¿Podrá el altermundismo renovarse frente a la globalización neoliberal que sale de la crisis revelada por la pandemia?

La fuerza de las mujeres es más que nunca esencial.

El Foro Social Mundial es un espacio de encuentro abierto destinado a profundizar la reflexión, el debate de ideas democráticas, la formulación de propuestas [...] de los organismos y movimientos de la sociedad civil que se oponen al neoliberalismo y a la dominación del mundo por el capital y todas las formas de imperialismo, y que trabajan para construir una sociedad planetaria centrada en el ser humano.

(Artículo 1, Carta de Principios de Porto Alegre)

En su nueva versión híbrida, el Foro Social Mundial tendrá lugar este año en Ciudad de México, del 1 al 7 de mayo de 2022, y ya está tomando forma a través de reuniones preparatorias, como un desafío a la crisis desvelada por dos años de pandemia de la COVID-19 que, en todo el mundo, está matando a más personas que nunca, exponiendo a las economías más fuertes, con un crecimiento meteórico de la pobreza y la precariedad, empujando a las clases medias por debajo del umbral de la pobreza y reduciendo a las poblaciones ya desfavorecidas y marginadas a un estado de hambruna. Si bien esta es una situación dramática del siglo XXI, nos recuerda que muchos países no han dejado de sufrir hambrunas, desempleo y pandemias una tras otra, que los medios de comunicación han olvidado a pesar el compromiso de algunas organizaciones.

Partiendo del principio de que nadie debe pasar hambre, de que debe respetarse el derecho básico de todos a una alimentación adecuada y sana, los alimentos, el agua y la tierra no deben ser mercancías en el mercado de la especulación económica. El primer elemento de la legitimidad de la democracia es romper el racismo estructural, establecer la igualdad de salarios en el ámbito laboral, sin importar el género, la religión o la raza, promover políticas públicas que reduzcan y prohíban la desigualdad de oportunidades, permitiendo las mismas oportunidades para hombres y mujeres, reducir la tasa de desempleo y, consecuentemente, reducir la inseguridad alimentaria de niños, adolescentes, ancianos.

Así, es por la vida y contra el hambre, que el Foro Social Mundial 2022 denuncia que el hambre es un proyecto político y el resultado de los males generados por un sistema social de exclusión que viola el derecho fundamental a la alimentación. El hambre tiene un color, un género, una raza y un lugar. Afecta principalmente a la gente de calle, a las comunidades urbanas y rurales, a los pueblos indígenas, a los pescadores artesanales, a los nómadas, a las comunidades de origen africano, a las poblaciones amenazadas por el extractivismo.

El Foro Social Mundial 2022, por lo tanto, también desafía a las fuerzas progresistas a incluir, de forma democrática, a todos los sectores de la sociedad, a ampliar la participación de las personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica, y a retomar, con ética y diálogo, los debates públicos, la lucha contra las noticias falsas y el desafío de una red articulada de comunicación social de medios extremistas que han extendido sus tentáculos en las redes sociales durante esta pandemia, y que difunden toda la desinformación que produce esta extrema derecha fascista.

América Latina, cuna de levantamientos populares: el Foro Social Mundial no hubiera podido nacer en otro lugar

El imaginario colectivo de cierta generación probablemente recuerde a Paulo Freire y su libro Pedagogía del Oprimido, Premisa de la Educación Popular, o la teología de la liberación del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, y la teoría marxista de la dependencia de los brasileños Ruy Mauro Marini y Theotonio dos Santos y la formulación de la teoría de la marginalidad de Aníbal Quijano, José Nun y Miguel Murmis. En ese momento, el pensamiento latinoamericano había adquirido una personalidad y un perfil propios, un movimiento social, una madurez y unas modalidades diferentes a las de Europa.

En efecto, en torno a 1968, América Latina vivió dramas y enfrentamientos sangrientos, desde la masacre de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Ciudad de México para poner fin a las masivas manifestaciones contra el régimen, hasta la insurrección obrera de El Cordobazo en Argentina, que obligó al régimen militar de Onganía a iniciar su retirada, el movimiento del campesinado en Colombia para defender sus tierras, desprenderse de la tutela del gobierno reformista de Lleras y romper con los terratenientes, y el movimiento estudiantil en Uruguay, que registró 56 huelgas, 220 manifestaciones y 433 ataques.

Fue en esta gestación en medio de profundos cambios que nacieron las revueltas y luchas sociales, que tuvieron importantes repercusiones políticas en la región, y vieron el surgimiento de nuevos movimientos conformados por activistas mucho más politizados y activos que sus antecesores en el ámbito social, Entre ellos se encuentran el Movimiento Julián Apaza en Bolivia, la Federación de Cooperativas de Autoayuda a la Vivienda (FUCVAM) en Uruguay, el Consejo Regional Indígena del Cauca en Colombia y Ecuarunari en Ecuador, y, años más tarde, las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra en Brasil.

Y es en reacción a esta movilización social y económica de las clases trabajadoras que el Foro Económico Mundial se reúne cada año desde 1987 en Davos, Suiza, inicialmente en 1971 bajo el nombre de European Management Symposium. Puesto en marcha por el cuestionado Klaus Schwab con objetivos controvertidos, influir en las agendas globales y en los responsables de la toma de decisiones, y promover la cooperación público-privada, es un espacio de análisis y debate, pero también un espectáculo social, una especie de puerta por la que desfilan los más ricos. No aporta nada nuevo a los acuciantes problemas económicos y financieros del mundo y, desde el colapso del comunismo y el triunfo del modelo económico representado por EE. UU., es la esencia misma de la globalización y de la precariedad de las clases sociales y del tejido económico mundial, apareciendo hoy como el rostro de la gobernanza global, la bioseguridad, la «nueva normalidad», el «New Deal para la naturaleza» y la «cuarta revolución industrial».

Así, en torno a 1999, surgió un nuevo impulso para la movilización de nuevos movimientos sociales, que desde el principio se presentaron como propuestas de soluciones alternativas a la globalización.

Una primera iniciativa se celebró en enero de 2001, en Porto Alegre (Brasil), en las mismas fechas que el Foro Económico de Davos: de ahí surgió el primer Foro Social Mundial (FSM), cuyo lema es: «Otro mundo es posible», que reúne a asociaciones, ONG, organizaciones políticas y sindicales que defienden la primacía del desarrollo humano sobre los intereses financieros y exigen un control democrático de las decisiones económicas internacionales. El interés despertado por el FSM lo ha convertido, desde su segunda edición, en la expresión de un verdadero contrapoder, regido desde 2003 por la Carta de Principios, cuyos ejes más importantes son la oposición al orden «neoliberal» y la apertura a todas las corrientes ideológicas para proyectos alternativos, y la ausencia de partidos políticos como tales.

Desde entonces, el FSM ha recorrido un largo camino, tomando su propio ritmo y paso durante más de 20 años a través de sesiones globales, regionales, nacionales y temáticas, involucrando a las principales redes internacionales, así como a miles de organizaciones de base. Gobernado por un Consejo Internacional representativo de unas 150 organizaciones y redes internacionales, se encuentra en constante desafío y debate, con el fin de mantener su papel como espacio abierto de diálogo evolutivo hacia un papel activo de impacto coordinado para la alternativa al capitalismo y al imperialismo.

Mientras tanto, los levantamientos populares no han cesado, los pueblos del mundo se han inspirado en los alzamientos de América Latina. Nuestros ojos se dirigen ahora a esta parte del globo que nos inspira a resistir, a seguir viviendo y no a sobrevivir. Desde entonces, los gobernantes no han podido dictar la ley sin tener en cuenta a la sociedad civil y a los movimientos populares que la han creado. Nada es igual que antes. Los antiguos pueblos sometidos se han ido levantando poco a poco y uno a uno de su condición y siguen luchando. Y aunque el mundo, para bien o para mal, sea más caótico, sigue en movimiento porque el cambio se ha convertido en la norma.

Posteriormente, con los levantamientos populares en África a partir de 2011, y los distintos foros sociales mundiales organizados, en Túnez en 2013 y 2015, nació el Foro Social de las Resistencias, en 2017, en Porto Alegre, con el objetivo de crear un espacio de articulación, difusión y expansión de todas las formas de resistencia de los movimientos culturales, ambientales, políticos y sociales en Brasil y América Latina. De hecho, en los últimos años, los pueblos latinoamericanos han vuelto a pasar a la ofensiva en una ola de levantamientos sin precedentes, que ha atravesado el continente en 2019, en una dinámica en la que las mujeres, los indígenas y los afrodescendientes han jugado un papel importante y han tenido que enfrentarse a la pandemia de la COVID-19, invitándonos a revisar los conceptos con los que entendemos la acción colectiva.

Por otro lado, constatamos con gran satisfacción el auge del feminismo, de las organizaciones indígenas y de la juventud urbana y precaria, lo que lleva a una reconfiguración de la protesta social, que se ha manifestado con fuerza en los levantamientos populares de 2018-2020, especialmente en Haití, Colombia, Ecuador y Chile.

Las oportunidades de organizar foros sociales se han multiplicado, especialmente como espacios alternativos a las cumbres institucionales, como el Foro Social Popular de Resistencia a Hábitat III en Quito en 2016. Por último, la movilización contra la crisis climática, especialmente entre los jóvenes, ha crecido, organizando contracumbres a la COP25 y la COP26.

Este movimiento social lleva consigo la exigencia de una política diferente, y de hacer política de otra manera.

Mientras tanto, la izquierda ganó las elecciones en Honduras con Xiomara Castro, la primera mujer presidenta, y en Chile con Gabriel Boric, izquierda que volvió al gobierno tras la dictadura de Pinochet y los fracasos de los neoliberales. A continuación, las elecciones en Brasil, que enfrentarán a Lula con Bolsonaro, y en Colombia, donde el panorama político se va aclarando.

¿Es tan utópica la utopía de «otro mundo es posible»?

Desde el principio, el debate ha ido viento en popa, de comisión en comisión y de foro en foro, esta cuestión está ahora en el centro de toda la lucha y del compromiso que hemos asumido. Nosotros, los altermundistas, consideramos que hay que empezar por cambiar la organización económica y política, proponer alternativas no totalitarias al capitalismo liberal, una «otra-economía», una «otra-democracia» y una «otra-ecología». Ante una crisis democrática global que ha hecho vulnerable al Estado-nación, y un creciente despliegue de gobiernos autoritarios y despóticos en todo el mundo, es urgente cuestionar por qué y cómo, a pesar de la presencia de alternativas reales ya puestas en práctica en la resistencia a estas autocracias, los países llamados «democráticos y progresistas» se encuentran gobernados por mercenarios políticos que promueven el hambre, la desigualdad, la degradación del medio ambiente y la falta de respeto por la democracia y los derechos humanos.

Y a pesar de un liberalismo que difunde su doctrina de crecimiento infinito, este vasto movimiento mundial, altermundista, horizontal y democrático, organizado en torno a los valores humanistas, en una extraordinaria articulación política, desde el año 2000 sigue articulando y movilizando a miles, incluso a decenas o cientos de miles de personas en todo el mundo sobre todos los temas y, en particular, sobre la crisis medioambiental que desde hace décadas genera grandes catástrofes en todos los continentes, con temperaturas extremas que provocan sequías, inundaciones, huracanes, desde América del Sur hasta el Norte, pasando por Europa, África y Asia. Una gran y dramática crisis, acompañada por el dominio de la tecnología en todos los sectores, que ha eliminado millones de puestos de trabajo, expulsando y excluyendo a miles de millones de personas del mundo laboral, y transformando el mundo en un dramático espectáculo de desempleo, de falta de vivienda, de acumulación de chabolas y de una precariedad sin precedentes de la condición humana, que empuja a los jóvenes desesperados a lanzarse al mar para cruzar en vez que seguir viviendo.

Veintiún años después, ¿cuál es el balance del FSM?

El FSM se ha convertido en un proceso continuo. Su forma híbrida ha permitido multiplicar el diálogo y el debate: con decenas de grupos de debate/coordinación en línea, cientos de seminarios web, asambleas de otro modo imposibles, como las 6 sesiones de la Asamblea Mundial Virtual de Habitantes, organizada por la Alianza Internacional de Habitantes, que reunió a más de 1,100 activistas de 77 países en los últimos 24 meses, y el Forum Connect, que está movilizando a cientos de organizaciones de todos los continentes, especialmente de África y Asia, que hasta ahora han estado al margen de los Foros, que han logrado confluir en el FSM de México y continuarán haciéndolo.

Desde 2001, la principal estructura permanente existente es el Consejo Internacional, creado tras el primer Foro Social Mundial por el Comité organizador brasileño para que el evento de Porto Alegre se convirtiera en un proceso internacional anclado en el movimiento social global. Desde su creación, la Vía Campesina, la Alianza Internacional de Habitantes, Attac, el Movimiento de los Sin Tierra, ABONG (Asociación Brasileña de Organizaciones No Gubernamentales), CIVES (Asociación Brasileña de Empresarios por la Ciudadanía), CBJP (Comisión Brasileña por la Justicia y la Paz), IBASE (Instituto Brasileño de Análisis Socioeconómico), CUT (Central Única de Trabajadores), entre otras, han formado parte del Consejo Internacional, seguidas por otras decenas de organizaciones y redes que se han incorporado desde entonces.

En 2005, al final de un proceso de adopción de decisiones consensuadas sobre los temas del Foro, que a menudo adoptaban la forma de una acumulación de discursos de diferentes grupos y conducían a la toma de decisiones entre bastidores por parte de los más influyentes, el Consejo Internacional renunció finalmente a favor de un proceso autoorganizado y participativo de constitución del programa y sus distintas articulaciones.

Porque, seamos claros, la organización del evento del Foro no es un fin en sí mismo (como si solo fuera importante el contenido de los debates), sino un proceso que encarna una sociedad alternativa: «El Foro Social Mundial es un proceso que estimula a los organismos y movimientos que participan en él a situar, a nivel local o nacional, sus acciones […] introduciendo en la agenda mundial las prácticas transformadoras que están experimentando en la construcción de un mundo nuevo» (Artículo 14, Carta de los Principios de Porto Alegre).

Sin embargo, el FSM como espacio de debate, sin actuación, no siempre ha sido así. En 2002, el Foro Social Europeo convocó una protesta masiva contra la inminente invasión de Irak por parte de Estados Unidos, y en 2003 el Foro desempeñó un papel fundamental en la organización del Día de Acción contra la misma invasión, durante el cual 15 millones de personas se manifestaron en las calles de 800 ciudades de todos los continentes, siendo la mayor manifestación de la historia en aquel momento.

La lucha contra la globalización neoliberal y por la construcción de un mundo mejor ha evolucionado mucho en los últimos 21 años a través de los Foros organizados en Florencia, París, Mumbay, Quito, Londres, Porto Alegre, Bamako, Caracas, Atenas, Malmö, Dakar, Túnez, etc. Las organizaciones y los activistas surgidos de la nebulosa del altermundismo están ahora prácticamente en igualdad de condiciones en el Foro, independientemente de su posicionamiento ideológico, sus programas políticos, sus métodos de organización y sus recursos financieros, tanto por la participación como por los medios de comunicación.

El segundo Foro Social de las Resistencias 2022, que acaba de terminar la semana pasada,, cuyo eje principal e iniciador «Fora Bolsonaro» «¡Fuera Bolsonaro!», se articuló en 13 Encuentros de Convergencia del 26 al 30 de enero de 2022, sobre diversos y variados temas, en forma híbrida, en Porto Alegre y en línea, involucrando a la gran parte de los sectores sociales. Las propuestas de cada Asamblea de Convergencia fueron presentadas en la Asamblea de las Asambleas, durante la cual se identificaron los puntos de consenso, las prioridades colectivas y la construcción de una Agenda Común de Lucha para el próximo período.

Con la participación de varios países, entre ellos Brasil, Venezuela, Canadá, Cuba, Chile, México, Túnez, Italia y Marruecos, las propuestas elaboradas en el FS Resistencias 2022 serán presentadas en el FSM 2022, que se realizará del 1 al 7 de mayo en Ciudad de México y en línea.

El futuro del FSM: decisiones de impacto, las mujeres como protagonistas

En este marco en evolución, un grupo de miembros veteranos del Consejo Internacional creó un Grupo de Renovación para pedir el paso de un «espacio de reunión» a un «espacio de encuentro y acción», proponiendo reformas como: decisiones con un quórum muy elevado, ya no por consenso, para evitar los estancamientos, renovación del Consejo Internacional para hacerlo más representativo y capaz de tomar decisiones, incluso para las movilizaciones, en definitiva casi una nueva Internacional. Sin embargo, otros fundadores históricos objetan que la introducción de decisiones por mayoría provocaría divisiones, lo que acercaría el Consejo al método de los partidos políticos, que han demostrado sus grandes límites.

Uno de los principales retos de este FSM será atraer a los nuevos movimientos sociales que desempeñan un papel central en la lucha contra el modelo capitalista, especialmente los movimientos juveniles movilizados en la lucha contra el cambio climático, así como la movilización de las organizaciones de África, Asia y Oriente Medio, y el reto de volver a conectar con los movimientos sociales que se han ido alejando en los últimos años del FSM (Vía Campesina, Marcha Mundial de las Mujeres y otros).

Para lograr este objetivo, además de la movilización en México, un verdadero ejército de activistas está trabajando en todos los continentes, formado por especialistas en diversos temas y asuntos, personas y organizaciones que trabajan sobre el terreno, auxiliados por un colectivo indispensable de intérpretes voluntarios. Se trata de un enorme esfuerzo realizado por hormigas inteligentes y solidarias para reunir a la galaxia del movimiento altermundista en torno a decisiones para imprimir un nuevo impulso e impacto al lema «Otro mundo es posible».

En esta perspectiva, el Comité Organizador Mexicano del FSM 2022, que aglutina a más de 120 organizaciones sociales, junto con el Consejo Internacional, acordó el 27 de noviembre de 2021 sobre la importancia de relanzar el movimiento altermundista frente a los nuevos desafíos creados por el ascenso de la derecha, la crisis climática y la crisis revelada por la pandemia global. Mientras tanto, se ha llegado a un acuerdo con el gobierno mexicano para celebrar el FSM en el centro de la capital, más precisamente en el Zócalo, la plaza central frente al palacio presidencial, un lugar histórico y simbólico, sitio de la antigua capital del imperio azteca que los conquistadores españoles destruyeron en su operación genocida.

Sean cuales sean las decisiones que se tomen, el año 2022 será el más significativo de la historia de la humanidad para la emergencia de la lucha y el empoderamiento de las mujeres en todo el mundo. Sus voces nunca se han callado y nunca se callarán.

Notas

Foro Social Mundial (Ciudad de México, 1-7 de mayo de 2022).
OpenFSM. Plataforma de activismo social proporcionada por el Foro Social Mundial.