Al final da lo mismo lo que quieras ser en la vida… desnúdate delante de un espejo y empieza por decirte: yo soy así, aceptarte y quererte. Si no te quieres a ti mismo nunca podrás comunicar nada. Todo empieza por el amor a uno mismo. Nadie es perfecto, todos tenemos algo, con lo cual, ¡acéptalo!

El escritor Jordi Sierra i Fabra es lo que se llama un escritor en mayúsculas. Escritor prolífico con más de 500 libros publicados y más de 13 millones de ejemplares vendidos. Desde los 8 años supo a qué quería dedicarse el resto de su vida, quería ser escritor. Y lo consiguió, pese a todos los impedimentos con los que se fue encontrando. Hoy nos abre las puertas de su casa para hablarnos de su pasión: la escritura, su proceso de creación y del porqué cuando alguien tiene un sueño muy grande, no hay otro camino que hacerlo realidad.

Jordi, ¿cuál es tu función en la vida?

Nací para escribir. Nunca tuve un plan B, siempre supe que sería escritor. Lo que quiero es que la gente se lo pase bien leyendo mis libros. Son muchas las personas que me han leído y su vida ha dado un giro desde entonces y eso me lo dicen… Por eso, puedo afirmar que un libro no cambia el mundo, pero sí que cambia a las personas. A mí me pasó con 17 años, un libro me cambió la vida.

¿Qué libro?

El Manantial de Ayn Rand. Después, la novela se llevó al cine, interpretada por Gary Cooper. Tengo su monólogo de seis minutos grabado en el móvil para no olvidarme jamás.

El argumento trata de un arquitecto, que tiene muy claro quién es y sabe que nunca se va a dejar vender por nada ni por nadie. Por eso, siempre he querido ser como el protagonista, que mi obra sea fiel a mí y que nadie la toque. Hoy en día, sigo siendo ese Howard Roark, fiel a mi mismo, que cree que hay 5 cosas esenciales en la vida.

¿Cuáles?

Son la paz, el amor, el respeto, la honradez y la esperanza. Mi obra y mi vida siempre se han basado en esos cinco puntos.

La primera, la Paz. Soy pacifista, sufrí bullying en el colegio, pero cada golpe me ha hecho más fuerte. He tenido un sueño y siempre me he aferrado a él. Eso me ha hecho superarlo todo.

Amor: Yo me enamoro cada día. Me enamoro de todo, voy siempre con los ojos bien abiertos. Nunca sabes cuando te vas a volver a enamorar y eso es maravilloso.

Respeto: siempre respeto a todo el mundo, por encima de todo.

Honradez: Aunque en el mundo haya corrupción, etcétera… yo soy honrado y nunca me vendo por dinero.

Esperanza: No creo en el paraíso, ni en cosas parecidas. Creo en el aquí y ahora. Mi esperanza es que mañana seguiré vivo, me levantaré y seguiré escribiendo… y cuando me muera, ¡adiós!

¿Todo esto nació leyendo un libro?

Mi vida también me marcó. Mi padre me prohibió escribir, porque decía que era una profesión en la que me moriría de hambre. Aparte, en la escuela me decían que era un inútil y que nunca haría nada de provecho… Eso te marca.

Pero un día consigues publicar, consigues ser leído y encima te leen en las escuelas y te conviertes en un autor de referencia en los colegios de España y América Latina…

Mi intención era escribir y lo sabía. Lo que no sabía es que me leería tanta gente… Escribir para mí está por encima de todo, si alguien me dice, yo quiero escribir, pero mi padre no me deja, pienso: ¡cómo el mío!

Yo le digo, quiérete a ti mismo y haz lo que sientes. Si tú te quieres, harás también aquello que sientes. Todo depende de uno mismo.

Por eso creé el Premio Literario Sierra i Fabra, para darles a los niños un motivo para que puedan escribir. Quizás ganen, quizás no… pero al menos ya tendrán escrito su propio libro…

A partir del Premio apareció la Fundación Sierra i Fabra que respalda el premio…

Sí y obedece a esa parte mía de compartir. Yo no soy rico, pero siempre he intentado dar a los demás. Como decía Jodorosky, «si la vida te da un don, al menos, da un 10% a los demás». Y yo tengo un don, porque sé escribir y además rápido… Estamos en un mundo donde si la gente que puede hacer cosas no las hace, estaríamos perdidos. Ese es mi compromiso…

¿Cómo te inspiras?

Tengo tres fuentes de inspiración. La primera son los periódicos. Yo no leo noticias, leo historias. Cada día saco mínimo unas tres historias.

La segunda, el viajar. Me gusta perderme por algún rincón del mundo y escuchar a la gente que vive allí, así me empapo. Por ejemplo, de una campesina del Tíbet o de un pescador de Samoa, realmente, te pueden contar historias preciosas.

Luego está lo que tengo en la cabeza. El otro día hablaba con mi nieta. Una niña que adora los espejos y cada vez que ve uno, posa sin parar, y le dije: un día tu imagen se cansará de ti y te dirá que ya no te sigue, que está cansada. Al decir eso pensé: ¡Jordi, esto es un cuento infantil!

Y realmente, tocas muchos géneros…

Cuando hago novela de ciencia ficción, soy Dios… me invento un mundo. Pero en cambio, cuando hago novela policiaca, es al revés, todo tiene que encajar a la perfección. En la novela histórica me tengo que documentar al máximo, saber todo de un país, de su historia y de lo que allí ha sucedido, aunque luego esos datos no aparezcan en la novela. Tengo que saberlo todo para no meter la pata, aunque luego escriba lo justo para que el lector lo entienda.

La novela realista, en cambio, es nuestro mundo, así que observo el mundo real.

Todo depende del tipo de género, pero siempre es a partir de una semilla que cae en mi cabeza.

¿Una semilla?

De cada 100 semillas que tengo, cogen tierra 20 y brotan cinco. De estas cinco sólo una será un libro. A veces me enamoro de una idea, pero también me pasa, que, al día siguiente, me levanto y pienso que no es tan buena.

Es cuando tengo la idea crecida en mi cabeza y veo que empiezan a funcionar las cosas, cuando comienzo a trabajarlas. Entonces viajo para inspirarme del lugar, de las gentes, los olores, los colores… Y cuando tengo todo el puzle en mi cabeza, viajando por algún lugar del mundo, escribo el guion.

¿Cómo haces ese guion?

Siempre escribo el guion viajando, así que lo hago en aviones, autobuses, aeropuertos, donde sea… en cualquier sitio monto la paradita y me pongo a escribir.

Por eso nunca me estreso cuando se retrasa un avión, al revés, cuanto más follón, más concentrado estoy. En el guion escribo cada capítulo de la novela resumido. Siempre a mano, en un papel, por eso siempre verás en mis guiones tachones, cosas añadidas, etc…

Y cuando tienes el guion acabado…

Pues cuando tengo el guion acabado puedo terminar la novela en quince días. Porque ya sólo consiste en escribir. Me encierro en casa y a escribir.

¿Sabes exactamente cuánto tardas en escribir una novela?

Depende de cada caso, aunque siempre llevo un registro de cuando empecé y cuando acabé una novela. Allí apunto las horas que escribo al día. Trabajo todos los días de la semana normalmente ocho horas, aunque a veces hago un poco menos, depende… Pero escribo cada día porque si no, pierdo el hilo. Anoto también, al final del día, las páginas que escribo. Tengo todos mis libros documentados…

Sigues sistemas y eso es lo que funciona…

Sí, esa es la clave de todo, o al menos lo que a mi me funciona. A veces me dicen que soy muy alemán, porque soy muy disciplinado.

¿Tienes libros en el cajón?

Pues llevo un pen siempre conmigo, donde tengo más de 40 libros sin publicar. Muchas veces escribo un libro y sé que no voy a publicarlo, pero me sirve para aprender.

Nunca reescribo mis libros, antes vuelvo a empezar, porque al retocarlos siempre empeoran. No creo en la perfección, creo en el instinto. Soy intuitivo, de sangre caliente. Corregir un libro, para mí es enfriarlo… Soy un autor de riesgo, no me autocensuro, si no lo publico, no me preocupa.

Quien hace de su pasión su profesión, no le cuesta, ¿verdad?

¡Correcto! El médico siempre me dice que tengo que levantarme de la silla cada dos horas, pero yo una vez me pongo a escribir, ni me acuerdo. Igual llevo 4 h escribiendo sin parar y ni me entero… y pienso… ¿ya es la hora de comer?

Tampoco hago yoga, ni taichí, solo dejo la mente en blanco e imagino historias, esa es mi forma de meditar.

¿Algún consejo para un joven futuro escritor?

Nunca doy consejos, de aquí a creerme tan importante para dar consejos, ¡no! La gente que da consejos, me los imagino en plan paternalista que sacan a pasear tu dedo, apuntando siempre a los demás y eso no va conmigo.

Si yo le tengo que decir a alguien que quiere ser escritor, que escriba, no tiene sentido. Escribir se siente, así que si no lo sientes no seas escritor…

¿Cuándo somos nuestra mejor versión?

Cuando te ríes de ti mismo. Yo era tartamudo, pero me reí de mi mismo y ahora ya lo he superado. Incluso he hecho un programa de radio.

Al final da lo mismo lo que quieras ser en la vida… desnúdate delante de un espejo y empieza por decirte: yo soy así, aceptarte y quererte. Si no te quieres a ti mismo nunca podrás comunicar nada. Todo empieza por el amor a uno mismo. Nadie es perfecto, todos tenemos algo, con lo cual, ¡acéptalo!