En el Museo Británico, en Londres, a la entrada del nuevo Gran Portal por el que se inicia la visita, fueron grabadas con grandes letras en el piso de mármol las siguientes palabras de un poema de Alfred Tennyson:

«And let thy feet/ millenniums hence/ be set in the midst of knowledge»

Traducido al castellano:

«Y deja que tus pies / se afinquen por milenios / en medio del conocimiento».

Milenios tardó la humanidad en radicarse en todos los rincones del planeta, y en todos los continentes y regiones hay obras de tiempos remotos que asombran por la belleza de su arte, el enorme esfuerzo que representan o el dominio técnico requerido para su realización. En el Museo Británico hay por cierto colecciones representativas de todos los tiempos, continentes y regiones del mundo: África; China, India o Japón; América; Asiria, Babilonia o el antiguo Egipto; Europa y la antigüedad griega o romana. Cedo a la tentación de mencionar que entre las obras que el Museo recomienda como infaltables de apreciar, junto a la piedra de Rosetta, los relieves asirios de la caza de leones, las esculturas del Partenón, cuenta... un moái de la Isla de Pascua, Chile (donde está en trámite legislativo el cambio de nombre de la isla al originario: Rapa Nui); el moái mide cerca de dos metros y medio de alto, pesa más de cuatro toneladas y se estima que fue esculpido entre los siglos X y XII d.C.

A unos ciento cincuenta kilómetros de Londres, hay también lo que puede considerarse un museo natural: Stonehenge, el impresionante monumento megalítico datado de 2.000 años a.C., a finales del neolítico; aunque fue construido en distintas fases, que se habrían iniciado hacia 3.200 años a.C., hasta llegar a la forma que se conserva con el esfuerzo acumulado se estima que de cuarenta generaciones. Está compuesto por grandes bloques de piedra que forman círculos concéntricos; el circulo exterior, de casi treinta metros de diámetro, está formado por treinta piedras rectangulares, unidas por dinteles, de los cuales hay todavía siete en su lugar; el circulo siguiente está formado por rocas de menor tamaño y color azulado; a su interior hay una estructura en forma de herradura, constituida por piedras también azuladas; y en su interior una losa de piedra conocida como «el altar»; el conjunto está rodeado por un foso circular de ciento cuatro metros de diámetro.

Ahora bien, las piedras del circulo externo tienen una altura a la vista de más de cuatro metros, pesan más de veinticinco toneladas, los dinteles aproximadamente siete toneladas, y fueron todas acarreadas desde una distancia de más de treinta kilómetros, se supone que sobre troncos en el sentido de la marcha montados sobre troncos en sentido horizontal que operaban como rodillos, arrastrados se estima que por al menos seiscientos hombres; mientras las piedras azuladas provienen de Gales, a una distancia de más de doscientos kilómetros.

En cuanto a la construcción, distintos elementos están compuestos según la proporción áurea. No sólo esto; como ocurre también en otros lugares prehistóricos, diversos componentes acreditan notables conocimientos astronómicos: están alineados apuntando hacia donde sale y se pone el sol en los solsticios de invierno y de verano, y las salidas y puestas de la luna en el solsticio de invierno; en especial, la vía principal, llamada «la avenida» de tres kilómetros de largo y veinte y tres metros de ancho, que da acceso al centro de la construcción, está alineada con la salida del sol durante el solsticio de verano y con la puesta del sol durante el solsticio de invierno; todo lo cual denota claramente el conocimiento de los movimientos del sol y de la luna que rigen el ciclo de las estaciones, necesario para el cultivo de la tierra y la vida sedentaria.

En su comienzo habría sido una extensión circular delimitada por el foso y empleada para ceremonias rituales, como hay otros en el sur de Inglaterra (incluida una recién descubierta hace pocas semanas); así como en una vasta área alrededor hay numerosos menhires y trazas de dólmenes; en la cercanía, un conjunto de habitaciones que habrían servido para los constructores del lugar; y, a mayor distancia, las de un asentamiento de población que habría sido ocupado estacionalmente.

A más de centro de reuniones y ceremoniales, observatorio y calendario astronómico, fue también monumento funerario en el que se han encontrado numerosos enterramientos, que señalan la relación religiosa entre la muerte y la continuidad de la vida representada por los astros.

No se sabe sin embargo quiénes hayan construido Stonehenge ni por qué fue abandonado hacia el año 1.100 a.C.

De lo que no hay duda, es de que la construcción del grandioso monumento que permanece a la vista requirió de un colosal esfuerzo de planeación, ingeniería y ejecución que da cuenta de conocimientos y capacidades ya existentes en las profundidades de la historia.

Es pues un hito en el largo recorrido de la humanidad hasta nuestro tiempo, la historia en que se afincan los pies para el porvenir.