Una de las polémicas más recientes en España es la de los youtubers que se mudan a Andorra para pagar menos impuestos y así lograr sacar mayor provecho personal de una riqueza económica regalada por miles de seguidores y, en la mayoría de casos, no por poseer grandes talentos o habilidades extraordinarias.

Un poco de contexto, la mayoría de esos youtubers son niños de apenas 20 años que han pasado de estudiantes normales a nuevos ricos en un tiempo récord, sin entender a dónde van los impuestos que se pagan ni tampoco tener mucha consideración. Y muchos de ellos no muestran gran inteligencia, como es el caso del llamado «ElMiillor» que en sus redes sociales alardeaba de no pagar impuestos en España, practicar snowboard en Andorra con el dinero que se ahorra y burlarse de los que no se han mudado al país de los Pirineos.

Pero los debates y la polémica van mucho más allá de que algún crío no entienda los sistemas de impuestos de los países grandes de Europa y solo quiera ahorrar dinero a corto plazo, se trata de entender que en las sociedades actuales las personas que se encumbran por una actividad no deben ser consideradas un ejemplo en el resto de aspectos de la vida.

Tomando como ejemplo a los futbolistas, quizá los seres más idolatrados en España, la gran mayoría muestra gran ignorancia en otras materias. Son solo deportistas a los que cuando se les pregunta su opinión en otros temas suelen mostrar carencias similares a las de muchos de nosotros, y, pese a todo, muchos de sus seguidores no entienden que, fuera del rectángulo de juego, son personas con opiniones y valores tan válidos o incorrectos como cualquiera.

De hecho, encontramos a muchos deportistas famosos y brillantes en su especialidad que parecen patinar fuera de ella; por ejemplo, el lateral del Real Madrid, Carvajal, que tiene un perfil personal bajo y discreto, invitó al líder de VOX, Santiago Abascal, al palco del Santiago Bernabéu para un partido de Liga; o el campeón invicto de MMA, Khabib Nurmagomédov, musulmán, criticó y amenazó a Macron por defender la libertad de expresión ante los ataques islamistas en Francia.

Y esos principios se aplican para muchas personas con un gran altavoz por alguna actividad concreta en la que destacan; actores, músicos o escritores, por poner más ejemplos. Aunque quizá el ámbito de la cultura sí pueda otorgar una especial sensibilidad en algunos casos, conviene andar con ojo cuando idolatramos a alguien, ya que si esa persona tiene esa repercusión mediática en otros temas podemos encontrar una persona despreciable con la que no querríamos tener ningún contacto.

Con la masificación de las redes sociales la posible fórmula para solucionar estos problemas es mucho más complicada, ya que hablamos de personas con miles o millones de seguidores que usan esas redes como cualquiera de nosotros en muchos casos, logrando por ende una repercusión espectacular con sus opiniones personales.

Hasta que no encontremos la manera de admirar a alguien por una actividad y no por lo que queremos que sea a nivel más personal, intentando ignorar esas otras opiniones o evitar que en los medios se les pregunte por ellas, los ídolos se nos seguirán cayendo a pares.