El 10 de agosto del presente año se cumple el centenario de la muerte de pintor valenciano Joaquín Sorolla. Acertado es recordar su presencia en Alicante con Emilio Varela como ayudante y escudero.

Sabemos que el pintor valenciano Joaquín Sorolla y Bastida asistió a la ceremonia del Misteri de Elx en agosto de 1900 para conocer de cerca el drama musical sagrado sobre la muerte, la asunción y la coronación de la Virgen María; un acto mariano lírico religioso que hoy en día es Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Estuvo junto con los hermanos Benlliure (Mariano y Juan Antonio) y el director del periódico Las Provincias, Teodoro Llorente. Cinco años después, pasó el verano de 1905 en Jávea (Marina Alta de Alicante), pintando esos famosos niños desnudos en la playa, y escenas con los modelos de su mujer y sus hijas María y Helena de impecable estilo impresionista.

En 1908, cuando Mr. Archer Milton Huntington, millonario y filántropo neoyorkino, visitó una exposición de Joaquín Sorolla en Londres quedó fascinado por el talento del pintor valenciano, mostrándole su deseo de presentar obra sorollesca con una muestra en Nueva York, que se realizaría al año siguiente en febrero de 1909 para impulsar la fundación Hispanic Society of America, la cual hacía unos años se había inaugurado.

La exposición neoyorkina contó con trescientas cincuenta y seis obras del pintor valenciano y fue un completo éxito, mayor del esperado, se vendió una cincuentena de cuadros, uno de ellos era el óleo titulado Caballero español, un austero retrato del escritor valenciano y amigo de Sorolla, Vicente Blasco Ibáñez, pintado en 1906, de pie con abrigo negro y en la mano izquierda sosteniendo un puro habano, ya que Sorolla y Blasco Ibáñez eran paisanos y amigos. El magnate neoyorkino presidente de la Hispanic Society of America, le encargó al pintor la decoración de la biblioteca del edificio sede de la sociedad con un conjunto de paisajes sobre España que se llamaría «Las Regiones de España» también llamado «Visión de España». El contrato se firmó el 26 de noviembre de 1911 por un importe de 150,000 dólares que obligó a Sorolla a trabajar en el proyecto durante unos 8 años, hasta un año antes de sufrir un ataque de hemiplejia que le impediría seguir. Fue una obra titánica, impresionante y magnifica, pintada al óleo sobre catorce lienzos de enormes dimensiones. El cuadro El palmeral de Elche, por ejemplo, mide nada menos que 350 x 321 centímetros y se pintó en Alicante, no en Elche.

Buscando temas para su encargo americano, el 29 de septiembre de 1918, llegó Sorolla en tren por tercera vez a Alicante acompañado de su hijo Joaquín, en el peor momento posible porque la zona sufría la epidemia de la famosa gripe española.

La gripe española de 1918

La «grippe» como se le llamaba en los periódicos de entonces, y que nos achacan como originada en España, sin ser cierto —porque los periódicos españoles de entonces, por no hablar de Primera Guerra Mundial escribían sobre la gripe, de aquí el sobre nombre de «gripe española»— dio muerte de unas 37,000 personas solo en la provincia de Alicante. En la capital se contabiliza la muerte de 2,206, un 3.7% de la población que era de unos 60,000 habitantes. Solo en Elche murieron unas 296 personas en octubre y otras 72 en noviembre, según sabemos por el reciente trabajo del doctor Jesús Rueda Cuenca, coordinador de La epidemia de «gripe española» (1918-1919) en el Baix Vinalopó, (2018). En Elche la cifra de fallecidos en ese año terrible de epidemia de 1918 fue de 821, frente a los 468 muertos de 1917.

Sorolla en Elche y Alicante

El 28 de septiembre de 1918 llegó a Alicante el pintor Joaquín Sorolla con el proyecto de pintar una de las 14 composiciones de estampas «Visión de España o Regiones de España». Alojándose en el hoy desaparecido Hotel Victoria en la Explanada con su hijo, enfermo de sífilis y de amores, y el pintor Alfredo Carreras. Era uno de sus últimos óleos y Sorolla decidía dedicárselo a una escena femenina de radiante luminosidad y anaranjados dátiles en la infinita huerta de Elx, el cuadro El palmeral de Elche, porque como le confesaría a su mujer Clotilde «muerto el campo, (en Alicante) no hay árboles, todo tiene el color de un desierto, tierra de escurar, sol aplanador pero bonito cielo y mar azul intenso». Era una más de los miles de misivas agrupadas en los tres tomos de su Epistolario a su mujer.

Camino de las tierras ilicitanas, Sorolla había visto el palmeral de Babel (hoy de San Gabriel) y pensó que tal vez pintara el cuadro allí en lugar de acercarse a Elche, por culpa de la epidemia; no obstante, se acercó a Elche. «Estuve en Elche que es muy interesante para la obra por lo original, no parece Europa, es algo raro tantos miles de palmeras», escribió a Clotilde su mujer.

Por su seguridad y la de su hijo Joaquín decidió no regresar a Elche y quedarse en un hotel de Alicante; tuvo la colaboración de sus discípulos y ayudantes: Alfredo Carreras Cuesta (paisajista madrileño que falleció al año siguiente con 35 años) y Emilio Varela (pintor alicantino). En Alicante les esperaba también el pintor Heliodoro Guillén. Por ello decidió pintar el cuadro en un huerto del palmeral de Alicante, frente al mar, el huerto del Carmen, propiedad de su amigo Soler, hoy Parque el Palmeral.

El proyecto de pintar este cuadro ha de esperar puesto que tiene que partir a Madrid con su hijo enfermo. Tras un mes retornará a Alicante el 22 de noviembre de 1918, sin su hijo, albergándose de nuevo en el Hotel Victoria. Empezaría a pintar el cuadro titulado El palmeral de Elche el 27 de noviembre, pero, como he comentado, en la hacienda El Carmen de Alicante. El Carmen era una hacienda propiedad de su paisano Juan Soler: «es valenciano, un hombre bueno y complaciente... un trabajador terrible y muy inteligente... como que no es alicantino, si no se dormiría de pie, hay que ver lo perezoso que es este pueblo», carta a su mujer Clotilde.

Ya que el citado cuadro es un lienzo de 350 por 321 centímetros, le ayudaron a enmarcarlo y en la preparación de colores los pintores ya citados, el madrileño Alfredo Carreras y su admirado discípulo alicantino, Emilio Varela, con un trabajador y diez muchachas del servicio como figurantes que ya serían inmortales, junto a un horno blanqueado.

Tras 30 días matinales de trabajo, el 9 de enero de 1919 finalizaba el cuadro y el 16 de enero el Club de Regatas El Cenáculo, entidad cultural y recreativa que presidía el doctor López Campello, le ofrece un gran banquete de despedida. El 17 visita Orihuela; ese mismo día debuta la compañía de Margarita Xingú que trae un buen repertorio teatral. El 18 enrolla por fin el cuadro y lo factura en el tren para Madrid-Nueva York, vía marítima. El 19 de enero por la noche, en coche-cama vuelve a Madrid. Escasa repercusión tuvo en la prensa alicantina la estancia de Sorolla. pero el 20 de enero dice Diario de Alicante.

Anteayer facturó el soberbio cuadro pintado en nuestros palmerales y destinado a Nueva York. Ha sido verdaderamente lastimoso que el gran artista no haya dado a conocer a Alicante su portentosa obra que inmortalizará la belleza de nuestro paisaje en remotas tierras.

De Alicante partió hacia Madrid y luego hacia Ayamonte (Huelva) para pintar el cuadro La pesca del atún (1919).

Datos sobre el Palmeral de San Gabriel (Alicante)

La ordenación del nuevo barrio San Gabriel, antiguamente llamado de L’Harmonia, a partir de 1920 ocupó terreno de la gigantesca finca por su extremo este. Después de 1930, la Compañía Transmediterránea compró la hacienda de El Carmen, que acogía varias estancias y viviendas, como la Casa Amarilla, la Fuensanta o La Cigüeña, con un entramado hidráulico de cisternas, balsas y acequias. En 1944, la adquiriría el Ayuntamiento de Alicante, bajo la alcaldía de Román Bono Marín y, ocho años más tarde, en septiembre de 1952, el municipio se la entregaría a Manufacturas Metálicas Madrileñas, SA, aunque obligándole a reservar el palmeral para un uso de parque público. En noviembre de 1953, volvería de nuevo a desmembrarse para ubicar la factoría Aluminio Ibérico, quien a su vez la seccionó para Endasa, la Cooperativa Sindical de Viviendas San Gabriel Arcángel y un tramo de vía ferroviaria.

En 1944, el arquitecto municipal de Alicante, Félix de Azúa Gruart, valoraba en 622,866 pesetas (3,744 euros) los terrenos de la antaño señorial e inmensa finca El Parque o El Carmen, enclavada entre los barrancos de Agua Amarga y Les Ovelles, apreciando una extensión de 175 hectáreas.

Entonces, sus sembrados se hallaban desatendidos, sus novedosas instalaciones abandonadas, sus estancias ocupadas por parejas, rateros y mendigos y su tradicional sistema de riego, seco o deteriorado. Pero El Carmen había sido un exuberante huerto de 7,000 palmeras a finales del siglo XIX, productor de un fresco microclima que amparaba un oasis agrícola de higueras, algarrobos, olivos, almendros, frutales y viñas. Una riquísima hacienda en la costa de la partida de El Baver de la que hoy solo queda un fragmento, el Palmeral de San Gabriel. El jardín nipón y mediterráneo que, en octubre de 1997, inauguró el alcalde Ángel Luna, ya con la décima parte del arbolado original.

Fraccionada constantemente, tras sucesivos dueños fue propiedad del diputado y ministro de Marina Mariano Roca de Togores, marqués de Molins, y de sus herederos hasta 1913, en que su posesión pasó a manos de Juan José Soler y Ases, de Valencia, arriesgado empresario, inquieto innovador y amigo de Joaquín Sorolla. Soler aprovechó profundamente sus parcelas de para explotar cultivos o extraer arena, además de crear una fábrica de cemento, un complejo para procesar estiércol (Fábrica de Abonos Químicos Juan José Soler y Compañía) y una vaquería (Granja El Carmen), con seis vacas suizas y holandesas paciendo junto al mar. En abril de 1933, la dirección de Primera Enseñanza aprobó construir un inmueble escolar que la guerra truncó.

Cada vez más reducida, el 28 de agosto de 1971 volvía a recortarse la propiedad sobreviviente, con un territorio cada vez menor para el municipio, la finca El Palmeral, resto de otra fracción de la primitiva hacienda El Carmen, finalmente destinada a parque público, y algunas de cuyas acequias, muros y puentes siguen en pie a pesar de la nueva agresión urbana que supuso la tangente Urbanización El Palmeral sobre los restos del viejo huerto.

Breve reseña biográfica de Joaquín Sorolla

Joaquín Sorolla y Bastida viene al mundo el 27 de febrero de 1863 en la Calle Nueva n.º 4 de Valencia, hoy Mantas, en pleno casco antiguo, muy cerca de la Plaza Redonda. Al año siguiente nacerá su hermana Concha. Su padre era un comerciante natural de Cantavieja (Teruel) llamado Joaquín Sorolla Gascón que regentaba la tienda de tejidos «Sis dits» junto a su esposa, la valenciana Concepción Bastida Prat.

Ambos murieron durante la epidemia de cólera en agosto de 1865; residían en calle Barcelona n.º 6, dejando dos huérfanos de dos y un año, respectivamente.

Los recogió su tía materna Isabel y su marido José Piqueres, quien era cerrajero de profesión; el matrimonio no tenía hijos y vivían en la calle Juan de Austria n.º 20.

Viendo las cualidades del chaval para el dibujo, lo ingresan a los 15 años en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia; allí se forma durante tres años tratando amistad con su compañero, Juan Antonio García, hijo de Antonio García Peris, el más importante fotógrafo de Valencia que, a su vez, lo contrata como coloreador fotos. Al comprobar sus virtudes, se convertirá en su mecenas y protector, casándose Sorolla con su hija llamada Clotilde García del Castillo (1865-1969) el 8 de septiembre de 1888, una bella valenciana que le dio tres hijos, y los tres fueron alumnos de la Institución Libre de Enseñanza: María Clotilde (Madrid,1890-Madrid 1956) pintora, casada en 1914 en Jaca con otro pintor, Francisco Pons Arnau; Joaquín (Valencia,1892-Madrid 1948) fotógrafo e ilustrador; y Elena (Valencia,1895-Alayor 1975) escultora, casada Victoriano Lorente Jiménez, inspector general del Cuerpo de Ingenieros de Montes. Tuvieron ocho nietos de sus dos hijas, seis varones y dos mujeres.

Al parecer, tuvo Joaquín Sorolla un hijo ilegítimo en 1905, llamado José Martínez Fossati, de sus relaciones con la joven Carmen Fossati, hija del antiguo alcalde de Pueblo Nuevo del Mar, en el Cabañal (Valencia), en cuya casa se solía alojaba pintor para pintar escenas costumbristas.

Otra importante faceta artística que desarrolló en aquellos años fue la de retratista. Posaron para él personajes como Ramón y Cajal, Pérez Galdós, Antonio Machado, Azorín y su paisano Vicente Blasco Ibáñez, además de políticos como Emilio Castelar, el rey Alfonso XIII, el presidente William Howard, Raquel Meller, Isabel Brú. Por otra parte, sumó una buena colección de retratos de su esposa, familia y algunos autorretratos.

En 1914 había sido nombrado académico y, cuando terminó los trabajos para la Hispanic Society, trabajó como profesor de composición y color en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. El 17 de junio de 1920 pintando el retrato de la norteamericana Mabel Rick, esposa del escritor Ramón Pérez de Ayala, le da un ataque cerebrovascular quedando hemipléjico del lado izquierdo y sin habla. Aquello fue el principio del fin al ir degenerando en su decrepitud hasta fallecer en el chalet de su hija María situado en la madrileña localidad de Cercedilla, a las diez y media de la noche del viernes 10 de agosto de 1923.

Notas

Conferencia de Joaquín Santo Matas celebrada en la Asociación de Artistas Alicantino el 27 de febrero de 2013.
Vallina Vallina, A. «Sorolla y la familia de Julio Guillén Tato: un siglo del palmeral de Elche (1918-2018)». Nuevo Impulso.net.