Solo 72 horas antes de las trascendentales elecciones presidenciales del 19 de diciembre en Chile, falleció a los 99 años Lucía Hirirat (1922-2021), quien fuera esposa del dictador chileno. El deceso fue comunicado por la tarde en el día de cierre de las campañas electorales de los dos candidatos: Gabriel Boric y José Antoni Kast. Ambos efectuaron grandes manifestaciones, con espectáculos artísticos y discurso final en dos lugares de Santiago, donde previamente debieron mencionar el hecho.

Espontáneamente, al conocerse de la muerte de la señora Hiriart, comenzaron a escucharse bocinas de automóviles como expresión de alegría y cientos de manifestantes se reunieron en la llamada Plaza Dignidad, lugar emblemático de manifestaciones iniciadas a raíz del estallido social de 2019. Paralelamente, partidarios de la dictadura llegaron frente al domicilio de la familia Pinochet, en el exclusivo barrio de lo Barnechea. Por su parte el gobierno del presidente Sebastián Piñera quedó en una incómoda posición decidiendo no pronunciarse y guardar silencio, señalando que era la familia la que debería emitir un comunicado. Paralelamente, en los comandos de ambas candidaturas presidenciales se evaluaba cómo referirse a la partida de la viuda del dictador, mientras que la prensa se preguntaba si el hecho incidiría o no en el resultado electoral del próximo domingo.

De los dos candidatos, el primero en reaccionar fue Gabriel Boric, quien en un tweet señaló:

Lucía Hiriart muere en impunidad pese al profundo dolor y división que causó a nuestro país. Mis respetos a las víctimas de la dictadura de la que fue parte. No celebro la impunidad ni la muerte, trabajamos por la justicia y la vida digna, sin caer en provocaciones ni violencia.

Por su parte el candidato José Antonio Kast, quien siempre ha defendido a la dictadura militar, a Pinochet en especial y que incluso ha ido a visitar a la cárcel a los militares presos por violaciones a los derechos humanos y que cumplen condenas de por vida, señaló escuetamente en una declaración a una radio:

No quiero hacer un hecho político de esto. Yo entiendo la preocupación de los medios y las miradas históricas, pero yo lo dejo como un ser humano. Veo que hay gente celebrando. Creo que no es lo que uno esperaría. Siempre la muerte de alguien, para la familia, es dolorosos, más allá del rol histórico que haya tenido la persona.

La figura de Lucía Hiriart fue siempre controvertida. Pinochet señaló en una oportunidad que ella fue fundamental para que decidiera sumarse al golpe de estado contra el presidente Salvador Allende. Durante los 17 años de dictadura ella encabezó la institución de beneficencia llamada CEMA Chile (Centros de Madres de Chile), que administraba grandes recursos económicos y propiedades que pasaron a ser parte de una fundación que Hiriart presidía y que más tarde comenzó a vender, una vez terminada la dictadura.

Con la llegada de la democracia en 1990, ella se mantuvo a la cabeza de esta institución hasta el año 2016 y aprovechó de enajenar 26 de los 113 inmuebles traspasados gratuitamente en época del gobierno militar, desde el Estado a CEMA, de los cuales prácticamente todos, llevan la firma de Augusto Pinochet. Las propiedades fueron vendidas a alcaldes o empresarios de derecha en una suma cercana a los 8 millones de dólares. Incluso algunas de ellas fueron entregadas bajo el avalúo fiscal, es decir, bajo el valor de mercado, y naturalmente nunca se conoció el destino de los dineros recaudados, de acuerdo con una investigación periodística de uno de los centros periodísticos más respetados de Chile, CIPER.

Posteriormente Lucía Hiriart fue procesada por malversación y apropiación indebida de fondos públicos y llegó a estar un día bajo arresto para luego ser puesta en libertad por problemas de salud. La justicia dejó su caso en nada, nunca se supo del destino de los dineros, aunque es fácil suponer que fueron directamente a cuentas en el extranjero a su nombre o de sus hijos, siendo uno más de los tantos hechos ocurridos que ayudan a explicar el malestar y estallido social ocurrido en 2019.

Es larga la historia de la viuda de Pinochet, de su dureza, de ser partidaria de la aplicación de la mano dura, de sus gustos por los lujos y excentricidades, así como de su influencia para castigar a altos oficiales del ejército que mantuvieran relaciones extramaritales.

En 1982, la esposa del dictador viajó a Washington acompañada de sus dos hijas, ocasión en que se entrevistó con Nancy Reagan, esposa del expresidente estadounidense, Ronald Reagan. El Departamento de Estado estadounidense debió sacar una declaración señalando que el encuentro había sido de carácter privado. La conocida y respetada periodista de investigación chilena, Alejandra Matus, luego de dos años de investigación, publicó en 2013 el libro Doña Lucía. La autobiografía no autorizada, que nunca ha sido desmentida y donde se narran hechos propios de las dictaduras latinoamericanas donde quedan cortas las historias escritas por los premios Nobel, Gabriel García Márquez o Miguel Ángel Asturias.

Lucía Hiriart tuvo la mala suerte de vivir demasiado. Una vida larga que termina, pero en realidad comenzó a morir en 1990, con el término de la dictadura de su marido y suya. Vio como Pinochet fue detenido en Londres durante meses, luego del descubrimiento de las cuentas secretas de su marido en el banco Riggs, en Estados Unidos, con numerosos nombres falsos para la apropiación de dineros del Estado de Chile. También duro ha sido los problemas con sus hijos, constatar el alejamiento de políticos y empresarios quienes escalaron posiciones de poder o se enriquecieron con las privatizaciones de empresas públicas efectuadas por Pinochet y que luego lo abandonaron, salvo muy contadas excepciones.

A la hora de su muerte, fueron muy pocos los políticos que se acercaron a expresar sus condolencias y la familia señaló que se efectuará un funeral estrictamente privado. Se dice que nadie debe alegrarse de la muerte de una persona. No es el caso de las víctimas de violaciones a derechos humanos. Seguramente la muerte de dictadores como Hitler, Stalin, Mussolini, Franco o los tantos latinoamericanos como Pinochet, Trujillo, Videla o Duvalier, han dado tranquilidad a los espíritus de los miles de víctimas de sus tiranías.

Lucía Hirirat, descansa en paz, si puedes.