Alejandro Aguilar Machado fue un humanista, orador, educador, filósofo, escritor, político, diplomático y abogado internacionalista costarricense. También se le considera precursor de las Ciencias Sociales en el país. Fue ministro de Educación, de Relaciones Exteriores, de Gobernación, así como Académico de la Lengua.

Nació en San José, Costa Rica en un distinguido hogar de artistas el 21 de marzo de 1897. Fue hermano del gran pianista Guillermo Aguilar Machado y de Margarita Aguilar Machado, quien fuera esposa del poeta peruano José Santos Chocano.

Estuvo casado con doña Marta Koberg Bolandi. Tuvo un hijo de nombre Fernando y un sobrino que fue como su otro hijo y que le acompañó y protegió hasta el final de sus días: el arquitecto Jorge Santos Chocano Aguilar.

Don Alejandro fue Bachiller en Humanidades del Liceo de Costa Rica y Licenciado en Leyes en la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica en el año 1919. Se graduó con una tesis sobre problemas centroamericanos.

Se distinguió como uno de los más brillantes oradores en la historia del país y, durante cuarenta años, como un humanista y maestro de las juventudes y de toda una generación de gobernantes.

En el campo de la educación fue profesor de historia y geografía y director, dos veces, del Liceo de Costa Rica, así como director en el Colegio San Luis Gonzaga de Cartago. También en el liceo impartió clases de educación cívica y de economía política y en la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica fue catedrático de teoría del estado y de ciencias económicas y políticas.

Fue precursor de los gobiernos estudiantiles creando la Asociación Ariel en el Liceo de Costa Rica.

De 1936 a 1940 fue el secretario de Educación Pública en la administración de don León Cortés fortaleciendo la enseñanza primaria y secundaria y promoviendo y defendiendo su proyecto de Ley Fundamental de Educación.

En cuanto a cargos políticos comenzó como regidor de la Municipalidad de San José en 1917 y continuó como subsecretario y secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de don Cleto González Víquez. También fue ministro de Gobernación, Policía, Justicia y Gracia en 1962 durante el gobierno de don Mario Echandi Jiménez. Su paso por la función pública fue siempre un ejemplo de excelencia, honradez y honestidad.

En el ámbito internacional durante 1919 se le nombró secretario de una Misión Diplomática ante el gobierno de El Salvador y en 1921 secretario de la Misión de Costa Rica a los actos del primer centenario de la independencia de España en la ciudad de Guatemala.

Fue conferenciante en Madrid, París, Bruselas, México, Brasil, Centroamérica, Santiago de Chile, Colombia y Panamá.

Ingresó a la Silla B de la Academia Costarricense de la Lengua de Costa Rica en 1955 y también fue miembro de la Academia de Geografía e Historia y de la Academia de Derecho Internacional del Instituto Hispano, Luso, americano.

Entre sus libros podemos mencionar: Opiniones y discursos (1929), La esencia del hombre y de lo humano (1953), Impresiones de un viaje (1956), La esencia (1956), Reflexiones sobre la muerte (1958), Su voz en mí (1962), Historicismo y metafísica (1967), Ecos en la tribuna (1971).

Según el filósofo Constantino Láscaris, don Alejandro Aguilar Machado «es como vocación profunda, orador, hombre volcado a la dicción espiritual. Ya en la tribuna, ya en la labor docente, ha mantenido siempre una llamada al estudio del hombre y de la historia. Jurista, político, y sobre todo educador, ha explanado y desarrollado las tesis historicistas en numerosos escritos, conferencias y cursos». Y agrega Láscaris, don Alejandro es «en el campo de la Filosofía de la Historia, el pensador más destacado de Centroamérica».

Para otro gran filósofo, Moisés Vincenzi, «nadie como él ha tenido una facilidad más torrencial en el ejercicio hablado del idioma castellano». Para el escritor don Arturo Agüero «fue un gran orador, pero también un atildado prosista en el género del ensayo». Y para el historiador Rafael Obregón Loría «fue educador eximio y humanista digno de Erasmo de Rotterdam».

La concepción del ser humano de don Alejandro fue espiritualista y trascendentalista y mantuvo una aproximación no dogmática y pluricausal a los asuntos sociales y a la historia. Fue discípulo de Henri Bergson y de Wilhelm Dilthey y estudioso de los filósofos Schopenhauer y Nietzsche, así como de los psicólogos Freud, Adler y Jung, entre muchos otros.

Se ubicó en un historicismo espiritualista que representaba un contrapeso tanto al positivismo como a las visiones materialistas de la historia. Fue un caballero renacentista y un gran estudioso de la cultura griega y romana pero también muy respetuoso de las culturas orientales. Hasta sus últimos días disfrutaba de la lectura de los clásicos romanos.

Una de sus preocupaciones vitales fue el tema de la muerte. En sus escritos afirma que ningún tema reviste más trascendencia e inquieta más que el de la muerte.

Hasta el presente hemos hecho la filosofía de la vida, y seguiremos soslayando la de la muerte, que debe complementar a aquélla. Solo en la integración de ambas, se alcanzará una noción cabal del ser, de nuestra más entrañable naturaleza.

Don Alejandro creía en un ser superior y en la vida después de la muerte, pero tal parece que no se adhería a ninguna iglesia, logia o culto religioso. Como escribiera Roberto Murillo: «Don Alejandro fue un hombre de religión sin iglesia determinada».

En su visión de la sociedad llega a promover la interdependencia de factores en vez de la clásica dependencia de un solo factor sea político o económico. En su pensamiento político fue un demócrata que nunca aceptó los extremos ni los totalitarismos, fueran de izquierda o de derecha. Su humanismo le llevó a promover durante toda su vida la educación pública y la creación de los gobiernos estudiantiles.

La Asamblea Legislativa de Costa Rica le declaró en vida benemérito de la patria según Acuerdo 2105 del 16 de noviembre de 1981.

Falleció en su casa de San Josecito de Alajuelita, Costa Rica el 14 de noviembre de 1984 cuando a las seis de la tarde exhala su aliento final. Tenía 87 años.

Notas

Láscaris Comneno, C. (1962). Desarrollo de las ideas en Costa Rica. San José: Editorial Costa Rica.
Molina Siverio, J. (1995). Don Alejandro. Ensayo biográfico y antológico del Benemérito Alejandro Aguilar Machado. San José: Editorial y Litografía el Quijote.