Ptahhotep vivió en Egipto durante el siglo XXIX a. de C., es decir hace más de cuatro mil años, en un sistema político de monarquía absoluta en la que el faraón era legitimado como manifestación de Horus en la tierra. Horus era el dios iniciador de la civilización egipcia.

Prevalecía un sistema económico que algunos han denominado «modo de producción asiático» y otros le describen como «despótico-tributario».

Nuestro escriba ha sido también conocido como Ptah-Hotep, que significa la plenitud del dios Ptah, y fue un visir o primer ministro que vivió en la Edad de Oro de las Pirámides. Dentro de la cultura egipcia Ptah es el dios de la creación.

La tumba o mastaba de nuestro personaje se encuentra al norte de Saqqara, en la ribera occidental del Nilo y a unos 30 kilómetros de El Cairo, capital de Egipto.

Ptahhotep ocupó los siguientes cargos político- religiosos al servicio del faraón:

Director de los escribas de documentos reales, Consejero de los Decretos del Rey, Sacerdote-lector, Escriba de los libros divinos, Director de todos los trabajos e Inspector de los sacerdotes.

Culminó su carrera de servicio público como visir o primer ministro de los faraones Dyedkava-Isesi y Unis, reinantes durante el siglo XXIV a. de C. Isesi fue el penúltimo faraón de la dinastía Quinta de Egipto, supremo líder desde 2380 hasta 2342 a. de C. Su complejo funerario también se encuentra en Saqqara. Unis (sucesor y posible hijo de Isesi) fue el último faraón de la Quinta Dinastía en el país de Horus y reinó en el Alto y Bajo Egipto desde aproximadamente 2345 hasta 2315 a. de C.

El visir era el cargo más alto después del faraón, su principal colaborador y confidente. Accedía al puesto por medio de una ceremonia iniciática restringida a un pequeño número de dignatarios y luego su misión era anunciada al país entero.

Estaba a cargo de la justicia, tanto celeste como terrena, y se ocupaba de los temas más variados que involucraban asuntos judiciales y de manejo de la economía. No existía separación entre iglesia y estado. En el cargo estaban fundidas las funciones políticas y religiosas.

El visir conducía todos los asuntos del Estado y solo tenía que dar cuentas diariamente al faraón. No existe mucha información sobre nuestro autor. Pero se sabe que cumplió bien su misión porque incluso después de su muerte fue prácticamente divinizado por la tradición egipcia.

Al cumplir los ciento diez años de edad, Ptahhotep reconoce que con la ancianidad llega la debilidad… los ojos están ciegos, los oídos sordos… la memoria se pierde… llega la incapacidad y por ello solicita al faraón que le brinde un sostén para su vejez y le permita trasladar su cargo de primer ministro a su hijo. Al mismo tiempo se ofrece para instruir y guiar a su hijo con su experiencia en el ejercicio de la función pública y para ello escribe las «Máximas», que constituyen un breve tratado de moral y de humanismo para conducirse en las cosas de la vida y también sobre la ética en el ejercicio del poder político y el arte de gobernar buscando la justicia, función que se consideraba sagrada.

Las «Máximas» o «Sabiduría de Ptahhotep» pertenecen a los llamados Textos de las Pirámides, descubiertos en el papiro Prisse en el siglo XIX. Años después fueron publicadas en escritura jeroglífica y luego traducidas al inglés y más tarde al español. La copia completa del libro se encuentra hoy en el Museo de Louvre en París.

Las «Máximas» constituyen un conjunto de consejos y guías para su hijo Ankhu, quien también se desempeñó en el cargo de primer ministro o visir del faraón, y son un verdadero Tao egipcio escrito hace más de cuatro mil años. La obra está constituida por 45 máximas y una conclusión.

La máxima 16 se dedica al arte de gobernar:

Si eres un guía, que tu manera de gobernar viaje libremente por medio de lo que has ordenado. Debes cumplir cosas elevadas.

Sueña con los días que vendrán a continuación.

De suerte que no sobrevenga una desgracia en medio de los favores (en efecto igual que surge un cocodrilo, así de rápido) se produce el desfavor.

Es decir, no promueve ni rigidez ni laxitud, no se gobierna imponiendo sino guiando, muy lejos de un estilo dictatorial de gestión. Algo parecido dijo mucho tiempo después el filósofo chino Lao Tsé: «El gobernante debe guiar sin constreñir».

La máxima 25 da consejos a quien tiene poder:

Si eres poderoso actúa de forma que se te respete por tu conocimiento y por tu calma del lenguaje.

No des órdenes más que cuando las circunstancias lo exijan.

Quien provoca a otro de manera belicosa se implica en una mala acción.

No seas vanidoso y no serás rebajado.

No seas silencioso, pero guárdate de abusar y de responder a una palabra agresiva con ardor.

Es decir, no al exceso de órdenes y al estilo confrontativo y belicoso de ejercicio del poder. Protocolo de gobierno con calma en el uso del lenguaje. También recomienda al gobernante mantener el ego bajo control.

La máxima 6 se refiere a las maniobras humanas y empieza así:

No te entregues a una maquinación contra la especie humana.

Aquí se revela una preocupación humanista, una vocación por el ser humano en general, no solo preocupación por los egipcios.

La máxima 17 se refiere a la necesidad de escuchar las peticiones de los gobernados.

Si eres un guía escucha serenamente el discurso
De quien te dirige una petición.

No lo rechaces hasta que haya purgado su vientre
De lo que tenía intención de decirte.

Ciertamente no es posible que todas las peticiones lleguen a término
Pero una buena escucha aplana el corazón.

En fin, nuevamente un estilo de gobierno nada autoritario. El gobernante debe permitir la libertad de expresión y escuchar las demandas de los gobernados. Así incluso se permite el desahogo de los que se sienten víctimas de injusticias.

La máxima 31 se refiere al trato que se debe dar a los vecinos:

No desvalijes la casa de tus vecinos
Y no te apropies los bienes de quien está cerca de ti.

Es decir que el gobernante o poderoso debe respetar los bienes o propiedades de los vecinos o ciudadanos. El Estado tiene límites.

La máxima 34 se refiere a la benevolencia del gobernante:

La benevolencia es el memorial de un hombre
para los años que vienen tras el ejercicio del poder.

Es decir que la benevolencia es el mejor legado que puede dejar un gobernante para el tiempo en el que ya no tendrá poder.

Hay aquí también una referencia a la distribución de los alimentos que era un rasgo de la economía egipcia de la época. El Estado tenía bodegas en las que se guardaban y desde las que se distribuían alimentos al pueblo.

En la máxima 38 nuestro escriba exhorta a su hijo a cumplir con todas las «Máximas»:

Si has escuchado las Máximas que acabo de transmitirte
Todos tus designios irán hacia adelante.

Aquí el primer ministro hereda el cargo a su hijo con un curso de capacitación incluido y un libro de consejos y recomendaciones para gobernar. Se revela el gran poder que tenía la clase gobernante en el Egipto antiguo lo cual les daba una autonomía relativa respecto del faraón, el cual era desde luego la superior autoridad política y religiosa.

Y en la máxima 40 le recalca a su hijo y sucesor en el cargo:

Si el hijo del hombre acepta lo que dice su padre
No fracasará ninguno de sus planes.

Y en la máxima 41 advierte al gobernante que no atienda sus consejos:

En cuanto al ignorante que no escucha
No conseguirá nada.

Es decir que el gobernante (o sea su hijo) que no atienda sus consejos no tendrá éxito en sus funciones en el poder.

Las «Máximas» concluyen con las siguientes palabras:

El Faraón está satisfecho de todo lo que se ha producido
(ha leído el texto de Ptahhotep y ha manifestado su acuerdo)
Puedas tu adquirir años de vida
No es pequeño lo que he realizado sobre la tierra
He adquirido ciento diez años de vida
Que el Faraón me ha concedido.
Las alabanzas deben ser preeminentes para los ancestros.

Aquí se ve que para el primer ministro es el faraón quien le otorgó su larga vida, es decir que le atribuye a su jefe funciones propias de Dios o de Horus, como en efecto las tenía, según la cultura y religión dominante.

También se refleja un profundo respeto hacia los ancestros lo cual es propio de una civilización que valora las tradiciones y la transmisión de la sabiduría a través de las generaciones.

Así termina esta joya del pensamiento, de la ética y de la civilización egipcia antigua y uno de los primeros documentos de la historia humana de las ideas políticas.

Sin embargo, parece que la colección de «Máximas» la escribió su nieto Ptahhotep Tshefi, quien le atribuye la autoría a su abuelo.

Según el gran egiptólogo Francois Chabas las «Máximas» o «Sabiduría de Ptahhotep» son el libro más antiguo del mundo.

Notas

Christian, J. (1999). Las Máximas de Ptahhotep. El libro de la sabiduría egipcia. Arca de sabiduría. Madrid: Editorial EDAF.