No se esperaba Putin que su ataque a Ucrania desencadenara en tal multitud de sanciones. Bueno, sinceramente, no sé qué esperaba el gobierno ruso, si es que se planteó las posibles consecuencias en algún momento. El miedo de las potencias occidentales de entrar en el conflicto por la posibilidad de desencadenar una guerra global no les ha impedido tomar todo tipo de represalias no directamente bélicas, empezando por todo tipo de sanciones económicas y el cierre de multitud de las operaciones en Rusia de muchas empresas multinacionales.

Otras sanciones incluyen acciones contra deportistas y clubes deportivos rusos. Dejando de casos específicos por su simbología, como es el del CSKA de Moscú, el tradicional equipo del Ejército Rojo, que pueden dar pie a un debate más complejo, es un tipo de acciones poco justo. No hablo de penalizar a magnates como Abramovich, cercano a Putin, lo que puede llevarse por delante al gran Chelsea, vigente campeón de la Champions League, pero la posibilidad de impedir que Daniil Medvedev participe en torneos tenísticos o que Nikita Mazepin siga pilotando un Haas en Fórmula 1, por comentar dos ejemplos, no deberían ser acciones llevadas a cabo como respuesta por la invasión. Hablamos de deportistas que se han sacrificado como los que más y que, en algunos casos, ni tan solo tienen nada que ver con las administraciones rusas.

Hay que entender estas acciones en un contexto en el que se intenta perjudicar a todo lo ruso sin disparara una bala, pero parece difícil que, a parte de ser mediáticas y hasta populistas, acciones de ese tipo vayan a tener un efecto real sobre el devenir de la contienda, o que vayan a acelerar su finalización.

Se han vertido ya ríos de tinta sobre el conflicto y lo cierto es que ya todo el mundo sabe de la situación de Crimea y Donbás desde 2014, pero precisamente la invasión rusa puede acabar haciendo que actos tan terribles se vayan por el desagüe de la Historia y sean olvidados. Alemania en los años 30 también comenzó a anexionarse territorios por la presencia de mayorías alemanas en ellos, el ejército germano fue aplaudido al entrar en Austria, por ejemplo, e incluso la invasión de Polonia fue justificada por agresiones recibidas por los alemanes en el corredor de Danzig, perteneciente a Polonia desde el final de la Gran Guerra. Pero ello no justifica ni con mucho lo que vino después. Y realmente es muy triste también que muchos hoy día no conozcan nada de esos hechos. Y ahora ya cuesta imaginar un escenario en el que la situación vivida en esas regiones de Ucrania y los 14,000 muertos desde 2014 no vayan a caer en el olvido.

Pero, como sucedió en los años 30, la invasión no está justificada bajo ningún concepto y debería ser considerada, asimismo, un crimen por el que Vladimir Putin debería pagar un alto precio.

Por lo menos, hoy, todos parecen bastante preocupados en evitar un conflicto a gran escala que podría poner en entredicho la misma existencia del planeta y de los humanos como especie.