Los acontecimientos en el mundo evidencian el advenimiento de la era del florecimiento de la humanidad. La humanidad es un elemento del universo y se rige por sus principios y leyes universales. Aún cuando los humanos hagamos esfuerzos orientados a nuestros puntos de vista con sanas intenciones, sólo se hará realidad las intenciones que concuerden con los principios y leyes universales.

Los principios y leyes universales tienen su fundamento en la esencia universal. El conocimiento de la esencia universal es el primer paso que debería dar el ser humano para ordenar sus actos, objetivos, intenciones e ideales con acierto. La carencia de ideales es una de las debilidades de la humanidad, por ello, se está desintegrando y autodestruyendo inevitablemente. Si la humanidad va camino a su autodestrucción, ¿cómo es posible la era de su florecimiento? Según la esencia universal, toda desintegración libera energía. La energía liberada por la autodestrucción de la humanidad son las ideas que surgen como consecuencia, en forma de inquietudes, actitudes de responsabilidad, investigación de las causas, creación de pensamientos, todo encaminado a dar respuesta a los problemas del mundo.

El problema del mundo actual es la autodestrucción de la humanidad, la intensidad de este problema genera proporcionalmente la misma intensidad de reacción en las ideas. Sin embargo, para garantizar la integración de la humanidad, es necesaria la superioridad de la energía expresada en valores, ideales y pensamientos. Esta superioridad de la energía es el resultado de la integración de la energía humana con la energía del universo. Esta integración de fuerzas constituye la nueva fuerza universal que conduce a la humanidad a su florecimiento.

De acuerdo con el principio de inseparabilidad de la energía y la materia, la desintegración de los sistemas materiales genera la liberación de la energía, esta energía tiende a integrarse en un nuevo sistema. En la humanidad ocurre del mismo modo, las nuevas ideas y pensamientos universales conlleva a la integración de la humanidad. En otras palabras, la humanidad se integra por causa de la energía que es superior a la conservación de la humanidad. La energía superior no surge de la mente humana, tampoco de los valores humanos, la energía que es capaz de integrar a la humanidad tiene bases universales, las mismas bases que hacen posible la vida en la naturaleza y la existencia en el universo.

De acuerdo con el principio de conservación de la energía, los ideales se integran a la humanidad por medio de la conciencia planetaria, esta conciencia planetaria es la fuerza que conduce el destino de la humanidad hacia su conservación. Por tanto, las fuerzas humanas no son suficientes para su conservación en el tiempo, puesto que, todas las fuerzas están interconectadas en el universo. Asimismo, la humanidad en todos los tiempos ha buscado la esencia universal, ha buscado los principios universales para conectarse con las fuerzas del universo. Cuando la humanidad decidió anular las verdades universales al mismo tiempo se ha desconectado de las fuerzas universales, conduciéndose solamente con las fuerzas humanas que surgen como ideas políticas y corrientes filosóficas agrupadas en el pensamiento débil. El peor error de la humanidad ha sido apoyarse en el pensamiento débil. El pensamiento débil es la baja energía que le hace inconsistente la vida humana y por tanto le conduce a su autodestrucción.

De acuerdo con el principio de destrucción todo sistema que se conduce con la energía débil está destinado a desintegrarse. En la humanidad la desintegración es un proceso que comprende los conflictos globales, los conflictos sociales, y los conflictos personales. Esta concatenación de los conflictos refleja la concatenación de los niveles de energía. La ruptura de la energía en un determinado nivel de conexión desencadena la ruptura en los niveles inferiores.

La concatenación de los conflictos también nos manifiesta la inseparabilidad de la energía y la materia, por ello, la debilidad de la energía conduce a la desintegración del sistema. El pensamiento débil genera la desintegración de la humanidad. Este hecho nos conduce a la reflexión y a generar nuevos pensamientos. Esta creación de nuevos pensamientos nos conduce a la sustanciación, a buscar los fundamentos universales, esto es, volver a los principios universales para darle consistencia a los nuevos ideales de la humanidad.

Para volver a los principios universales es necesario la interacción de la mente humana con la realidad, en esta interacción se va depurando las ideas falsas para llegar a las ideas universales que tienen su base en la verdad universal. Esta verdad tiene como fundamento los principios y leyes universales. El conocimiento de estos principios y leyes son nuevas verdades que deben cultivarse por medio de la educación. La educación es un proceso que conduce al ser humano a la esencia universal; y esta a su vez, es la base de la sabiduría universal. La sabiduría universal es la integración de la energía universal en la conciencia humana.

La formación de la conciencia humana refleja la integración de la energía a la persona. Los principios y leyes universales son la identificación de la energía universal. Esta energía se conceptualiza en el pensamiento como verdad universal. Por tanto, toda verdad tiene fundamento en la energía representada en la ley. La fuerza de la verdad es proporcional a la fuerza de su fundamento que puede ser un principio, una ley universal o una ley específica. El conocimiento de los principios y leyes universales es el proceso de integración de la energía en la conciencia humana. Este conocimiento de los principios y leyes universales tiene la más alta jerarquía, como tal, es la energía fuerte que garantiza la conservación de la humanidad. La fuerza del pensamiento depende de su fundamento. Si el fundamento de la verdad es universal también será universal su fuerza.

Por otro lado, cuando la fuerza del pensamiento es débil debido a que sus fundamentos son ideas falsas, creencias, hipótesis no contrastadas, teorías científicas temporales, tarde o temprano generan conflictos con la realidad, y si estas ideas se aplican en la humanidad originan a los conflictos globales, iniciando la desintegración de la humanidad, la sociedad y la persona.

La desintegración de la humanidad genera la creación de las nuevas ideas, de los nuevos pensamientos, nuevos ideales. La energía es indestructible, por ello, la humanidad seguirá generando nuevas ideas para su conservación. Sólo la materia es destructible, sólo las personas estamos sujetas a la ley de la temporalidad, porque como seres vivos tenemos el soporte biológico material que depende de la energía, esta dependencia de la energía nos hace seres temporales. Esta, es la razón por la que el ser humano siempre ha buscado la intemporalidad, la trascendencia, la inmortalidad y lo encontró en la verdad universal.