se pierde lejos de cámara. Sé que es una animación, se pensó para transmitir esa sensación, pero esos ojos no solo los he visto en el conejo y por eso llegué a una conclusión.

¿Quién es Ralph?

Ralph es un idealizado de una ideología, religión u otra creencia. Ralph es esa persona que sufre la migración de sus hijos, pero apoya con fervor al gobierno que lo provocó. Ralph es ese creyente que ve horrores dentro de una iglesia y los justifica y oculta a capa y espada para que la institución no se vea manchada. Ralph es esa persona que por creencias anticuadas es capaz de afirmar o insinuar que la víctima es la culpable porque no debía estar por ahí.

Ralph es ese tipo de persona que sabe que está mal su entorno, pero se mentaliza, se miente y acepta su realidad, con tal de tener un norte al que aferrarse. Así como este conejo, hay personas que sufren, que padecen calamidades, pero apoyan eso que producen las desgracias porque creen que están aportando un grano de arena.

Desde la perspectiva de este conejo, las desgracias las vive por un bien mayor. Acepta su destino porque es gracias a eso que los humanos podrán usar los productos cosméticos sin contratiempos.

De la misma manera, hay personas aferradas a una ideología política o a una revolución, a una religión o a una costumbre familiar que nadie ha sido capaz de frenar. Y es que ante una situación así, muchos optan por el conformismo, por acostumbrarse a que esa es su realidad y aceptan su destino.

¿Y nosotros?

Curiosamente, el documental también nos representa, ya que hay una escena donde se muestran a los compañeros de Ralph en el laboratorio. Sorprendidos que algunas cámaras están presentes, se preguntan si nuestro protagonista puede pedir la libertad, dar aviso del maltrato, mencionar el deseo de un cambio.

En definitiva, nosotros somos sus compañeros de laboratorio, no queremos esta realidad, sufrimos porque no aceptamos este destino como final. Dispuestos a luchar los inconformistas queremos lograr un cambio, aunque no se tenga la capacidad de modificar nuestro entorno.

La gran diferencia es que la esperanza de los «Ralph» radica en «ayudar a los humanos» que si entrecierran los ojos desde esta perspectiva que les estoy dando es «ayudar a la revolución», «ayudar al partido», «ayudar a la institución» y la esperanza de los inconformistas se basa en cambiar nuestra realidad.

Cada quien defenderá su método para conseguir la libertad, la vida que desea vivir, el entorno que le haga feliz, pero salvando las obvias diferencias, no se puede negar que Ralph y un idealizado tienen muchas similitudes.

No usen cosméticos que utilizan animales para sus pruebas, pero tampoco pregonen ideologías que han matado a millones de personas, muchas seguidoras de esos mismos ideales.