[Cuando se hizo hombre] Dios no le hizo ascos a nuestra humanidad.

(Sergio Obeso)

¡Feliz cumpleaños celeste, inolvidable señor…!

Me enteré de alguien que no conocía a Sergio Obeso y ha sido la motivación para escribir el presente, que de otra forma no hubiera visto la luz.

Sergio Obeso fue una de las mejores personas que he conocido.

Y cuando se conoce a una mejor persona, a alguien que da lustre con su estilo de vida a la condición humana, uno quiere que el mayor número de gente participe de ese hallazgo.

Estas son apenas algunas pinceladas, esbozando su figura.

¿Cómo era él?

Pues era un amante de la música clásica, de los automotores… y del Pico de Orizaba. Me parece que esos rasgos, si no definen, sí dicen mucho de su persona. Vea usted:

Por los espacios de la institución formativa a la que dedicó tantos años se sabía de su presencia porque de pronto se dejaban oír obras del repertorio clásico… Era Sergio Obeso, que recreando su bien conocida pasión por la música venia silbando — al pie de la nota — alguna de ellas.

En cierta oportunidad, hablando de la vocación — que nos hace entender que nuestro camino es uno en especial, y que hay que seguirlo —, y con la certeza de que la respuesta de Obeso iría por allí, le preguntaron que de no ser lo que era qué le hubiera gustado ser. «Piloto de autos», contestó sin vacilación: dejó pasmada a la audiencia.

(Curiosamente –ejemplarmente- nunca tuvo un vehículo de alto nivel, ni en sus tiempos de mayor responsabilidad; Volkswagen sedán mucho tiempo, y hace apenas un año se le vio llegar al volante de un Nissan March).

En una época que todo el mundo brinda, come y goza, en las fiestas decembrinas, muchas veces se dirigió… al Pico de Orizaba, y en esas alturas vivió -de una manera que solo él podía vivir- la Navidad del Señor.

En este punto ya se percató el lector de la profesión del personaje, o quiere saber cuál fue: en efecto, se trata del más reciente cardenal mexicano designado por el Papa. Un año después ha muerto. Hace unas semanas.

Por lo mismo –que se trata de un sacerdote-, algunos abandonarán la lectura.

Me esforzaré porque así no sea.

Entonces pues, dirán ¿él fue el que idealizaba ser piloto?, ¿el conocedor de la música?, ¿el que en Navidad subía al Pico de Orizaba? Sí, él.

Conocerlo es saber que la iglesia es y ha sido (o puede ser y pudo ser, como usted vea), no cercana, sino parte de un mismo y único pueblo.

Sergio Obeso, Arzobispo Primado de México

¿Qué ambiente se respiraba al quedar vacante la sede eclesiástica de la capital mexicana en 1995? Muy simple: todo el mundo, clamorosamente, daba por hecho que el arzobispo primado de México sería Sergio Obeso, Arzobispo de Xalapa, Veracruz. Clamorosa pero no unánimemente, pues en la iglesia –como en tantas instituciones- hay un fuerte grupismo al interior.

Mas, para sorpresa de todo el mundo, fue designado para México Norberto Rivera. Esta, que sería una muestra más de su buena estrella1, no fue tal. Su propia área de comunicación lo admitió al cumplir 50 años de sacerdocio el clérigo duranguense: «según algunas opiniones monseñor Rivera Carrera no era el idóneo (...)».

(De todos modos) al frente de la Iglesia mexicana

Entre las muchos timbres que distinguen las épocas de Obeso como presidente de los obispos2 está que no dudó en ir hasta el Vaticano para detener el reduccionismo que querían practicar en México a su hermano Obispo Samuel Ruiz, de Chiapas3.

Otra muestra, muy a propósito en estos tiempos en que la injusticia nos hiere tan a menudo: Pedro Roberto Rivera Pérez lo fue a ver para exponerle que había perdido a su hermano en un accidente en Coatzacoalcos a causa de un conductor ebrio, el cual sin recato paseaba ahora su impunidad por aquel puerto. Igualmente resuelto que en el caso anterior, don Sergio se levantó de su silla y llevó con él a Pedro para pedir su intervención –en persona- al gobernador del estado.

La anécdota de su vida

Aunque para los públicos lo del Arzobispado de México fue la anécdota de su vida, no lo es. Su mejor anécdota es una más luminosa, rica, verdaderamente un privilegio.

Resulta que el alumbramiento de Sergio fue asombroso médicamente hablando.

Encinta, su mamá fue advertida de que en el parto se jugaba su vida o la del bebé. Una u otra. Había que considerar el aborto. Mas un médico creyente a quien consultó le dijo: «Muérete en la raya»; que no abortara. Así lo hizo, nació el pequeño y sobrevivió ella.

El precio fue unos meses de cierta parálisis para la –aún así- felicísima madre.

Alumno sin intención pero rector con toda la intención

Ella misma –su señora madre- lo llevó ante el rector del Seminario, Emilio Abascal, para que se lo aceptara sin intención de carrera sacerdotal sino porque estaba «muy chiquito» para la escuela que le correspondía.

… Pero se quiso quedar.

Pasaron los años.

Al instalarlo como rector de aquel mismo Seminario, el ya Arzobispo Emilio Abascal dijo del nuevamente muy joven para el puesto Sergio: «Es un hombre sabio: que nos enseñe; es un hombre prudente: que nos gobierne; es un hombre santo: que ruegue a Dios por nosotros».

Nunca resultó mejor aplicada esa clásica fórmula de la iglesia.

Para terminar

No resisto expresar que la convivencia con el cardenal al escribir ahora me hizo evocarlo vivamente –en sus actos, en las fotografías, en sus palabras- y por tanto sentirme particularmente bien. Algo parecido a lo que experimenté cuando al encontrarme alguna vez y preguntarme cómo estaba, le dije mi prioridad: mi mamá estaba grave4. Me ofreció orar por ella.

Ese ofrecimiento –más que nada casual- me infundió fortaleza y confianza.

… Lo mismo que esta vez.

Curiosidades

  • Cuando recibió la noticia de su designación como cardenal, dio una muestra de su carácter sencillo y ya para esa edad casi cándido. En lugar de enfatizar la alta –e insólita- distinción dijo: «Yo no soy para eso (…). ¿Qué voy a hacer… a los 86 años y con limitaciones físicas?»

  • En sus tiempos de plena actividad, se le preguntó cuál era su domicilio y dio una respuesta que condensa su agilidad de mente con su sentido del humor y hasta con su apego al automovilismo: dio la matrícula de las placas de su automóvil; dando a entender que se la vivía yendo de comunidad en comunidad para escuchar en su propio espacio a los fieles de la iglesia a que servía (esa anécdota la publicó Felipe de J. Monroy, a quien convoco desde aquí a un intercambio de experiencias de nuestro personaje; no se diga menos al Padre Rafael González Hernández, a Manuel Armando Flores Hernández y a quien guste sumarse).

Notas

1 Es que Norberto Rivera entró con el pie derecho al ministerio: lo ordenó sacerdote nadie menos que san Pablo VI.
2 En cambio, a este cargo se arriba por elección de los colegas. Obeso lo ocupó en tres períodos.
3 Samuel Ruiz, Tatic (así llamado por los indígenas, es decir, padre) se distinguió por defender a los nativos pobres de su comunidad, lo que le atrajo la vigilancia del gobierno y la reprobación del clero duro. Francisco lo reivindicó decididamente, al orar ante su tumba en su visita a México.
4La historia de ella puede leerse aquí mismo, en otro de mis textos, el dedicado a las madres.