Se han conmemorado los 70 años de la Independencia del moderno Estado de Israel. Muchos dirigentes árabes del mundo y personas de esa ascendencia, afirman todos los años que esta fecha conmemorativa les recuerda la Nakbah (tragedia, en árabe) para los árabes. Tratemos de dilucidar si eso corresponde o no a lo que se puede apreciar de la realidad.

Israel nace como producto de la culminación de los esfuerzos del movimiento político laico denominado sionismo que desde el primer congreso sionista desarrollado en Basilea, Suiza, en 1896, presidido por el Dr. Theodoro Herzl, funda las bases para lograr un «Hogar Nacional» para el pueblo judío como único modo práctico de solucionar la discriminación, persecuciones y asesinatos a que durante unos 1.800 años había sido sometido dicho pueblo. En ese movimiento político casi no hubo participación de religiosos judíos; fue un movimiento laico que buscaba el nacimiento de un estado que amparara y garantizara la protección de dicho pueblo. Demonizar el sionismo es ignorar la razón misma de su existencia y actuar en base a simples prejuicios. El producto de ese esfuerzo es la existencia del estado moderno de Israel.

El lugar «natural» para fundar dicho estado era dentro de la zona denominada Palestina, nombre que le pusieron los romanos una vez que derrotaron al Reino de Judea (donde los judíos constituían la mayoría de sus habitantes), después de tres infaustas guerras provocando un importante exilio de los judíos que habitaban ese reino. Con ese nombre de Palestina se conoció esa zona hasta el día de hoy. Es el lugar con el cual el pueblo judío tiene profunda ligazón histórica, espiritual, geográfica, poblacional y afectiva. Es la patria perdida del pueblo exiliado y desprotegido sin un lugar en el planeta donde ejercer su autonomía por 1.800 años, hasta que se funda el moderno Israel.

Desde la destrucción del segundo Templo en Jerusalén en manos de los romanos, pasaron por allí diversos pueblos, destacando las cruzadas cristianas y el Imperio otomano, hasta llegar a ser colonia inglesa a la caída de aquel imperio. Es altamente probable, de acuerdo a investigaciones realizadas por la Universidad Hebrea de Jerusalén, que buena parte de los habitantes de la zona y oriundos de la misma, tengan orígenes judíos, pero que en algún momento por las diversas circunstancias que históricamente ha tenido dicha zona, se hayan convertido al islamismo o al cristianismo, sea obligados por la violencia del gobernador de turno o por propia voluntad. Sin embargo, siempre hubo importante presencia judía, especialmente a partir del siglo XIX y XX. Por otra parte, después de la 2ª Guerra mundial, y antes de la misma, la aceptación de inmigración judía en los diversos países era muy limitada, cuando no simplemente no acogida. De allí que, con la experiencia histórica de judeofobia por parte del mundo occidental, que culmina con la matanza de judíos efectuada por el nazismo, más un conjunto de muchos otros antecedentes históricos, lleva a las Naciones Unidas a acoger en votación mayoritaria lo que esa comisión recomendó. El movimiento sionista se esforzó para que ese Hogar Nacional se concretara.

Al nacimiento del moderno Estado de Israel en la zona denominada Palestina, gran parte del mundo árabe, sus dirigentes y muchos de los descendientes árabes, señalan que Israel es la Nakbah, como hemos dicho, palabra que significa tragedia o catástrofe en árabe. De allí que tanto estas personas como muchos que han adherido «ideológicamente» a esta postura, demonizan al sionismo caracterizándolo como si fuese un movimiento político racista, excluyente, y siniestro. Sin embargo, lo único cierto en todo esto, es que se trata como decíamos antes, de un movimiento político laico, que pretende buscar una solución práctica al problema de la discriminación que ha sufrido el pueblo judío de manera que en casos extremos, como sucedió con el nazismo, tenga algún país que los proteja y ampare. Ese amparo masivo jamás existió en los últimos 1800 años, ni siquiera durante el exterminio de judíos por parte de los nazis hasta pocos años antes de formarse el estado israelí. De hecho actualmente se consideran sionistas todas las personas que legitiman la existencia de Israel y su derecho a vivir en paz junto al resto de sus vecinos. No sólo existen sionistas judíos, sino también cristianos, musulmanes, agnósticos, y personas de todo tipo de orígenes y pensamientos.

Vamos a la Nakbah. Hagámonos algunas preguntas y tratemos de irlas respondiendo de manera sintética.

¿Es realmente el nacimiento de Israel la Nakbah para los diversos países y pueblos árabes?

Veamos qué tipo de país es Israel para responder si su nacimiento es una tragedia para los árabes: los 70 años de independencia de dicho Estado muestran a un país democrático, con instituciones que funcionan, respetuosos de las minorías, con un alto nivel de capacitación científica y tecnológica y con muy buen nivel cultural de sus habitantes. Un Estado solidario que protege a sus habitantes más desamparados. Donde los ciudadanos de ascendencia árabe, gozan, al igual que los demás, de respeto para practicar sus cultos, cualquiera sea su religión, con acceso a la salud y a la educación. Más aún, los israelíes árabes tienen su partido político y 20 diputados que los representan en el Parlamento. Los ciudadanos árabes israelíes gozan de un nivel de vida y de respeto tal, que pocos de ellos soñarían con tenerla en sus países hermanos, gobernados por emires, jeques y otros personajes que de democracia y respeto a los derechos humanos conocen bastante poco. Eso no implica que la sociedad israelí y sus instituciones no tengan que perfeccionarse y mejorar muchísimo, ya que como cualquier país, hay muchos aspectos que dejan bastante que desear, mas eso no lo deslegitima en cuanto país ni desacredita sus logros.

De no existir Israel, ¿habría paz en los países árabes y entre las diversas facciones religiosas que se asesinan mutuamente y suelen generar dolorosas y destructivas guerras civiles?

Las guerras civiles y religiosas son parte dramática en casi todos los 22 países gobernados por el islam. La permanente lucha entre suníes y chiíes, prácticamente desde la muerte del Profeta, desde que nace el islam hasta el día de hoy, muestran que la Nakbah, no parece ser la existencia de Israel. Es decir, exista o no el Estado de Israel, la «tragedia árabe vinculada a la propensión a matarse mutuamente entre sí sin aceptar visiones diversas del mundo y de la vida», seguiría perdurando. La existencia de Israel en nada influye sobre dicha tragedia. La tendencia del mundo árabe y de sus dirigentes a no tener la más mínima autocrítica y responsabilizar de su tragedia al resto del mundo y especialmente a Israel es en sí misma parte constitutiva de la Nakbah del mundo árabe.

Ante el nacimiento de Israel, en el caso de que los árabes palestinos hubiesen formado su Estado autónomo en 1948 como lo recomendó la ONU en lugar de atacarlo para «borrarlo del mapa» declarando una guerra permanente que dura hasta el día de hoy, ¿no habría sido una enorme oportunidad de bienestar para el pueblo palestino y en lugar de una Nakbah sería una enorme bendición?

A la luz de lo que es Israel como único Estado democrático en esa zona y de sus increíbles logros como país con un nivel de vida entre los mejores en el mundo y convertido en la segunda potencia tecnológica responde cabalmente esta pregunta. ¡Qué distinta sería esa zona! Imaginémonos una especie de Confederación de países árabes e Israel, sin mayores gastos en armamentos por parte de los árabes o de defensa por parte de Israel y conviviendo en paz, armonía y bienestar! En lugar de la Nakbah para el mundo árabe sería una esperanza de que sea posible vivir de una manera distinta al mandato del fundamentalismo islámico que invita a matar infieles para irse a un eventual paraíso, oponiéndose de ese modo a la paz en esa zona.

Sabemos sin duda alguna, que el fundamentalismo religioso es un factor importante para que en esa zona los conflictos no se superen. El conflicto árabe israelí no es una excepción respecto a esa realidad. Y si bien en Israel los ultrarreligiosos también han aumentado, no cuentan con ninguna simpatía en la sociedad israelí. No parece ser el caso en las diversas dirigencias del mundo árabe. Parece que también son parte de su Nakbah.

Mantener la guerra permanente contra Israel teniendo siempre pretextos para no formar un Estado árabe, ¿implica «defender la causa palestina»? ¿Qué es la «causa palestina»?

Comencemos por responder la última de esas dos preguntas. Si definimos la causa palestina desde un punto de vista racional, laico, respetuoso de la diversidad, desvinculado a creencias religiosas o similares, la causa palestina sería el derecho del pueblo palestino a vivir en paz con sus vecinos, incluidos los israelíes, con respeto y con un mínimo de bienestar.

Esa sería la manera de definir lo que para mí sería la causa palestina: descarto la idea de que, para que esta causa sea posible, sea necesario que Israel o alguno de los otros países desaparezca. Por lo mismo descarto la justificación de un estado de guerra permanente como en la práctica los dirigentes árabes palestinos han mantenido a su pueblo. Priorizar la guerra en lugar de algún acuerdo de paz NO ES parte de la causa palestina, y quienes apoyan esa tesis estarían simplemente oponiéndose o torpedeando dicha causa.

La última pregunta: si la Nakbah no fuese el nacimiento y existencia de Israel como país, ¿cuál sería la verdadera Nakbah de los pueblos árabes, incluyendo a los palestinos?

Decíamos anteriormente que las guerras civiles y religiosas son parte dramática en casi todos los 22 países gobernados por el islam y que desde que nació Mahoma, el fundador del Islam, hay una permanente lucha entre suníes y chiíes. Esto nos muestra que el mundo islámico, al cual pertenece la mayor parte del pueblo árabe tiene una altísima propensión a no aceptar la diversidad, ni siquiera dentro del mismo islam. A quienes amamos la paz y priorizamos el respeto mutuo y la posibilidad de disentir descartando acciones violentas hacia quienes tienen visiones diferentes del mundo y de la vida, pensamos que es una verdadera tragedia, una Nakbah, alentar las guerras y los conflictos. Que no sólo el pueblo palestino, sino todos los árabes y la humanidad en general deben salirse de ese marco conflictivo y odioso. Muchos somos quienes anhelamos un mundo en que seamos hermanos, cualquiera sea la creencia, el modo de pensar y la manera de vivir.

La verdadera Nakbah para quienes anhelamos un mundo sin guerras ni matanzas es la mentalidad de los «opuestos» de quienes califican al mundo entre los buenos y los malos, siendo buenos quienes opinan o creen igual a ellos, una mentalidad de quienes están convencidos que son dueños de «la verdad» y aplican violencia respecto a quienes piensan, creen y sienten diferente.

En la práctica, los demagogos de «doble estándar» de este planeta, que postulan que es mejor que Israel desaparezca y que con eso todo el problema de esa zona queda solucionado, son parte de esta misma Nakbah: sin ser necesariamente de ancestros árabes suelen apoyar este tipo de «soluciones» con lo que terminan de hecho apoyando los conflictos en lugar de la paz y la concordia.