1 de septiembre, a excepción que caiga en fin de semana y tras casi dos meses de vacaciones, es el día señalado en rojo en el calendario de los profesores. Es el día que empiezan de nuevo su rutina para preparar el curso académico que está a punto de iniciarse.

Unos primeros días para informarse y empezar a conocer los niños y niñas que tendrán sentados en las mesas de su clase. Saber si hay algún chico con problemas, conflictivo, repetidor, etc. les permitirá estar preparado para las situaciones con las que se puedan encontrar; un intercambio de información entre compañeros que también les sirve para volver a la realidad de la rutina y empezar a coger ritmo y fuerza para lo que les espera.

Tras este primer paso, el siguiente es la adecuación de la clase. En verano, si es necesario, es el momento en que aprovechan los centros educativos para hacer reformas, pintar, etc. Así, que a cada maestro le tocará certificar que tengan las mesas y sillas necesarias para sus alumnos, distribuirlas como mejor le parezca o se encuentre más cómodo. Mención aparte para las clases de los más pequeños, en ellas, los profesores tienen trabajo extra con revisar y readecuar todas las zonas: la de juguetes (que estén en buen estado); la de mesas, el material (pinturas, colores, hojas, etc.) y los colgadores (¿quién no recuerda encontrar colgada su foto en el lugar donde deberá colgar su chaqueta o abrigo?).

Una primera toma de contacto con en el nuevo curso académico que dará paso a la preparación de las clases y el temario que se impartirá. Preparaciones en solitario, reuniones de maestros, con compañeros del mismo curso, etc. llenaran las agendas de estos días hasta que vuelvan los niños y niñas de vacaciones.

Si los maestros tienen su parte de preparación, los alumnos también tienen la suya. Comprar el material escolar (bolis, libretas, mochila, etc.) siempre es la parte más divertida, ya que cada uno reflejará su carácter y gustos con su elección. Menos divertida es la de cargar con los libros y, si uno quiere, forrarlos para que duren en buenas condiciones todo el curso.

Una preparación que, como se hace en plenas vacaciones, uno nunca cae en lo que significa. Casi casi a la par que empiezan los maestros y casi total seguridad con la vuelta al trabajo de los padres, las normas y horarios empiezan de nuevo a establecerse. A nadie nos gusta ver que las vacaciones están llegando a su fin, pero la normalización de la rutina y los horarios es un claro indicador que están tocando a su fin.

El día del reencuentro entre maestros y alumnos es un día lleno de sensaciones contradictoria. Por un lado, uno tienen ganas de volver a ver los amigos del cole (si es que no se han visto durante las vacaciones), pero por el otro uno no quiere coger la responsabilidad de lo que conlleva (horarios, deberes, exámenes, fichas, etc.), mientras que los maestros, tienen ganas de volver a ver bullicio por los pasillos clases, pero no quieren ni oír hablar de los conflictos que les deparará el nuevo curso escolar.

Todo lo bueno tiene, sí, fin y ahora tocará hincar codos y dar el callo en los próximos 9 meses. Ya empieza la cuenta atrás para las siguientes vacaciones.