Nació en la ciudad de Éfeso, una ciudad jónica griega (hoy Turquía) en el año 554, a. C., y falleció en el 484, a. C. Se conoce muy poco de su vida. Nació en el seno de una familia aristocrática y en vida no aceptó privilegios ni ocupar puestos políticos que le ofrecieron; en cambio, se convirtió en un filósofo ermitaño. Diógenes Laercio lo describe como un misántropo irrespetuoso, ya que Heráclito afirmaba que los filósofos Pitágoras y Jenófanes, no sabían nada, señala además que odiaba a los atenienses y se puede decir que hasta despreciaba a los hombres. Se burlaba diciendo que a los animales hay que llevarlos al pasto con golpes. El filósofo alemán Hegel, quién concebía la realidad como un proceso en continuo movimiento hacia adelante, nunca estático, que denomina «proceso dialéctico», se consideraba heredero de Heráclito. Heráclito sido calificado como un filósofo de procesos, un científico, un metafísico, un empirista, o un racionalista, un místico y hasta como un oscurantista.

Su obra se conoce por sus sentencias. Es considerado el padre del relativismo científico social y del cambio en la naturaleza, debido a que, hace 2,500 años señaló: «En la naturaleza nada permanece inmóvil y fijo, todo cambia y se modifica sin excepción a través del tiempo, todo pasa, nada es estable, nada permanece, todo muere». En su tiempo el filósofo Parménides negaba el cambio y decía que: «lo que es no puede no ser». Por esta contradicción entre ellos, se les considera fundadores de la llamada dialéctica. Sin embargo, la tesis del cambio en la naturaleza ha sido confirmada por la ciencia, cuando nos indica que hay un intercambio constante de átomos en lo material del mundo y en el cuerpo humano donde hay un constante nacer y morir de millones de células en los diferentes tejidos y, además, el ser humano nace, crece se desarrolla y muere. Por cierto, asimismo hoy los cosmólogos nos dicen que el universo está en constante fluctuación, cambio e inestabilidad.

Para que le entendieran en ese tiempo usó el siguiente ejemplo: «No nos podemos bañar dos veces en el mismo río, pues al penetrar a este por segunda vez, el agua es distinta, aunque aparenta ser la misma ya que llega y se va». En su época, Sócrates y Aristóteles, aunque admiraban algunos escritos suyos comentaban que era difícil comprender su obra. Y por eso le llamaban «El oscuro». Y, además, según Platón y Aristóteles, Heráclito sostuvo opiniones ilógicas, porque las cosas opuestas son idénticas, de modo que todo es y no es al mismo tiempo. Sin embargo, véase al final la nota del autor que parece favorecer (aunque parezca un absurdo) a Heráclito, sobre la opinión de los dos grandes filósofos ya citados.

El problema de poderlo estudiar adecuadamente se debe a que sus escritos fueron quemados y solo quedaron fragmentos de ellos, además, era difícil en su tiempo aceptar sus ideas, que hoy no son tan oscuras. Ejemplo de eso tenemos los siguientes señalamientos: «Despiertos, los hombres solo tienen un mundo que les es común; pero durante el sueño cada uno retorna a su propio universo». «Los hombres no conocerían la justicia si no existieran las injusticias». «La reflexión es la más grande de las virtudes». Hoy todo el mundo acepta que reflexionar es una característica que hace la diferencia entre los hombres y los animales.

Heráclito señalaba que el hombre estaba dotado de dos órganos para conocer la verdad como: la sensación y la razón. La primera se pone en evidencia por los órganos de los sentidos como las orejas y los ojos, son malos testigos y no hay que dejarse llevar por las apariencias de estabilidad de las cosas, ya que los sentidos no son útiles si no van acompañados de reflexión. Al reflexionar, comprobamos no solo la fugacidad de las cosas, sino también la relatividad de nuestros juicios y de que unas cosas son buenas y otras son malas desde nuestro punto de vista, el cuál puede diferir del de otros. Tiempo después el sofista filósofo Protágoras sostendría algo similar.

Una afirmación de él era: «Todas las cosas nacen de la lucha entre contrarios», al parecer nos quería decir que, los contrarios se armonizan y de la hermosa armonía nace lo que difiere de todo. Así, se une el macho a la hembra y nace otro ser. En la pintura, al mezclar el blanco con el negro o los colores entre sí se logran otros colores. En música, al mezclar notas agudas y graves y largas y breves se logra una armonía de sonidos diferentes. En la circunferencia, el principio y el fin coinciden.

Otro ejemplo de relatividad era: «el agua de mar es a la vez impura para los hombres que no la pueden beber y pura para los peces que viven en ella».

Consideraba la guerra como algo bueno, ya que la lucha es justicia; señalaba que, a algunos seres los ha hecho dioses y a otros hombres, a unos esclavos y a otros libres.

Cuando se le preguntó que significaba para él «la unidad de los opuestos» respondía:

El camino hacia arriba de ascensión a una cima es el de la bajada, ya que no son dos recorridos diferentes que van en sentido contrario, sino que en el fondo se trata del mismo camino. El día y la noche son cosas distintas, pero en el fondo son lo mismo, son aspectos de un mismo proceso. Nosotros somos y no somos, y en cada momento somos otro distinto, como el río que fluye en cada instante igual y distinto a sí mismo.

Se entiende por qué, cuesta comprender lo que él decía de que lo que se opone a sí mismo está al mismo tiempo en armonía consigo. Ante esto aclaraba: «Es lo mismo en nosotros (está con nosotros), la vida y la muerte, la vigilia y el sueño, la juventud y la vejez, porque esto se transforma en aquellos e inversamente aquellos se transforman en estos».

Una frase notable de él era: «el carácter del hombre es su destino», con lo cual nos quería decir que el carácter del hombre es el que le impulsa a la acción y, como consecuencia, a sus realizaciones positivas o negativas en la vida. Al parecer, con sus escritos nos quiso enseñar o dejar una explicación de los fenómenos naturales existentes y sobre los cuales los hombres especulaban en su tiempo. Heráclito creía que el mundo estaba regido de acuerdo con lo que él denominó el logos (razón), palabra a la que posteriormente se le han dado otros significados. Consideraba que: «el mundo era una unidad del todo, no ha sido creado por nadie entre dioses, ni por nadie entre hombres, es y será un fuego vivo que se enciende y extingue con sujeción a leyes».

El devenir (lo que nos va a suceder) se realiza en muchos aspectos en el interior de nosotros mismos. Según Heráclito, tanto el conflicto como la contradicción no deben evitarse pues juntos sirven para constituir el mundo. Si se elimina la contradicción, se elimina también la realidad. El cambio y la transformación constituyen la ley básica sobre la que se asienta la vida y el propio universo, y de la que nunca se podrá escapar.

Nota

Hoy sabemos que los genes que dan lugar a la vida y al desarrollo humano, a la formación de células, tejidos y órganos, son los mismos que al ser mutados (lesionados) dan lugar a enfermedades e, incluso, a la muerte del hombre. En realidad, como señalaba Heráclito nuestro organismo vive en un constante cambio, y en los genes se da lo señalado por Heráclito, pueden dar la vida o la muerte (según funcionen).
Existe una coincidencia muy grande entre lo que señalaba Heráclito y el símbolo de la complementariedad de los opuestos, el Yin/Yang de la filosofía china (enunciados por ese mismo tiempo). De acuerdo con la cosmología china, en el principio, el universo se originó del caos y después de un periodo surgieron dos fuerzas dinámicas, llamadas Yin y Yang, que representan dos sistemas de energía que interactúan a la vez. Son lo complementario de los opuestos y las premisas bajo las que opera el universo. El Yin es la Tierra, la Luna, la noche, lo femenino, lo oscuro, lo blando, lo pasivo. El Yang es el cielo, el Sol, el día, lo masculino, la luz, lo duro, lo activo. Ambas son fuerzas complementarias y condicionan la existencia de la otra. El bien consiste en un equilibrio de ambos; el mal en el desequilibrio de ellos. Por sí solo ninguno representa el bien o el mal.
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