En diversos artículos me he referido a la necesidad de ir haciendo posible, ir «alimentando», un cambio en el actual paradigma cuya antigüedad suele estimarse en unos 8 mil años al que hemos denominado de «lucha entre opuestos por prevalecer» para poder irlo reemplazando, de manera paulatina, por un paradigma diferente que hemos denominado «de los opuestos en la inclusión y los acuerdos» que posibilita un proceso hacia una sociedad pacífica, armónica, más justa, trabajando en equipo sobre la base de valores humanistas y éticos, aplicando el conocimiento científico, la tecnología, la colaboración mutua, en una nueva manera de relacionarnos.

Sabemos que el actual paradigma de «lucha entre opuestos por prevalecer», nos conduce y nos mantiene en el dolor, la destrucción, a continuar sin poder solucionar los actuales conflictos y problemas de convivencia de todo tipo que afectan al planeta. Lo que ahora nos da esperanzas es un fuerte desarrollo de la filosofía humanista y ética, así como en el conocimiento científico y tecnológico que posibilita, además, ir generando un nuevo paradigma apuntando hacia la esperanza de un mundo mejor.

¿Qué nos falta para poder tener la «voluntad social» que nos permita ir cambiando el enfoque actual al vivir en un paradigma que sabemos que no es deseable ni sustentable en el tiempo? Más aun cuando la amenaza de destrucción de la humanidad es alta, sea por el cambio climático, la destrucción del medio ambiente y quizás, lo más inminente, un desastre nuclear, sea por algún conflicto, por algún accidente o por algún atentado.

1) El «trabajo interior» de cada uno

Es necesario un «trabajo interior» voluntario y comprometido, de cada uno de nosotros que nos lleve a modificar nuestra manera de ser, de relacionarnos, de comportarnos. Es una necesidad imperiosa que alimentemos un mundo con esperanzas de sustentabilidad en el tiempo y que además nos permita vivir en paz y armonía. ¿Es posible? Si que lo es, pero necesitamos la voluntad de hacerlo. Y algo más que es fundamental, necesitamos reconocer evidencias irrefutables acerca de nuestras comunes características en cuanto «seres humanos en este planeta»:

  • Reconocernos esencialmente ignorantes frente a las preguntas acerca del origen de lo creado, de lo frágil que somos, de nuestro sentido existencial en este planeta. Reconozcamos nuestra fragilidad. Reconozcamos que tenemos limitaciones y posibilidades por contar con un libre albedrío que está acotado y determinado por nuestras limitaciones y características. Reconozcamos que nadie es dueño de «la verdad».
  • Que las actitudes cerradas, dogmáticas, no nos favorecen, generan conflictos y/o tensiones innecesarias en nuestro entorno por la manera de relacionarnos cuando se asume «ser dueños de la verdad». Los «iluminados» no existen.
  • Hay personas que con la edad parecen tener más sabiduría de vida, pero la edad no siempre lo asegura. Siempre la relación se hace armónica cuando hay respeto mutuo y anhelo de empatizar mutuamente; de aprender del otro/a.
  • Necesitamos darnos un sentido existencial, dado que, dentro de nuestras características también se incluyen las genéticas, nuestro carácter, nuestras vocaciones y tendencias. Podemos elegir cada acción, aun cuando cada cual tenga diverso tipo de situaciones de vida.

2) Las creencias

Dadas nuestras características de incertezas, asumimos ciertas creencias. Hay enorme diversidad de credos; incluso la «incredulidad» parece también un tipo de credo.

Esos credos, a veces trasformados en religiones con sus adeptos, son perfectamente entendibles dado que generan un apoyo para la vida, a veces con sentido ético y valores humanos que no necesariamente se hacen parte intrínseca de la sociedad en que vivimos.

Pareciera que el problema esencial de las diversas creencias no parecen ser las creencias en sí, sino la relación que a veces se tiene con otras creencias diferentes. La Institucionalización de las creencias y su anhelo de «prevalecer» respecto del resto, muchas veces ha generado «horrores», que incluyen graves conflictos, cruentas guerras y masacres en la historia.

Cuando aprendamos a «convencernos» cada cual, en nuestro interior, y los credos desde su Institucionalidad, que cada uno puede ser válido y respetable para sus seguidores, y que ese postulado se haga parte de sus doctrinas más esenciales, un pilar de sus enseñanzas a los fieles, los fundamentalismos excluyentes y sus conflictos ya no serán posibles: no será avalado institucionalmente ese tipo de visiones.

Lo que invalida a muchos credos como fuente de sabiduría y armonía relacional es el pretender que son «el único credo con validez». Esa actitud es fuente del dogmatismo violento. La necesidad de incluir a los demás como «credos válidos en la diversidad de seres humanos que existen» y aprender unos de otros es el «gran paso» que como seres humanos hemos de dar.

En lo político y social, suele ocurrir algo similar que con los diversos credos. Posturas ideológicas intransables, cerradas, dogmáticas, basadas en una mezcla de creencias racionalizadas que impiden el diálogo y el aprendizaje mutuo nos tienen hundidos en el paradigma de «lucha de opuestos por prevalecer».

Aclaremos que ser «competente» para desarrollar ciertas funciones de cargo no tiene relación con el «luchar por prevalecer»: los opuestos pueden aprender a convivir y respetarse mutuamente y vivir el paradigma de la inclusión.

Un ejemplo práctico que en este aspecto nos puede dar el fútbol: un jugador es competente cuando ha desarrollado habilidades que aportan a su equipo para que, como conjunto, puedan «ganar» al equipo «opuesto». Si se pretende jugar «limpio», (ganar en buena lid), se gana cuando se logra superar en goles al adversario. Ese adversario no es un «enemigo» sino el rival de turno con el que debe jugar. Ese rival hace posible que haya un partido. Cuando se gana o se pierde, sin faltar a las reglas de juego que están acordadas, se ha sido competente para que el juego haya sido posible. Y se trasforma en una satisfacción esencial para todos.

Cuando se postula la necesidad de cambiar el actual paradigma para tratar de mejorar nuestro mundo, nuestra manera de relacionarnos, de tratar de vivir en paz, complementaria y armónicamente en la diversidad planetaria, estamos postulando a un mundo mejor. A mejores países o regiones planetarias si es que de ese modo estamos organizados. Para que podamos llegar a un proceso de cambio de paradigma que no sabemos cuánto ha de durar (¿500 años? ¿Más? ¿Menos?). No lo sabemos.

Sin embargo somos muchísimos que al reflexionar nos damos cuenta que tal como está el mundo actual no parece tener sustentabilidad en el tiempo dados los inminentes peligros de auto destrucción de la humanidad en sus actuales condiciones: cambio climático, destrucción medio ambiental, situaciones de pobreza y de miseria en amplios lugares de la tierra que contrastan con la opulencia y despilfarro de otros lugares, el peligro inminente de un desastre atómico por la potencia destructiva existente, solo por nombrar algunos fenómenos, es una amenaza que se nos hace evidente.

Todo lo anterior en un mundo que ha desenvuelto la filosofía humanista y ética, los conocimientos científicos y aportes tecnológicos que, si hubiese voluntad política (de gobernanza) estaríamos en condiciones de revertir esta preocupante situación.

3) ¿Cómo poder revertir lo que nos sucede?

Pareciera que es indispensable un trabajo interior, un esfuerzo para desenvolver nuestra consciencia, para potenciar una manera diferente de vivir (convivir), y relacionarnos mutuamente. Desenvolver la consciencia se traduce, en términos prácticos, en reconocer mis limitaciones y características que tengo como «ser humano» y tratar de tenerlas muy «presentes» en mi interior, en mi mente, en mi vida, para mantener un entorno sano.

Desenvolver nuestra consciencia se traduce en desenvolver nuestra capacidad de Amor expansivo. Esa capacidad se manifiesta en actitudes humanistas y éticas que nos llevan a colaborar, asistir, ser cordial, incluir para aprender, no descalificar, no murmurar (hablar mal de alguien que no está), tener calidez, amabilidad en el trato… Un Amor con todo lo que me rodea y con lo que puedo expandir en mi sentir interior. Callar, detener y controlar mi impulsividad. Aprende a dialogar, saber respetar y aprender de la diversidad humana. Apreciar a nuestros «rivales», a nuestros «pensadores con otras aristas en algún tema», a poder competir para aprender y desenvolver habilidades, pero jamás a tener «enemigos» ni buscar el prevalecer por la «lucha o el conflicto violento».

4) Cómo hacerlo «práctico» en lo inmediato

He postulado a un cambio de paradigma. Cuando me preguntan ¿Cómo se hace en la práctica? La respuesta que me surge es «partiendo desde nosotros mismos, y entregando elementos para desenvolver la consciencia desde la educación a jóvenes y niños».

He dialogado con muchas personas que me dicen que esto es muy demoroso y difícil. Concuerdo con ellos, pero en algún momento debemos comenzar. No ha de depender del «convencimiento» sino de la voluntad y del trabajo interior/exterior de cada uno.

Herramientas prácticas

  • Del primer pensamiento matinal: Que nuestro primer pensamiento al despertar sea expansivo y amoroso. Desde nuestro entorno más cercano hasta nuestro entorno aparentemente más «lejano», el Universo, al cual lo acercamos con nuestro pensamiento de Amor expansivo. Cada cual lo ha de crear.
  • Propósito diario: hagamos un propósito relacional con quien nos toque convivir en el día y con las actividades que vayamos a desarrollar.
  • La práctica de la meditación: A modo de ilustración un material para conocer.
  • Por las noches, examen retrospectivo: un ejercicio de detención.

Cuando pensamos en la Gobernanza, teniendo como referencia lo que sucede en mi país (Chile), reflexionando, dialogando, surge la necesidad de generar un «Movimiento Social ciudadano postulando a un desenvolvimiento de nuestra consciencia».

Nuevas visiones acerca de cómo gobernar; nuevos liderazgos; no existen adecuados requisitos exigibles a quienes pretenden gobernar nuestras sociedades y gestionar las Instituciones. Los partidos políticos nominan los candidatos de elección popular a veces con candidatos que no tienen competencias para ello. La democracia tal como la conocemos está en grave crisis, en Chile y en casi todas partes.

Se requiere atender las necesidades reales de la gente, sociedades que prioricen «el Bien Común Ciudadano», generando una cultura social y relacional donde los «derechos humanos» vayan de la mano con las «responsabilidades humanas»: respetar los derechos de toda la gente, en lugar de sólo exigirlos para sí mismos o para grupos o corporaciones.

Ser consecuentes con lo valórico, lo ético, teniendo consciencia de nuestras limitaciones y fragilidades lo que facilita el respeto al prójimo y a nuestro entorno.

¿Cómo llegar a concretar esta visión de un mejor país, de un mundo mejor?

Sabemos que se trata de un proceso en el tiempo. No sabemos de cuánto tiempo necesitamos para poder conquistar un mundo cordial que viva de manera adecuada para disminuir drásticamente los inminentes peligros destructivos a los que estamos afectos.

Es fundamental, urgente, potenciar lo anterior a través de la educación tanto pública como privada, de entregar herramientas a través de monitores o profesores para un trabajo interior de niños y jóvenes como las que he ilustrado entre muchas otras, para la expansión de la consciencia.

En materia de «herramientas para desenvolver la conciencia» hay que ser creativos e incluyentes. Una ilustración: En carta al diario El Mercurio de Valparaíso titulada Salud mental una lectora señalaba: «Mi contribución sería trasmitir que lo más urgente e importante en estos momentos es incluir en la malla curricular de los establecimientos educacionales un ramo de Introducción a la Psicología. Desde que inicié mi carrera de Psicología en la UDP en 1995, pensé: Si esto me lo hubiesen enseñado cuando era pequeña, quizás me habría evitado muchos momentos difíciles y dolorosos».

Otro gran desafío es como enfrentamos la enorme necesidad de resolver los problemas dramáticos relacionados al Bien Común Ciudadano que se hacen urgentes y que no pueden esperar: Seguridad ciudadana, vivienda y urbanismo incluyente, previsión, salud, educación…. Pero estamos en un ambiente donde la mentalidad esta inserta en el paradigma de «lucha de opuestos por prevalecer» con una manera de hacer política desgastante, con algunas visiones muy rígidas, prejuiciosas, cerradas para llegar a acuerdos.

El desafío en Chile es lograr un cambio de actitud para generar una gobernanza sobre la base de un Gran Acuerdo Nacional entre quienes ocupan los diversos cargos de gobierno, los parlamentarios, en los diversos poderes e instituciones de manera que comiencen como un gran equipo de trabajo en favor del país, priorizando el Bien Común Ciudadano en lugar de seguir viéndose como «enemigos» entre gobierno y oposición, derechas e izquierdas, en lugar de considerarse como un «solo gobierno mancomunado del país» centrándose de manera creativa en buscar soluciones a las necesidades de la gente en lugar de defender posturas ideológicas cerradas y opuestas.