Cuando se menciona la palabra trama, es muy probable que pensemos en el relato que desarrollan las novelas, las películas o series que nos atrapan en secuencias con personajes que tejen una historia hasta tener un desenlace. Muchas veces resonamos con la trama y otras nos desenganchamos por falta de encanto o interés. Sin embargo, las tramas son mucho más que los relatos ajenos que observamos como espectadores. Por ejemplo, las tramas pueden ser las redes que tejen las arañas laboriosamente, cuando unen sus sutiles hilos para atrapar el alimento, o también puede ser el tejido como una trama de hilos que se entrelaza para dar sentido a una figura, una forma o un textil.

Para los tejedores cada textil tiene una trama que cuenta una historia escrita con los colores y símbolos que representan la identidad o identificación con el lugar de origen, el espacio o los seres cósmicos y telúricos que influyen en la vida del tejedor, así como la comunidad de la que hace parte y con la que comparte el imaginario existencial. Esta perspectiva de los tejidos se encuentra en las culturas ancestrales de la tierra, desde el África profunda hasta la Patagonia, pasando por las culturas nórdicas, todos entrelazan hilos para crear tramas que representan sus cosmovisiones plasmadas en símbolos creados con formas que contienen las claves de su existencia y de su historia. Todas las civilizaciones han hilado sus relatos con los colores, texturas, pigmentos y figuras que representan en el tejido de la vida inspirado en el entorno que les rodea y la realidad que habitan.

Y es que la vida misma es una trama de hilos invisibles que tejen nuestra historia, contexto y entorno. Así nos conectamos con lazos, como los de la familia a la que pertenecemos, el lugar donde nacimos, el espacio que habitamos, la comunidad que nos rodea, el planeta, el cosmos y el universo al que pertenecemos. Nosotros, consciente o inconscientemente, tejemos la trama de nuestra vida con las relaciones que establecemos, los lugares que habitamos, los sitios que recorremos, la labor que realizamos, los pensamientos que tenemos, las palabras que decimos, los pasos que damos. Creamos una estructura existencial que nos determina en distintos planos como el mental, emocional, social, psicológico, energético y vibracional, de manera que somos constructores de la realidad. Por eso muchas veces nos sorprendemos con situaciones, coincidencias, causalidades y sincronías que nos marcan el devenir de la vida, pues hemos creado una trama que resuena al ritmo del tejido construido.

Y es que el entramado es una estructura que en arquitectura o ingeniería se refiere al tejido que sostiene las paredes y los tejados de las construcciones, desde las habitaciones más pequeñas hasta las grandes infraestructuras como puentes, edificios e incluso ciudades. Las vías de trenes o las conexiones eléctricas son entramados que cruzamos sin verlos y usamos sin percibirlos, mientras en las calles que caminamos tenemos tramas invisibles de redes y ondas a través de las cuales nos comunicamos y también otros se comunican sin que apenas los percibamos.

En términos de resonancia las tramas tienen que ver con las vibraciones de los tejidos, porque cada hilo, cuerda y color tiene una frecuencia, igual que los pensamientos o las notas musicales tienen una vibración acorde con el ritmo o la tensión que el creador pone en cada tono. Es tan potente la conexión que se teje en las tramas, que en la mecánica cuántica se habla del entrelazamiento para referirse a la comunicación existente entre las partículas que aun estando separadas se conectan a través de ondas, como vibraciones invisibles que unen o entrelazan lo que proviene de un mismo objeto o partícula, incluso en la distancia. Es lo que se conoce como el entrelazamiento cuántico, que explica la conexión más allá de lo visible para dar cuenta de la existencia de redes, ondas y resonancias que nos unen a distintas tramas y entramados.

Esa conexión entre las múltiples tramas se manifiesta desde las partículas subatómicas hasta las células que conforman los órganos del cuerpo (humano, animal, material), cuyos tejidos permiten que se cumplan unas determinadas funciones con una estructura que vibra y resuena en una melodía silenciosa que marca cada movimiento, uso o función. Las resonancias se expresan en las tramas del multiverso (porque no solo existe un universo, sino muchos), de la misma manera que las neuronas tejen el entramado de conexiones en el cerebro que vibra según los pensamientos, las frecuencias y tonos que creamos cuando activamos la mente o el poder mental que apenas estamos reconociendo.

Cuando hablamos de las tramas, muchas veces no somos conscientes de que hacemos parte de una red tejida por pensamientos, acciones, palabras que se dicen o se escriben creando entramados en los que podemos quedar resonando alto por su elevada vibración o atrapados como en laberintos sin salida construidos por las cargas convertidas en trampas de las que nos cuesta salir. Cuando son pensamientos positivos, que están alineados con un propósito de vida, en el mundo espiritual se habla de la resonancia con nuestro Bien Mayor. Tal y como lo dice la canción de música medicina de Ivan Donalson: «Soy el tejido, soy el tejedor. Soy el sueño y el soñador», reflejando de una bella manera la capacidad que tenemos de crear las tramas de la vida y de hacer realidad nuestros sueños.

Por el contrario, cuando tramamos algo para sacar provecho de una situación, en contravía de los principios del bienestar personal y colectivo, se crean nudos o pesadillas que en algún momento tendrán un atasco en el fluir de la energía del emisor o el tejedor. De ahí la importancia de ser conscientes de la capacidad que tenemos de tejer la realidad, como creadores que somos.

Es tan clara que existencia de las tramas, que cuando se hace referencia al tejido de pensamientos que configuran una idea se pregunta ¿Tú qué tramas? Es una clara alusión a alguien que está ensimismado pensando algo, como si estuviera hilando un entramado de ideas para trazar un plan, un deseo o una ilusión. Por otro lado, las tramas también hacen alusión a las redes delincuenciales, a los entramados que se enredan creando las riñas, discusiones o peleas, como trampas que crean nudos en los tejidos de la vida de las personas, los grupos y la sociedad.

Curiosamente existe un gran parecido entre las palabras trama y el trauma, pues una sola vocal, la U, une la trama con el trauma, como una manifestación del efecto que se genera en el tejido cuando hay un golpe que afecta lo que somos, pensamos, sentimos, vibramos y manifestamos. De esta forma, las heridas, los problemas no resueltos o los nudos de las experiencias no superadas generan traumas que nos atrapan en una constante repetición del dolor y de la vivencia traumática, afectando nuestra posibilidad de crear una trama que acompañe el fluir de la vida.

Si somos conscientes de que somos parte de esas tramas, quizás podamos recuperar nuestra capacidad de liberar y soltar los pensamientos para tejer entramados de la más alta vibración, desplegando todo el potencial del cerebro cuántico que somos. Entonces podremos ser creadores conscientes de la realidad y seres capaces de soltar los traumas para vivir tramas en las que podamos ejercer el libre albedrío y la soberanía plena a la que hemos de llegar en la nueva humanidad que estamos creando. Así seremos el tejido y el tejedor, el sueño y el soñador.