Si todavía no te has decidido seguro que habrás visto multitud de carteles anunciando un viaje, un crucero, o un vuelo económico, sabiendo que cada una de estas decisiones va a tener ventajas e inconvenientes, ya sea en cuanto al tema económico, como en cuanto a la experiencia que ofrece.

Así, a quien le gusta la playa puede hacerlo en una costa nacional o salir al extranjero; mientras que a quien le gusta la montaña, lo puede hacer en una estación de esquí abierta, o en una montaña próxima a algún castillo o parador; además, con las compañías de low cost la oferta parece que se amplíe.

Si antes teníamos dos o a lo sumo tres opciones para elegir, ahora puede que superen la decena, todas ellas igualmente atractivas e incluso por un precio muy similar.

Esto puede llegar incluso a generar cierto nivel de estrés, ya que saber cuál es la opción más acertada, como ante cualquier decisión, puede provocar cierto sentimiento de frustración al saber que no puedes elegirlo todo y que necesariamente vas a tener que dejar de lado el resto de las opciones.

Además, si le consultas a otra persona, ya sea tu pareja o un amigo, ésta tendrá su propia opinión y criterio sobre cuál es la mejor opción, que no tiene por qué coincidir con la tuya, con lo que, en vez de aclarártelo, te pone en mayor duda.

El estrés nos sirve para ponernos a la defensiva ante cualquier tipo de peligro, y poder así responder de la forma más adecuada, pero actualmente vivimos en una situación de estrés casi constante, si no es por la presión que sufrimos en el trabajo, es por las demandas constantes de los niños, o por cualquier otra situación, y lo que menos busca y desea alguien que quiere irse de vacaciones es estresarse por dicha decisión.

Hay quien prefiere dejarlo para la almohada, es decir despreocuparse, y elegir aquella opción que crea más conveniente, aunque no sea la que le ofrezca todos los beneficios que podría conseguir con otras opciones, así, si un año se puede ir al pueblo de la familia, otro se puede ir a la playa y otro a la montaña, evitando así el estrés de las decisiones.

Sabiendo que además cuanto más se acerque la fecha de las vacaciones, más estrés se tendrá, ya que la decisión será cada vez más apremiante, así pues, aquellos que esperan hasta el final para tomar su decisión, puede que incluso no puedan dormir las noches previas, pensando si van a tener todavía sitio en el hotel o plaza en el avión que quieren tomar.

Hay que tener en cuenta de los muchos perjuicios que puede provocar el estrés mantenido durante demasiado tiempo, algo que puede que no nos deje disfrutar de las vacaciones, así un estrés a medio plazo va a tener una serie de consecuencias, como dolores musculares, alteración del sueño y del estado de ánimo e inmunodeficiencia.

Mientras que un estrés crónico en cambio va a provocar efectos más graves, siendo el responsable de:

  • Alteraciones digestivas que pueden acarrear úlceras y diarreas.

  • Obesidad por el aumento de apetito y con ello se incrementa la posibilidad de padecer diabetes.

  • Debilitamiento del sistema inmune, estando más expuesto a infecciones y resfriados.

  • Pérdida de memoria, de motivación, sueño, alteración del estado de ánimo.

  • Aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca, acumulación de colesterol y triglicéridos en sangre, con aumento de riesgo de padecer enfermedades cardíacas y derrames.

Así pues, si se trata de elegir las vacaciones, no busques que sea la mejor opción de todas, y deja de comparar cada oferta que salga, pues te estarás generando un estrés innecesario para algo que teóricamente debe de ser relajante, las vacaciones.