Cada año Chile celebra en esta fecha el día de la independencia nacional, aunque esta no corresponde a la declaración del país como Estado independiente.

En realidad, el 18 de septiembre de 1810 se constituyó la Primera Junta Nacional de Gobierno, ante el vacío de poder creado por la abdicación del rey Fernado VII de España. El monarca español fue depuesto por Napoleón Bonaparte en mayo de 1808, quien nombró Rey de España a su hermano mayor, José Bonaparte.

El movimiento de 1810 no era independentista ya que la Primera Junta se declaró leal al rey depuesto. A pesar de algunas reformas políticas y económicas tomadas por la monarquía española, las colonias iban a entrar en conflicto con ella, lo que condujo finalmente a la ruptura y a las guerras por la Independencia.

La Independencia de Chile fue proclamada oficialmente el 12 de febrero de 1818 por el General Bernardo O’Higgins, un año después del triunfo en la Batalla de Chacabuco, librada por el Ejército de Los Andes, la coalición armada entre Argentina y Chile contra las fuerzas de ocupación españolas.

La fiesta popular del Dieciocho

Este evento anual está marcado por un conjunto de fuertes tradiciones que han quedado grabadas en la memoria colectiva de los chilenos y que aún perduran. Entre ellas, la fiesta popular con sus « ramadas o fondas », bares-restaurantes de fortuna armados bajo una empalizada de eucaliptus, cubiertas con ramas de árboles, donde se reserva un espacio para el baile popular, la Cueca.

Es también el momento en que la identidad popular nacional se expresa en las artes culinarias que no pueden faltar a la cita, como las cazuelas : de ave, de vacuno, de cerdo con chuchoca, de cordero con mote (trigo duro cocido al vapor), asados de vacuno con ensaladas, asados de cerdo con porotos (alubias) y todos los derivados del cerdo (perniles, arrollados, prietas, chunchules, la tradicional Cabeza de Chancho, etc.) y, por supuesto, las apreciadas empanadas de horno o fritas.

Entre las bebidas, figuran la tradicional Chicha de guarda, los vinos pipeños, los ponches diversos de vino con frutas, el Colemono (Pisco con leche y especias), el aguardiente y la infaltable Chupilca (vino tinto con harina tostada de trigo). Este último brebaje es consumido especialmente después de las trasnochadas para «componer la caña».

Otras variantes son la chicha con harina tostada ; la chicha con ají verde (picante), al parecer, esta fórmula esconde un antídoto contra la colitis que puede provocar este brebaje en algunas personas ; el Chichón o chicha mezclada con vino blanco para bajar el dulzor de la chicha nueva e incluso, la chicha con aguardiente para realzar el bouquet y el grado alcohólico.

Los orígenes de la tradición

Las «fondas o ramadas» con sus comidas, bebidas y bailes, vienen de los tiempos del Chile colonial en que el país era una Capitanía General, dependiente del Virreinato del Perú. Era una festividad ligada a la cosecha del trigo y su ulterior trilla (separación del grano y la paja).

La trilla consistía en disponer el trigo cosechado, atado en gavillas (manojos sujetos con una cinta de vegetal) en un montículo llamado «parva», al centro de un enorme ruedo llamado «era» dentro del cual se hacían circular los animales a galope tendido, los que al pisotear las gavillas lograban separar la paja del trigo.

Era la «Trilla a yegua suelta», tradición milenaria que vendría del Egipto antiguo, pasando por Roma y de allí a España, desde donde fue introducida en las Américas durante la colonización española.

La trilla de la cosecha de otoño coincide con la llegada de la chicha nueva, entre fines de marzo y comienzos de abril, indispensable para preparar, en otoño, la llegada del invierno. La creencia popular consideraba que «chicha con naranjas» era un eficaz antídoto contra los resfríos y la gripe invernal.

La fiesta de la trilla

Era animada por un concurso entre dos duos de jinetes que conducían sendas tropillas de yeguas. El equipo ganador era el que les imprimía mayor velocidad, pero se premiaba también la destreza en la maniobra de cada grupo.

Alrededor de la era, se levantaban las fondas donde los campesinos bebían, comían y bailaban la Zamacueca, ancestro de la cueca, y escuchaban las tonadas interpretadas por las «cantoras», acompañadas de guitarras, arpa y cajas de percusión.

Las fondas dicciocheras, reflejo de las fiestas de la trilla

La región de Santiago de Chile fue el centro de las batallas decisivas por la Independencia (1817 y 1818), exceptuando el último reducto español en Chiloé que cayó a comienzos del año 1826.

Dichas acciones tuvieron lugar a algunas decenas de kilómetros de Santiago, en Chacabuco, poblado a 50 km al noreste de la capital (12 de febrero de 1817) y en Maipú (5 de abril de 1818) a 15 km al sudoeste de la ciudad.

El estilo fiestero y popular de la trilla pasó a ser también el de las Fiestas Patrias del 18 de Septiembre. No cabe duda que la consolidación de la República en 1818 fue generando ese sentimiento nacional; este acontecimiento anual pasó a ser una tradición. La fecha es motivo de diversas interpretaciones e incluso polémicas.

El fervor popular en torno a las zonas rurales que rodeaban la capital contribuyó al paso de las fiestas populares coloniales hacia el marco de la nueva organización del país: la República.

Esto no significa que las otras regiones de Chile no hayan aportado su acervo popular local, pero es imposible recorrer en estas pocas líneas la totalidad del Chile continental con una longitud de 4500 km.

De lo rural a lo rururbano

Tres de los centros de gran tradición folklórica regional fueron :

  • La provincia de Santiago, hoy Región Metropolitana,
  • La provincia de Aconcagua, hacia el norte y,
  • La provincia de O ‘Higgins hacia el sur.

Santiago de Chile hasta los años cincuenta, antes de la explosión metropolitana, estaba rodeada de un cinturón verde compuesto de haciendas, fundos y chacras que alimentaban en productos de la tierra a la gran ciudad. En esas zonas lo rural se fue integrando a la cintura periurbana y, con ello, las tradicionales fiestas populares.

La colosal extensión del área urbana del Gran Santiago, en la segunda mitad del S-XX, acabó por absorber las tierras de cultivo de haciendas, fundos y chacras. La migración del campesinado periurbano generó el «gran cordón de villas miseria» alrededor de la nueva metrópolis. El patrón de habitabilidad rururbano (casas de solo planta baja con jardines importantes) agravó el uso del suelo extensivo de la ciudad, en «mancha de aceite».

Aconcagua y O’Higgins, las dos provincias citadas, eminentemente agrícolas, poseen tierras feraces y de buen riego gracias a dos grandes hoyas fluviales. La población campesina fue siempre importante en ambas regiones, grandes productoras de frutos del país :

  • La cuenca del rio Aconcagua con sus dos principales ciudades, San Felipe y Los Andes, y una cadena de pueblos agrícolas entre Los Andes y Llay Llay, se ha destacado desde temprano por sus viñedos y la producción de excelentes chichas, vinos y aguardientes.
  • La cuenca del rio Maipo, al sur de la capital, alimenta una cadena de pueblos agrícolas desde la precordillera (Cajón del Maipo) hasta su desembocadura en el Pacífico (Rocas de Santo Domingo y Llolleo) es una importante zona agrícola. Es desde O’Higgins al sur que se producen también los mejores mostos del país.

El profesor Fernando Wilson1 anota precisamente que «se optó por el folclor campesino del valle central como símbolo o reflejo de chilenidad». Estima que, a principios del siglo XIX, «el sentimiento patrio se festejaba en las «chinganas» de Valparaíso o del Almendral», después del retorno de la expedición chilena en la guerra contra la Confederación Perú Boliviana» (1837-1839). Es decir, a solo veinte años de la Independencia.

Mauricio Rugendas (1802-1858), pintor costumbrista natural de Bavaria, vivió en Chile entre 1834 y 1842, en el mismo período precedente, y dejó una amplia colección de obras en las que perpetuó la vida rural de Chile; entre ellas se destacan dos obras relacionadas con el tema de este artículo, La Trilla y La Cueca.

También en las láminas de la obra Atlas de la Historia Física y Política de Chile del naturalista francés Claudio Gay2 se destacan escenas de la vida rural en el país como el grabado Una trilla (1854). Lo que prueba que las tradiciones rurales se mantuvieron a lo largo del S-XIX, aunque el contexto de la Encomienda y el latifundio coloniales había sido remplazado por la República.

La rururbanización cultural

Hubo entonces, una transposición desde las espontáneas ramadas de la trilla y las Chinganas hacia formas comercialmente mucho más elaboradas, entre las que fueron apareciendo las Casas de Fiesta, las Casas de Remolienda (menos inocentes) hasta llegar a las Casas de Niñas que, por cierto, no eran las de los conventos, y que probablemente sean los ancestros del prostíbulo moderno.

Se llega a las Quintas de Recreo, típicas de los años cuarenta a sesenta, con nombres sugestivos como El Rosedal, El Parrón, El Rancho Criollo, etc., que nacieron de los establecimientos semirurales precedentes, en la periferia metropolitana, forma ya urbana que va a inscribirse en el equipamiento de las grandes ciudades.

El público acudía en familia o en grupos de amigos, de viernes a domingo, a pasar un día de campo con aire, paisajes, comidas, música y baile, siendo «la matanza del chancho» (cerdo) un típico ritual en la gastronomía popular.

Al parque!… Al parque!…

El lugar tradicional de la Fiesta Nacional en Santiago de Chile ha sido el viejo Parque Cousiño, hoy Parque O’Higgins, en cuya explanada se realiza cada año la «parada militar» donde autoridades de la República y las fuerzas armadas rinden homenaje a los patriotas, padres de la Independencia del país. Su actual nombre honra la memoria de Bernardo O’Higgins, procer y primer Director Supremo de la naciente república.

El alcoholismo popular

Como se puede suponer, las fiestas suelen conllevar también ciertos excesos. Es el caso de la adicción popular al alcohol. Ya tempranamente un edicto de la Corona Española limitaba la producción y venta de alcoholes, para frenar la adicción entre los indios de los encomenderos lo que, por cierto, no era exclusivo de las poblaciones originarias sino también vicio de la soldadesca colonial. En torno a la trilla nacieron los chuscos o vividores de bajo pueblo, cuya única finalidad era divertirse, beber, bailar y enamorar, suerte de faunos criollos.

«Chicha y chancho»

Es un viejo proverbio, y no anda mal porque ambos productos se complementan «como uña y mugre» según otro dicho popular. Es probable que la acidez de la chicha actúe sobre el contenido graso de los múltiples derivados del cerdo, coadyuvando a la buena digestión.

La parte musical: la Tonada y la Cueca

Sobrevolando el tema en una gran perspectiva, el arte de la Cueca nace en el Perú con su expresión popular fuertemente impregnada de influencia afroamericana. No es necesario demostrar la existencia de esclavos negros en toda la costa del Pacífico y, en particular, en dicho país.

La tonada, que no trataremos aquí, deriva probablemente de la romanza medieval del sur de España, matizada con elementos de las cultura sefaradíes y moriscas. Su tempo lento invita a la reflexión, a la remembranza y la nostalgia.

El vocablo Zamacueca es una contracción de Zamba y cueca; fue el baile colonial que precedió a la Cueca. Se declinó en Zamacueca en los tiempos de la Colonia y luego pasó a ser la cueca, ya en la República.

Se supone que nació entre los esclavos negros del Perú, aunque es posible que también en las plantaciones de caña del Noroeste argentino, fronterizo con el Altiplano boliviano. En la cueca, el ritmo, la percusión e incluso la palabra cueca tienen raíces africanas.

Existen variedades de cuecas en el Perú, Bolivia y en Argentina. Estas variantes locales de la cueca, tanto en Bolivia como en el norte de Argentina, deben haber llegado desde el Perú por el altiplano. La cueca mendocina, en cambio, provendría de la cueca chilena.

Mendoza y San Juan formaron parte del Corregimiento de Cuyo del Reino de Chile durante más de dos siglos. Con la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, dejaron de ser chilenas y, con la Revolución Argentina de 1810, ambas pasaron a la jurisdicción de la nueva república.

Como quiera que sea, el interés por la cueca parece haberse acentuado con la derrota de la Confederación Perú Boliviana en 1839, como lo señala Wilson1, exaltando el sentimiento patriótico en Chile. La temática de la cueca que comienza a cantarle loas a la nación. Es probable que el desembarco en Valparaíso de las tropas que volvieron del Perú haya sembrado la simiente del fervor cuequero que se desarrolló también en dicho puerto. No olvidemos que del mismo había partido en 1820 la arrolladora Expedición Libertadora del Perú que culminó con la expulsión del ocupante español y su Virreinato con asiento en ese país.

Los tipos o estilos de cueca

Existe una variada gama de estilos si se tienen en cuenta los países de la parte sur del continente, Argentina, Bolivia, Chile y Perú. No entraremos en la clasificación de esas diversas y ricas variantes. Es evidente que todas las formas de creación musical evolucionan en función de las culturas regionales y subculturas locales. Las cuecas Marinera, Cuyana, Salteña, Chilenera, Centrina, Costina, Chora, Brava, Urbana, etc. marcan esos diferentes estilos entre subculturas de un mismo arte.

Entrar en dicho tema implica ahondar en sutilezas complejas como la métrica, los ritmos, los instrumentos, las temáticas diversas o también la composición de los grupos, lo que conduce inevitablemente a largos estudios para desentrañar las diferencias específicas. El lector puede ahondar en estudios citados en referencias3.

Cantoras, músicos y cuequeros

Diversos períodos debió afrontar la cueca chilena y en general el folklore tradicional, primero bajo la fuerte influencia continental del rock iniciada en los años cincuenta, y luego por la Nueva canción comprometida desde mediados de los sesenta que rompió con la cueca del «sombrero del patrón», de la «carreta y el caballo overo», etc.

Entre los investigadores que hicieron sólidos aportes a la preservación del género tradicional, desde los años cuarenta, están Margot Loyola, Violeta Parra, Rolando Alarcón y Héctor Pavez, por citar solo algunos.

Entre los intérpretes, sobresalen: las Hermanas Amanda y Elsa Acuña, Las Huasas Chillanejas, más conocidas como «Las Caracolito». Fue un dúo formado en 1935 que vino desde el sur y triunfó en la capital, con temas de fuerte corte criollo.

En los años cuarenta y cincuenta se destacó el cantante y guitarrista Raúl Gardy que dejó regsitros memorables como la cueca «El Chorero» y el pregón «El Motero».

Otros vocalistas como Esther Soré, «La Negra Linda», Los Cuatro Huasos, Los Huasos Quincheros, Los Quincheros, Los Hermanos Campos, el Duo Rey Silva con Mario Catalán. Silvia Infantas y sus Baqueanos, y el Cojunto Cuncumén, mantuvieron viva la tradición cuequera, y la llama de este arte tradicional.

Autores como Luis Bahamondes Alvear, Clara Solovera, Segundo Zamora o Violeta Parra nos han dejado hermosos registros de imperecederas cuecas y tonadas.

El apagón de 1973 que duró hasta 1990 no silenció el arte cuequero, pero la temática estuvo carente de espontaneidad por la autocensura de los autores. La dictadura intentó instrumentalizarla. Aún existen en la red los videos populistas que muestran a pulcros policías bailando cueca en concursos o en fiestas de barrio.

El Movimiento Guachaca

En 1997 resurge en Santiago el interés por la cueca auténtica y popular. Nace el «Movimiento Guachaca» y con él la polémica sobre los orígenes y ortografía de la palabreja4.

Dióscoro Rojas ha sido el iniciador y principal animador de dicha tendencia populista en las artes, la fiesta, la cueca, la bebida y el comistrajo. Es en cierto modo la sacralización moderna del «chusquerío» de los tiempos de la Colonia. Su objetivo: la recuperación de la identidad nacional y popular. La farándula comenzó a moverse en dicha dirección y empezaron a elegir, cada año, a la buenamoza «Miss guachaca» que, a veces, nada tenía que ver con la fritanga ni los aromas de encebollados.

La primera Cumbre Guachaca, organizada en 1998, generó la tradición ritual anual del mes abril, fecha del deceso del cantor y poeta popular Roberto Parra, hermano de Violeta, declarado líder natural guachaca. Coincide con el mes de la chicha nueva. En las fondas de las Fiestas Patrias, y otros medios, los Guachacas organizan campañas de difusión como el Campeonato Mundial del Pebre en la Vega Central durante las Fiestas Patrias, o la Cena de los Reyes Vagos que realizan en Navidad.

Conclusiones

Terminemos diciendo que el baile nacional pasó de la Zamacueca de la trilla, a la cueca campesina, de allí a la cueca orillera o periurbana, pasando por la cueca dieciochera, hasta llegar incluso a una cueca de salón, bailada entre «gente bien» o en escenarios de representación diplomática.

El alma popular en torno a la cueca se porta bien y ha tenido múltiples cultores, uno de ellos, excepcional, el veguino Mario Catalán, cantante y tañador de platillos (de café) que comentaremos en un próximo artículo. Uno de sus herederos es el actor y cantante Daniel Muñoz, tenaz cultor de la «cueca brava» y defensor del arte popular.

Quizás una de las múltiples causas del pobre resultado del reciente plebiscito (octubre 2022) en Chile, haya sido el largo período en el que el folklore tradicional fue devaluado por la juventud rockera o desplazado por los estilos de corte ideológico.

Los conceptos de patria, nación y república, están muy arraigados en la idiosincrasia chilena y -sin intención nacionalista- cualquier reforma o cambio social que se intente, debiera partir respetando los registros profundos de la idiosincrasia popular.

Salvador Allende presentía esto cuando pronunció su célebre frase de la «revolución con sabor empanadas y vino tinto» … No era demagogia como se creyó.

Referencias

1 Fernando Wilson, historiador de la Universidad Adolfo Ibáñez, en entrevista de Radio Pauta.
2 Claudio Gay (1800-1873) Naturalista francés. Atlas de la Historia Física y Política de Chile.
3 El Estudio de la Cueca Chilena: Balances, Perspectivas y una Contribución al Debate. Dr. Ignacio Ramos Rodillo, in : Neuma (Talca) vol.14 no.1 Talca ago. 2021.
La revista Araucaria publicó varios artículos sobre la cueca, destacándose un trabajo del músico y arquitecto Julio Alegría como uno de los trabajos de mayor envergadura (1981).
La editorial de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, publicó también una interesante obra del arquitecto Alan Brown sobre la cueca.
4 Las interpretaciones del poeta popular Dióscoro Rojas y del sociólogo Pablo Huneeus sobre el vocablo «Huachaca» o «Guachaca», divergen. Es una vieja tradición chilena enredarse en la semántica del lenguaje. En los años cincuenta, en Santiago, los huachacalleros eran los bebedores de vinos de mala calidad, apodo que se hizo extensivo a la gente de las poblaciones callampas (villas miseria) adonde llegaban los rurales en busca de mejor situación.

Léxico

Andar pato: Andar sin dinero o por extensión, desorientado, sin rumbo fijo.
Atorrante: Sujeto pobre, vago, descuidado de su persona.
Caña: Gran y generoso vaso de vino.
Caña (andar con la…): Andar achispado, algo borracho.
Caña (componer la…): Reponerse del exceso de alcohol de la víspera.
Carrete: Bobina de hilo de los volantines. Neologismo: sinónimo de «movida» o animación entre los jóvenes de fines de S-XX.
Chusco: Vividor de bajo pueblo.
Comistrajo: Comida variada al alcance de la mano y del bolsillo.
Cueca de pat’en quincha: Modo de bailar la cueca con mucho entusiasmo y alegría.
Dieciocho Chico: Es la tradicional prolongación del dieciocho que se hacia el fin de semana siguiente a las festividades oficiales del 18 y el 19 de septiembre. Se suponía que los fiesteros del dieciocho chico, por diversas razones no pudieron participar el 18. A ello se sumaban los soldados que habían desfilado en la Parada Militar del 19 (Día de las glorias del ejército), y los que quedaban acuartelados en sus unidades durante los actos oficiales.
Guachaca o Huachaca: Sinónimo de pobre o atorrante. El vocablo vendría del quechua huajcha kay = pobre.
Guachacayero: Bebedor pobretón e inculto. El termino precede de un huajcha kay = pobre.
Guachaquiento: Sujeto que se complace en su incultura, aunque se daba cuenta de su falta de educación. Alude también al aspecto descuidado, ya sea desgarbado o mal vestido de un sujeto. Sinónimo de «atorrante» o «machucado».
Huachacay: Es el nombre popular de un aguardiente de mala calidad proveniente de la destilación casera, probablemente ilegal. Puede que todos los derivados del término hagan alusión a este producto, y por extensión al hombre maleducado, rústico o inculto.
Machucado: Sujeto golpeado por la vida. Depresivo o disminuido.
Pebre: Ensaladilla picante de verdura, picada muy fina, de cebolla, ajo, perejil, cilantro, pimentón rojo, tomates, ají picante, sal, pimienta, aceite y vinagre o limón. Sirve de salsa con las empanadas y los asados o d entremés con pan untado que acompaña el aperitivo popular... una caña de vino.
Veguino: Comerciante o trabajador de la Vega central, centro de ventas de frutos del país, animado por una dinámica población rururbana que reivindica una subcultura de raíces campesinas, y la defensa del folklore tradicional. En sus famosas cocinerías, el trabajador como el turista, pueden deleitarse con sus platos típicos.