Cada segundo de este instante, entregado en el conocimiento, la ciencia y la generosidad, brilla ahora y lo hará en la posteridad.

El orden internacional tripolar hegemonizado por EEUU, Rusia y China, el conjunto de las civilizaciones existentes, los sistemas de producción, distribución y consumo en cada uno de los países, y cada persona en su condición individual y social, enfrentan el desafío de mitigar y suprimir la pandemia, esta es la obligación básica e inmediata.

1. «Rodeados de muertos promuévase la muerte»

En este marco son evidentes dos hechos: primero, la importancia estratégica e irrenunciable de los sistemas públicos de salud; y, segundo, la confirmación de que es en el ámbito político e ideológico (y en los medios de comunicación) donde se fraguan algunas de las narrativas que con más perversidad cultivan miedos, divisiones y odios. Respecto al segundo fenómeno referido es de lamentar la experiencia política española en estos tiempos pandémicos, e incluso en los años inmediatamente anteriores. En España las fuerzas políticas han demostrado su incapacidad para actuar unidas, al mismo tiempo que cultivan gigantescas capacidades de división, insulto, odio, manipulación y aprovechamiento mezquino de la crisis sanitaria.

Rodeadas de una mortandad envolvente, estas fuerzas no dejan de transmitir, en sus lenguajes y decisiones, la cultura de la muerte. ¿Es este el mensaje que proyectan en Europa y en América Latina? Lo escrito para el caso de España se repite en varios países Iberoamericanos, pero muy pronto los análisis científicos y humanistas demostrarán, por enésima vez, la naturaleza terrorífica, macabra, del comportamiento político-ideológico. Estos análisis, para ser reputados como tales e impulsen la desmitificación de los lenguajes asociados al poder político, deben abandonar la servil costumbre de disimular y ocultar en unos lo mismo que se denuncia en otros.

2. El ser y el tener

Más temprano que tarde la voluntad determinativa de los seres humanos dará sus frutos, y esa será la semilla de los cambios sociales positivos que deben implementarse durante la pandemia y en el mundo post-pandemia. El virus y sus efectos serán derrotados por los méritos de la gente sin más poder que la cotidianeidad de su vida o que ejercen el poder con sabiduría y generosidad. Pasado algún tiempo se reestablecerán las interacciones sociales, volverán los abrazos, y se multiplicarán las muestras de afecto y de amistad, pero ahora es la hora de resistir y de vencer a la pandemia. Cuando la condición actual desaparezca quizás seamos más capaces de permanecer unidos en la diversidad de intereses y de ideas, y comprenderemos mejor que la felicidad no depende de aquello que poseemos, pensamos o creemos (el tener) sino de lo que cada quien es en la profundidad de su existir (el ser). Y esta última afirmación no se origina en un romanticismo desencarnado, sino en la dinámica de la realidad concebida como una emancipación progresiva, cada vez más amplia y profunda, que recuerda aquella frase del Manifiesto de Córdoba (Argentina):

los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan.

3. Una oportunidad para avanzar

No creo que las emergencias sanitarias decretadas en los distingos países impliquen un salto cualitativo de proporciones cósmicas hacia niveles superiores de consciencia. Cierto que en el mundo se experimenta un acelerado proceso de transición -esto era así mucho antes de la crisis actual-, pero conviene ser realistas para no idealizar las posibilidades del cambio de época que estamos experimentando. Enunciar ideales es valioso, pero lo es más la pragmática de ideales, esto es, la capacidad de transformar esos ideales en realidades, sin despejar los pies ni un milímetro del suelo.

Debemos ser realistas e idealistas al mismo tiempo. Las experiencias relacionadas con el Covid-19 contienen la oportunidad de mejorar en muchos aspectos relevantes de la vida como la responsabilidad individual en materia de salud; la protección, cooperación y ayuda mutua; la revalorización de las relaciones familiares y comunitarias; y la promoción del bien común en co-relación y armonía con los bienes privados. Para avanzar en esas direcciones es imprescindible que ahora, junto al estricto acatamiento de las medidas sanitarias que se establezcan, también se ejecuten decisiones económicas, sociales y políticas que anticipen la situación posterior a la pandemia, y amortigüen en lo inmediato algunos de sus efectos más negativos. Las sociedades nacionales deben tensar sus fuerzas al máximo y mostrar, como de seguro lo han hecho en otros momentos históricos, sus inmensas capacidades de anticipación y previsión respecto a situaciones futuras.

No voy a referirme a medidas concretas, pero sí a los objetivos que deben alentar esas medidas. Los resumo en apretada síntesis: evitar la desaparición de las clases sociales medias, potenciarlas; erradicar la pobreza y la pobreza extrema; fortalecer los tejidos socio- empresariales; erradicar los abusos y egoísmos de los intereses creados sectoriales; re-inventar la política y los partidos políticos para que ningún segmento de la clase política sea parasitario y confiscador del producto del trabajo social; proteger y profundizar la dignidad social y laboral de los trabajadores del Estado, la industria, el comercio, la agricultura y los servicios; dinamizar los sistemas productivos; disminuir radicalmente las desigualdades de todo tipo; crear Estados y gobiernos de excelencia y eficacia; y emprender una acción sistemática, profunda y radical para reducir el gasto militar, debilitar el sistema militar-industrial de los imperios y avanzar hacia un cronograma para la desmilitarización internacional. Estos objetivos constituyen los parámetros para evaluar las distintas decisiones que se estén tomando, vayan a tomarse y se implementen.

4. Conmoción social: recesión económica y desigualdad

La grave contracción económica que se experimenta a nivel mundial y las evidentes e insultantes desigualdades sociales, crearán en los próximos meses y años un estado de conmoción de grandes proporciones, cercano a lo que puede calificarse como un reseteo o reformateo del sistema-mundo. Para que esa conmoción y eventual formateo no impliquen el ascenso de los autoritarismos, populismos, nacionalismos exacerbados, manipulaciones mediáticas, militarismos, controles tecnológicos y policiales sobre la población, y de la guerra psicológica entre distintos bloques sociales y políticos, es clave unificar la acción histórica en torno a los objetivos que he mencionado u otros que se estimen mejores. Las sociedades tienen la oportunidad de avanzar, y de hacerlo unidas en la diversidad de intereses y de ideas ¿Lo harán? No será fácil, de seguro no se logrará en un cien por ciento de los casos, pero si se actúa en las direcciones pertinentes se lograrán resultados positivos y transformadores.

5. Las ideologías esclavizan, los conocimientos liberan

Quizás algunos puedan creer que los objetivos mencionados son inalcanzables o que no son realistas; pienso lo contrario. Si existen voluntades determinativas que busquen concretarlos, se concretarán; y bueno, quienes hablan de realismo o de realpolitik para oponerse a estos cometidos deben recordar que el realismo, cuando se le utiliza para obstaculizar la concreción de los ideales, equivale a una prisión donde se tortura la libertad y la imaginación. Concebir la realpolitik de ese modo es una justificación que confiesa la malignidad intrínseca, no digo de la inteligencia política e ideológica, sino de su estupidez. Semejante deformación demuestra que la supuesta inteligencia de la política y la ideología es en realidad la evidencia de una de las mayores disminuciones de racionalidad e inteligencia de que se tenga noticia. Las ideologías atontan y esclavizan a los seres humanos, el conocimiento los libera.

6. En la resistencia se tejen las alegrías que vendrán

En la resistencia de cada día se tejen las alegrías que vendrán. La vida resplandece junto a las espinas, y en el dolor existe la oportunidad de aprender el arte de ser cada vez más radicales, y menos pusilánimes y mezquinos. Aprovechemos la circunstancia de esta época difícil y confusa para esforzarnos en profundizar la reflexión serena, objetiva e informada, acrecentar las armonías emocionales y psíquicas, y potenciar las raíces culturales e históricas de la especie en sus distintas y entrelazadas configuraciones.

Recordemos que donde se concentra la mente y la emoción ahí se sitúa la fuerza interior del espíritu, y es esa fuerza la que cambia las circunstancias, aún las más adversas. No dejemos pasar estos años sin cultivar la entrega generosa al semejante, y sin fortalecer la autonomía personal, la capacidad de pensar por sí mismo y en comunión con otros. La dignidad del futuro nace en quienes ahora aman sin mezcla de odio ni fanatismo, sin sectarismos y sin dogmatismos, sin políticas farsantes y sin ideologías. Cada segundo de este instante de la historia, entregado a través del conocimiento, la ciencia y la generosidad, brilla ahora y lo hará en la posteridad.