Tanto en el plano la formación instrumental de todo músico como en el ámbito de la ejecución orquestal, Beethoven representa, sin duda alguna, un importante punto de referencia. Por ello, gran parte de sus piezas integran el pénsum de estudio de los diferentes conservatorios del mundo.

Este destacado compositor alemán revolucionó la sinfonía y la sonata, dos importantes formas musicales, jugando con los recursos rítmicos, matices e inclusive las tesituras de ciertos instrumentos. De esta manera, realizó tocatas, misas, entre otras importantes piezas además de sus 9 sinfonías, que son reconocidas e interpretadas por gran parte de las orquestas que existen en el planeta.

Mucho se conoce sobre la vida y obra de uno de los compositores más emblemáticos tanto del Clasicismo como del Romanticismo. Con motivo de los 250 años de su natalicio, resulta importante conocer varios apuntes de interés sobre sus obras y su vida personal.

El éxito resumido en 9 sinfonías

Gracias a sus 9 sinfonías para orquesta, Beethoven se convirtió en uno de los exponentes más importantes de la música entre los siglos XVIII y XIX. Cada una de estas obras destaca por su increíble riqueza rítmico-melódica y su amplia gama de tonalidades.

Beethoven concluye su primera sinfonía hacia 1800. El estilo clasicista de la obra la hizo blanco de críticas, llegando a ser considerada un trabajo un tanto fúnebre y tenso para la época.

Su segunda sinfonía fue dedicada al príncipe Lichvowsky, con quien el compositor alemán tenía una muy buena relación. La composición culminó en 1802, cuando Beethoven comenzaba a experimentar ciertos problemas de sordera.

Compuesta entre 1802 y 1804, la Heroica, su tercera sinfonía, abriría su derrotero hacia el Romanticismo. Fue dedicada a Napoleón Bonaparte, pero en el momento que este se proclamara emperador, el compositor procedió a borrar rápidamente la dedicatoria.

Del mismo modo, su cuarta sinfonía también estuvo dedicada, esta vez, al conde Franz Von Oppersdorf, gran amante de la música académica. Se trata de una obra escrita en tonalidades apacibles al oído. El carácter sereno de esta sinfonía refleja uno de los momentos de mayor tranquilidad que vivió el compositor a pesar del progresivo deterioro de su audición.

Su quinta sinfonía es una de las más conocidas y ejecutadas por las orquestas de todo el mundo. Se caracteriza por ser una de las piezas más importantes dentro del Romanticismo. Durante su composición, Beethoven ya se veía aquejado por una sordera bastante avanzada. El compositor definió esta obra como la “Sinfonía del destino”, pues las 4 primeras notas con las que inicia representan la forma en la que el destino toca a la puerta.

La sinfonía número seis fue conocida con el nombre de "Sinfonía Pastoral". Con ella, Beethoven quiso rememorar los recuerdos de su vida en el campo.

Para 1812, había terminado la número 7. Pese a sus problemas de salud, Beethoven fue testigo del gran éxito del que gozó la obra.

La octava sinfonía constituyó una grata experiencia para el gran compositor. Beethoven se refería a ella como “la pequeña sinfonía en Fa”, en contraste con su sexta sinfonía, compuesta en la misma tonalidad, pero de mayor duración.

Para cerrar con broche de oro, Beethoven dio a luz su novena sinfonía, inspirado en cierta línea poética: “Que todos los hombres sean hermanos”. Al escribirla, Beethoven ya se encontraba completamente sordo. Es justamente en el último movimiento de esta obra en donde tiene lugar el popular Himno a la Alegría, nacido de la musicalización del poema titulado Oda a la Alegría de Friedrich Schiller, siendo así la primera sinfonía en la que la voz humana fue incluida como instrumento, rasgo que resalta con la participación de cuatro cantantes solistas.

Con el paso de los años, la "Coral" – como también es conocida la novena sinfonía - se convirtió en una de las piezas más importantes y populares del mundo, de ahí que fuera declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Además de sus 9 sinfonías para orquesta, también se destacó por la creación de obras para diferentes instrumentos, tales como piano, violín, orquestas de cámara, entre la cuales podrían destacarse las siguientes:

Sonata claro de luna: fue compuesta para su alumna Julie Guicciardi en el año 1801. La pieza no tuvo nombre hasta que el poeta Ludwig Rellstab, cinco años después del fallecimiento de su autor, la bautizó así.

Para Elisa: es una de las composiciones más famosas del repertorio pianístico. La pieza tiene una historia particular, ya que debió haberse llamado “Para Teresa”, quien era otra alumna de Beethoven, a quien le declaró su amor; sin embargo, esta se casó con un importante noble austríaco años después. El error ocurrió al momento de transcribir la obra del primer manuscrito, donde el musicólogo Ludwig Nohl copió “Elise” en lugar de “Therese” en la dedicatoria de la pieza.

Música de cámara: otro banco de composiciones beethovenianas se encuentra en las obras de música de cámara, específicamente en los cuartetos para cuerda. Se trata de un conjunto de obras en cuyas voces puedes apreciarse una gran carga de humor. Quienes tuvieran el honor de interpretarlos, deberán gozar de una buena técnica para garantizar buenos resultados.

8 curiosidades acerca de Beethoven

Aunque no lo creas, este músico tuvo una vida muy particular que merece ser contada. Por ello, te compartiré estas ocho curiosidades que seguro desconocías.

Perdió su audición de manera progresiva: a partir de sus 27 años, comenzó a escuchar zumbidos de forma constante debido a una enfermedad que le afectó en su juventud, por este motivo, no podía realizar sus composiciones con tranquilidad.

Compuso su primera obra con tan solo 12 años de edad: su ópera prima para piano data de 1782. La pieza contaba con 9 variaciones que fueron escritas en tonalidad de do menor y en cada una de las cuales se hayan elementos de interpretación cargados de gran dificultad.

No le gustaba tocar el piano: a pesar que sus obras para piano son de las más completas a nivel musical, este instrumento no era del agrado de Beethoven, ya que su padre le obligaba a tocarlo todos los días, sin excepción, por largas horas, pues pensaba que no debía desaprovechar su talento.

Dejó de estudiar en la escuela: debido a los problemas económicos de su familia, el joven Ludwig dejó de estudiar para dedicarse a trabajar. Por cuenta propia aprendió a leer, escribir, dividir y multiplicar.

Una salud débil: desde su nacimiento, este músico experimentó graves enfermedades como viruela, tifus, hepatitis, problemas en la piel, afecciones degenerativas, entre otras. Según los resultados revelados en la autopsia, su muerte se debió a una cirrosis avanzada. En ella, pudo observarse que su hígado se había descompuesto como consecuencia del consumo de alcohol.

Tenía mal carácter: su sordera, así como también las diferentes enfermedades y experiencias a lo largo de su vida lo hicieron un hombre a menudo malhumorado e irritable.

No llegó a contraer matrimonio: este destacado compositor nunca llegó a casarse ni a tener hijos, varios portales aseguran que esto se debió a su carácter irritable y a su aspecto físico.

Su nombre fue exclusivo dentro de su generación: de esta manera, el destacado músico alemán fue la tercera persona en su familia que se llamó Ludwig Van Beethoven, siendo su abuelo y hermano las dos primeras personas que llevaron ese nombre.

Por último, debido a sus problemas de audición, Beethoven pudo desarrollar habilidades en la improvisación, las mismas pueden evidenciarse en varias de sus sonatas para piano.

Cada una de sus composiciones son una muestra de la libertad que había en su espíritu, a pesar de sentirse limitado por su sordera y demás tropiezos que debió enfrentar a lo largo de su vida.