En la mitología griega, Pan era conocido como el dios de los pastores y los rebaños y en la mitología romana se le identifica como Fauno: en latín Faunus, «el favorecedor». Se trata de una de las divinidades más populares entre los di indigetes o «dioses indígenas», que era la forma en como los antiguos romanos denominaban a las personas divinas o divinidades. Pan también era el dios de la fertilidad y la sexualidad masculina; dotado por los dioses de gran potencia y apetito sexual. Pan se dedicaba a perseguir a las ninfas y a las jóvenes y bellas muchachas que cruzaban por los bosques que él custodiaba, en busca de «favores sexuales». Pero lo cierto del caso, es que, la mayoría de las veces, las violaba sexualmente. De ahí el mito de que tocaba la siringa o flauta de Pan. Se dice que Pan estaba profundamente enamorado de la ninfa Siringa, quien no le correspondía. La leyenda cuenta que una vez que Pan perseguía a Siringa para acorralarla y poder abusar sexualmente de ella, mientras huía, Siringa se lanzó al río Ladón y quedó acorralada. Sabiendo el destino que le esperaba si Pan la encontraba, Siringa pidió ayuda a sus hermanas las ninfas quienes, conmovidas; la convirtieron en un cañaveral. Por lo que, cuando Pan llegó, solo pudo abrazar las cañas que se mecían por el viento y no a Siringa. Pero el dulce sonido que producían las cañas al ser sopladas por el viento le causó tanto placer que decidió construir un instrumento musical con ellas. Así, creó la flauta siringa o flauta de Pan.

También se dice que Pan era un dios sumamente irascible; sobre todo si se le molestaba durante su siesta de medio día. Cuando se enfurecía, Pan mostraba toda su naturaleza salvaje. Se dice que era capaz de generar un miedo enloquecedor en los hombres; de ahí que la palabra pánico, en principio significaba «el temor masivo que sufrían manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos», en alusión al dios Pan. A Pan también se le atribuían dones proféticos y formaba parte del cortejo del dios Dioniso. Como dios profético, era llamado por el nombre de «Fatuo»; en latín, Fatuus que significa «estar poseído de delirio profético». Se creía que Fatuo revelaba durante el sueño, el futuro al hombre que lo invocaba mediante un ritual de incubación. Una práctica mágico-religiosa que implicaba el dormir, tumbándose sobre el vellón de un cordero sacrificado en un lugar o recinto que era considerado como área sagrada. Eso con el fin de experimentar un «sueño revelador», cuya experiencia traería al soñador revelaciones sobre su futuro, conocimientos trascendentales y/o la curación de enfermedades. Tan popular era el mítico sátiro que antiguamente se celebraban las «Faunalias» o «Faunales», que eran fiestas que los aldeanos celebraban dos veces al año en honor al dios griego Fauno. Recordemos que Pan era el equivalente romano de Fauno y, por ende, tenía sus mismos atributos.

Pero, ¿a qué viene todo eso?, se preguntará usted. A que, según cuenta Heródoto, el padre de la historiografía, en el escrito de Erato que relata la primera guerra médica y la reacción de los griegos a la victoria en Maratón, el culto al dios Pan empezó a raíz de que, días antes de la batalla de Maratón, el mensajero ateniense Filípides recorrió el camino de Atenas a Esparta para pedir ayuda al ejército espartano, ¡pero no la encontró! Esparta se rehusó ayudar a los atenienses ¡aduciendo que se encontraban en celebraciones religiosas! El mito relata que cuando Filípides volvía apesadumbrado, se encontró en el camino con dios Pan (Fauno) y este le prometió al mensajero que vencerían a los persas. Y efectivamente así fue, a causa de un «súbito pánico en las filas enemigas». Los guerreros griegos creyeron que fue gracias a la intervención del dios Pan, por lo que, fue reconocido como uno de sus grandes dioses y el Estado le consagró una gruta de la vertiente norte de la Acrópolis en Atenas y decretó en su honor una fiesta anual, donde se realizaban carreras de antorchas. Exaltando el nacionalismo.

Bueno, ya no estamos en los tiempos antiguos, ni en la Antigua Grecia; pero irónicamente, el mito de Pan se renueva y se reinventa en la modernidad del siglo XXI. El nuevo mito de PAN es el populismo, la anarquía y el nacionalismo. Más específicamente de como el populismo nos convierte en sátiros anarquistas y faunos nacionalistas. O cómo nosotros mismos nos llevamos al caos y la destrucción al creer nuestro propio engaño, al ser cegados y embelesados por la farsa del populismo.

¿Por qué? Porque no hay peor engañado que quien se cree su propio engaño. Máxime cuando ese engaño aparentemente es respaldado por una mayoría que piensa lo mismo. Eso por cuanto, pensar lo mismo no necesariamente significa estar en lo cierto o que sea cierto. Muchas veces es todo lo contrario, como cuando casi toda la humanidad pensaba que, la Tierra era plana.

Y qué pasa cuando el populismo se une al nacionalismo, como fue el caso del mito de Pan en la batalla de Maratón. Se puede ganar una guerra, o se puede iniciar una, literalmente contra todo el mundo, como fue el caso de la Segunda Guerra Mundial gracias al populismo bélico, nacionalista y propagandístico de Adolf Hitler y el Partido Nazi o Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. O como ocurre actualmente con Vladimir Putin y el exacerbado nacionalismo ruso que desató la guerra contra Ucrania. Porque ciertamente solo los rusos nacionalistas creen en las populistas justificaciones de Putin para invadir Ucrania. Y no es que no haya información, es que la información real y verdadera no llega al pueblo ruso, porque el gobierno nacionalista de Putin la bloquea. Y la información que llega es la de la propaganda nacionalista con la que Putin bombardea a su pueblo.

¿Qué genera y promueve todo eso? Anarquía y más anarquía. Primero por parte de quienes, desde el interior, no cayeron en la trampa del populismo y ven las cosas como son en la realidad. Segundo por parte de quienes, desde el exterior propugnan, no la supresión del Estado y del poder gubernativo; sino de quien lo representa. Y no en defensa de la libertad absoluta del individuo, sino en defensa de la absoluta libertad de los individuos a autodeterminarse por el Estado-gobierno que elijan.