Esta primera parte la escribo antes del plebiscito efectuado el 4 de septiembre 2022 y trata de reflejar el contexto en que está asumido Chile en base a hechos y testimonios. Las encuestas señalan que, si bien el «Rechazo» como opción parece prevalecer, el resultado final será muy estrecho. Los vaticinios no pasan de un 10% de diferencia de votos entre ambas opciones.

Antes del plebiscito

Situación insostenible

Me llega la siguiente comunicación que comparto con los lectores:

Queridos amigos,
Esta tarde llegaron casi 20 terroristas armados a quemar el molino de mi familia, patrimonio histórico nacional de más de 100 años de antigüedad e ícono de Contulmo.
Allá viven mis abuelos y mi tío. La balacera duró más de 40 minutos y si no fuera porque mi familia estaba preparada (con armas y planes de emergencia) ninguno habría sobrevivido.

Lamentablemente el primo de mi abuelo, que vive en la casa del frente, y uno de los trabajadores salieron a defendernos, recibiendo balas en el cuerpo e incluso en el cráneo. Quemaron el molino completo y dos autos. Como familia estamos agotados por la situación en la Araucanía y queremos que se difunda lo más posible. Nos preocupa que la propuesta de Constitución deje a la zona aún más vulnerable en temas de seguridad y nosotros las víctimas, estamos cada vez más indefensos. Les agradecería si pudieran compartir, porque la situación en el sur ya es insostenible.
(Bárbara Grollmus)

La noticia completa:

La violencia destructiva y criminal, que siembra el terror, cualquiera sea su motivación, no tiene justificación en una sociedad que se pretende civilizada. Este tipo de atentados ocurren a diario, en cualquier punto del país con resultados de destrucción y muerte. Las víctimas en su gran mayoría son civiles desarmados. Quienes atacan son organizaciones civiles fuertemente armadas que generan el terror. A veces se dedican a incendiar y destruir. Otras, además de destruir atacan a personas indefensas.

Las autoridades están sobrepasadas y solo presentan «querellas judiciales» que no conducen a mucho ya que están lejísimos de evitar o disminuir esta insostenible situación.

Paralelamente, tenemos una propuesta de texto Constitucional que el 4 de septiembre se someterá a plebiscito; cuando se publique el presente artículo ya se conocerá su resultado. Sin embargo, cualquiera sea dicho resultado, el país seguirá polarizado y con sus valores y ética relativizados al máximo.

Este acontecimiento ocurrido recientemente, muestra el nivel de decadencia valórica al que hemos llegado. Sucede en mi querida ciudad de Valparaiso y lo auspició su alcalde.

Así funciona el paradigma de los opuestos «luchando por prevalecer». Todos enemigos: «todo lo que hizo ‘otro’ está mal.» No se reconoce ni respeta la diversidad, se descalifica livianamente; una enorme soberbia acompañada de prejuicios e ignorancia…. No se trata de la juventud madura y competente que uno anhela en la gobernanza del país. Acompañada con una violencia terrorífica desatada, fuera de control, la situación real en Chile es dramática en cuanto a seguridad.

Algunos de estos grupos se autoproclaman como defensores de la causa mapuche. Otros grupos armados se relacionan al narcotráfico, otras son grupos que han elegido la delincuencia como forma de vida. Además, hay graves problemas pendientes del Estado chileno. Hay dos grandes tareas básicas y urgentes para nuestra sociedad, para nuestro país como conjunto:

Uno, «neutralizar» y recuperar los territorios que están en poder de esos grupos de terror que actúan de hecho con total impunidad. La violencia armada sembrando terror no se justifica y sus posibles resultados de mantenerse, llevarán a la destrucción de nuestro tejido social.

Dos, y ojala de manera simultánea, trabajar seriamente en los temas pendientes del Estado chileno con el pueblo mapuche y con los pueblos ancestrales; generar las oportunidades para que la ciudadanía tenga «equidad» en capacitarse y en educarse de manera de poder aportar con su vocación y sus condiciones al resto de la comunidad; enfrentar de manera científica el tema de las drogas, incluyendo la posibilidad de legalizarlas sobre la base de todo un sistema que al mismo tiempo entregue asistencia a la adicción a fin de liberar a quienes están atrapados en ella.

El tema mapuche es muy complejo debido a los errores y «horrores» que ha habido entre el Estado chileno y esas comunidades. Invito a quienes se interesan en conocer los orígenes y antecedentes de la deuda que el Estado chileno tiene con el pueblo mapuche, a escuchar este video donde se entrevista a un distinguido miembro de dicho pueblo: al Sr. Francisco Huenchumilla cuando era Intendente de la Región de Araucanía en el gobierno de la expresidenta Bachelet, (aunque en su momento tuvo que dejar ese cargo).

Rescatemos la gran cantidad de antecedentes que Huenchumilla entrega respecto a este tema.

Entonces: Hay temas pendientes y situaciones efectivas que hay que solucionar, lo que obliga a generar las bases para que las «motivaciones o situaciones» que atraen hacia esos grupos violentos se vayan solucionando junto a la urgente necesidad de neutralizar, prever y disuadir esos grupos de terror que son inaceptables.

La ciudadanía de Chile tiene en sus necesidades, como su principal y máxima prioridad la falta de «seguridad de vida». Esta prioridad no siempre coincide con los temas que le interesan más a nuestros políticos y a nuestras autoridades ideologizadas, estas últimas «en campaña», tratando de influir para que la gente vote en favor de la opción «apruebo» en el plebiscito.

Reflexiones indispensables

Concibo que para el futuro de la sociedad chilena es fundamental apoyarnos en el conocimiento científico y en vivir los valores esenciales del humanismo y la ética.

Esto se traduce en varios puntos importantes:

  1. Determinar qué es lo que podemos realmente cambiar de lo que no se puede. Todo ello avalado por el conocimiento científico.

  2. Los grupos armados que generan violencia y muerte siembran terror. La población civil desarmada queda a su merced. Sus motivaciones aducen determinadas creencias, reivindicaciones, narcotráfico o simple delincuencia.

  3. ¿Cómo actuar ante esos grupos terroristas de manera que la sociedad restante pueda vivir en paz, armonía y en un proyecto general de sociedad compartida que nos ampare a todos?

  4. Tesis: a) Es posible generar una sociedad donde el modo de relacionarse no sea confrontacional y conflictivo. Seguir en la polarización de opuestos en lucha por prevalecer, dado el avance tanto valórico como científico no tiene sustento.

  5. Tesis b) Para enfrentar los grupos armados, que eligen la violencia destructiva en la sociedad en la que viven no hay más alternativa que combatirlas a fin de neutralizarlas. No es posible «dialogar» con una de las partes esta con una ametralladora al lado. No sé cómo se las combate, aunque estoy convencido que debemos tener un sistema institucional paralelo con autonomía de acción, con el personal especializado en combatir el terrorismo, con independencia para formar sistemas de elite en inteligencia, recibir asistencia internacional en estas materias, de cualquier organización que sea exitosa en ese aspecto en el mundo. La autonomía de ese tipo de «equipos para librar de terrorismo al país» ha de ser total sin dependencia de ningún organismo político circunstancial.

  6. Quienes formen parte de ese organismo han de ser personas seleccionadas y bien entrenadas, con plena conciencia y entrega a la delicada misión que se les encomienda, con pleno respeto a la Institucionalidad restante que a su vez ha de respetar la autonomía de acción y el financiamiento del Organismo de Seguridad Autónomo. Estamos en un punto donde no hay alternativa ante el desbocamiento de la violencia que está absolutamente fuera de control. El seguir «haciendo querellas en contra de quienes resulten responsables» jamás detendrá la expansión de estas organizaciones que en la práctica gozan de total impunidad.

  7. Paralelamente, es fundamental un cambio efectivo en el «resto de nuestra comunidad, de nuestra sociedad». En lo posible, tendría que ser una accion simultánea porque la «represión» no es solución al tema político y social que es el que ayuda a que esos grupos de terror funcionen. Es fundamental un nuevo modo de ver nuestras instituciones, nuestra manera de relacionarnos, generar con urgencia equidad de oportunidades y generar lazos de confianza para una sociedad de Bienestar. Ello se traduce en un Programa básico de educación de calidad con competencias y también con valores humanistas y éticos complementario al resto de las materias que cada institución educacional libremente entregue. Formar ciudadanos responsables en lugar de meros consumidores.

  8. Se requiere un gran esfuerzo de los lideres y de las personas de bien. Es lo único que nos puede sacar a flote. La actual polarización no tiene ningún buen pronóstico, cualquiera sea la opción que gane dado el resultado estrecho que se espera.

  9. Espero que como comunidad de ciudadanos chilenos tengamos la madurez y altura de miras para superar la enfermiza polarización y relativismo ético y valórico en el que estamos. Que las actuales autoridades se decidan a llamar a un Gobierno de Unidad Nacional (sin derechas e izquierdas) a fin de construir esperanzas en lugar de mantener la polarización y la violencia existente.

Después del plebiscito

Esta segunda parte la escribo después del plebiscito de «salida». Escribo el lunes 5 de septiembre en que se conocen los resultados y las primeras reacciones. El voto obligatorio consiguió que votaran 13 millones de ciudadanos, de un total de 15 millones convocados, la convocatoria más alta de toda la historia. Un 62% de los votantes optó por el «Rechazo» y un 38% por el Apruebo en una jornada cívica limpia donde los derrotados reconocieron su fracaso. Este resultado era absolutamente inesperado y sus consecuencias son esperanzadoras.

Reflexiones Preliminares

El domingo al atardecer sentí un enorme alivio: Chile decidió en favor de la cordura, del sentido común; bajar la presión a la polarización reinante antes del plebiscito. Habrá que redactar un nuevo texto Constitucional en reemplazo del que nos rige.

Ganó Chile: ganó la esperanza por los cambios, la posibilidad de una vía civilizada, humanista, valórica, la de escucharse mutuamente, de hacer participar a todos, cualquiera sea su punto de vista o visión de la sociedad y de la gobernanza. Comenzaron declaraciones de personajes de la política chilena, de las diversas actividades, acerca de la necesidad de empezar a cambiar el modo de relacionarnos y comenzar a alimentar un parámetro diferente al que estaba siendo lo característico del ambiente político, que además fue el que predominó en la fracasada Convención Constituyente (CC), con las consecuencias afortunadas que ya conocemos: el fracaso de un paradigma viejo, de miles de años, obsoleto, que denominamos «de los opuestos en lucha por prevalecer».

No es efectivo lo que señalan algunos títulos de medios europeos: En Chile se rechazó un texto constitucional «progresista». Esto refleja un total desconocimiento acerca del contexto que vive Chile, que refiero en la Parte 1 de este análisis.

La mayor parte del «izquierdismo progresista» o centro izquierdismo votó por el «Rechazo». No ganó ni el conservadurismo ni la derecha. Los medios europeos entregan una falsa visión del pueblo de Chile que tendrá muchísimos defectos pero que defendió a su país para que su tejido social no sea destruido. Nos tratan como si fuésemos «conejillos de Indias». Quienes vivimos en Chile sufriríamos de los regímenes autoritarios que muchos de esos medios defienden: fácil dado que viven muy lejos.

Los mensajes que hemos escuchado este lunes 5, han alimentado una nueva esperanza, un nuevo paradigma «en formación»; quizás la sociedad chilena sea la que «abra caminos» en una nueva manera de relacionarnos: «la integración de los opuestos a través de los acuerdos». Esto solo es posible si las ideologías políticas dejan de ser «politiqueras y dogmáticas» superando una relación de «opuestos en pugna por el poder» que es la que caracterizó con fuerza estos últimos 3 años. Ese fue el sentido profundo del ciudadano común que votó el domingo.

Esperemos un nuevo texto Constitucional que nos incluya a todos, donde se priorice el bien común ciudadano, sin privilegios ante la ley y la democracia para ninguna persona o grupo en particular, sin escaños reservados, como los que impuso la dictadura de Pinochet y que ahora lo trató de imponer la CC como una forma de autoritarismo ideológico.

Esperemos que el poder legislativo junto al ejecutivo, puedan trabajar en conjunto en temas que realmente preocupan a la ciudadanía como salud en un enfoque integral, educación de calidad formadora de ciudadanos conscientes y responsables, con equidad de oportunidades para la ciudadanía, con un esfuerzo para modificar la «cultura actual» hacia visiones de inclusión y respeto a la diversidad sin doble estándar en derechos y responsabilidades humanas, pensiones dignas, viviendas adecuadas y no socialmente segregadas, un sistema o poder judicial adecuado al siglo 21 que no sea garantista de la delincuencia pero que al mismo tiempo la pueda prever y reeducar a fin de que los delincuentes se recuperen socialmente, con adecuados sistemas carcelarios y de capacitación, un sistema de seguridad que erradique a las organizaciones armadas terroristas, terminar de manera eficiente el proceso de descentralización y regionalización ya comenzado con la elección de Gobernadores, pero aún pendiente de ser completado; que las Instituciones del país entren a un proceso de legitimización… Entre tantas prioridades que forman parte del bien común ciudadano. Este es el enfoque que deseamos los chilenos que en un plebiscito de entrada aprobamos en un 80% de los votantes que deseamos reemplazar la Constitución que nos rige desde la dictadura.

Las situaciones históricas pendientes también son parte del bien común ciudadano. Lo pendiente con el pueblo mapuche, con sus amplios sectores que no desean imponer la violencia sino los acuerdos sobre soluciones posibles, han de tener adecuada forma de procesarse y darles una solución definitiva.

Deseo tener la esperanza de que las autoridades actuales serán parte de este proceso de inclusión, que hasta el momento no ha sucedido. El presidente Boric y buena parte de sus colaboradores habían dejado de gobernar para estar en «campaña electoral» por el «Apruebo». No sólo perdieron la elección; este voto ha confirmado el amplio rechazo que este gobierno tiene de acuerdo a las encuestas. El rechazo al texto Constitucional propuesto es también un rechazo a la gestión del presidente Boric que en su momento señaló que si el «apruebo» no es votado su programa de gobierno no es factible de concretarse.

Anoche el presidente Boric declaró que humildemente aceptaba la derrota y que anhelaba escuchar a los demás. Esperemos que Boric y sus colaboradores dejen de declarar una cosa un día, arrepentirse al poco tiempo y volver a «equivocarse» para solo pedir disculpas. Tengo mucha desconfianza que eso pueda cambiar dado que el gobierno ha sido un factor activo en alimentar la polarización previa al plebiscito. Ya veremos qué pasa con nuestras autoridades: existen razones de sobra para desconfiar de sus capacidades de aprendizaje y cambio. Los prejuicios y la soberbia son huesos duros para cualquiera, más aún si tienen poder. A pesar de todo ello no deseo perder las esperanzas de que Boric escuche el mensaje que desde las urnas le envió el pueblo de Chile en toda su diversidad.