La globalidad de la especie humana y el planeta tierra nos estamos enfrentando a enormes y urgentes desafíos. Si bien estamos ante una inmensa crisis, esta es también una gran oportunidad, dados los enormes recursos de todo tipo de los que disponemos.

De lo que sabemos y de lo que no queremos saber

El primer desafío es el de consciencia

Somos al mismo tiempo conscientes e inconscientes. Somos conscientes de las enormes contradicciones en el planeta en cuanto a la manera como nos relacionamos entre nosotros, con el entorno y sus indudables consecuencias. Es una consciencia vinculada a la estadística, a los análisis sociales y económicos, a la información globalizada que dan cuenta de al menos tres ámbitos de problemas que generan «negros nubarrones» en nuestro porvenir como «conjunto humano planetario»:

  • Las enormes disparidades en términos de bienestar básico tanto en el planeta como conjunto así como en cada una de las sociedades, países y/o regiones en las que vivimos;

  • El manejo del poder y su acumulación cada vez más concentrada en grandes Corporaciones cuyas motivaciones aparentemente centradas en seguir acumulando poder, no suelen ocuparse de las consecuencias que sus actividades generan, y

  • La falta de claridad de objetivos por parte de quienes detentan el poder al aparentemente actuar por inercia con la idea de que acumular poder por el poder es una manera de defender sus intereses.

Somos, en la práctica, inconscientes acerca de las consecuencias finales que implica aquello de lo que somos conscientes pero que no mueve nuestra voluntad de cambio:

  • Hasta cuándo podremos «sostener» este estado de cosas en el planeta sin llegar a un desastre de proporciones que no podemos imaginar;

  • Cómo hacer que aquello de lo que somos conscientes genere una acción planetaria, un efecto en nuestra voluntad individual y colectiva, que modifique de manera drástica la manera como nos relacionamos en la actualidad a fin de evitar sus dañinos efectos.

Del poder y de la defensa de «nuestros intereses»

El segundo desafío se traduce en generar un gran movimiento planetario de las organizaciones con poder a fin de que evalúen si la acumulación del poder por el poder, como está ocurriendo actualmente, implica efectivamente «defender sus intereses».

La pregunta fundamental que esas grandes corporaciones deben hacerse, sus dueños y ejecutivos es:

¿Estamos realmente defendiendo nuestros intereses al actuar como lo estamos haciendo?

Para responder esa pregunta fundamental es necesario previamente preguntarse: «¿cómo podemos traducir el efecto real que tienen nuestras actuales conductas de producción, distribución, comercialización, financieras, respecto a los productos y servicios que estamos generando y promoviendo?».

No pretendo dar cifras, las que son fáciles de investigar. Hay mucha documentación al respecto. Me referiré a los «efectos» indudables que están a la vista de cualquier persona medianamente consciente. Recordaré algunos de ellos:

  • Guerras de diverso tipo y magnitud en muchos lugares del planeta; no tenemos una «guerra mundial» pero sí tenemos muchísimos focos de guerras en diversos lados con el sufrimiento, destrucción y muerte que ello significa;

  • Tenemos enormes cantidades de personas desplazadas obligadamente desde sus hogares, muchas de ellas refugiadas, otras que fallecen en su intento de buscar lugares que los acojan, debido a problemas vinculados con las guerras, con su situación económica, social y/o política generadas en sus lugares de origen;

  • Enormes poblaciones viviendo en la pobreza y algunos en la miseria y pequeñas cantidades relativas de población que viven en la indiferencia, la opulencia y el despilfarro; d) Industrias organizadas para la producción y distribución a escalas masivas a nivel mundial de armas de todo tipo y de tráfico de drogas;

  • Utilización de ingentes recursos para la investigación en nuevos tipos de armas para la destrucción de personas y especies;

  • Contaminación del clima, de la tierra, desaparición de especies animales y vegetales, calentamiento atmosférico, agotamiento de recursos hídricos, tala indiscriminada de árboles, deshielo de glaciales…. ¿para qué continuar?

Lo anterior es, sin duda alguna, el resultado de lo que ocurre en la actualidad como consecuencias de la acción de quienes acumulan el poder de decisión en este planeta y las relaciones que se generan.

Bastaría preguntarse por parte de las grandes Corporaciones Internacionales: ¿es este un «resultado» deseable para nuestros intereses? ¿Cuáles son nuestros intereses? ¿Es posible pensar que todo el género humano que vivimos en este planeta tenemos ciertos intereses básicos que nos son comunes, respetando nuestras diferencias y nuestra diversidad?

Hagamos estas preguntas de otra manera, poniéndonos en el lugar de las grandes corporaciones de poder internacional: cómo grandes Corporaciones que manejamos buena parte de las decisiones de producción, de desarrollo de la investigación, de distribución y financieras, ¿nos interesa que se mantenga el actual efecto que tienen nuestras decisiones? Y de otro modo: Teniendo en claro que de continuar así un desastre planetario por la acumulación de los efectos que genera la manera como actuamos, ¿estamos defendiendo nuestros intereses cuando anhelamos continuar acumulando poder como fin en sí mismo?

Lo más probable, de aplicar la razón, la cordura, el amor a la vida, la búsqueda de armonía y así sucesivamente, es que la respuesta sea muy clara: NO.

No podemos continuar en la inercia, destruir el planeta. Eso no representa «nuestros intereses», ya que de ocurrir algo así, perdemos el poder que tenemos y dejamos al planeta en condiciones que no podemos siquiera imaginar.

Del cambio de paradigma para revertir la situación

El tercer desafío, para el gran movimiento planetario de las organizaciones con poder será preguntarse: ¿qué hacemos, qué medidas tomamos para modificar drásticamente la situación actual?

Este tercer desafío se vincula a la expansión de la consciencia que nos lleva a un cambio de paradigmas.

Actualmente es la propiedad privada accionaria con la meta de acumular más poder a través de las buenas rentabilidades, el paradigma mental que impera en el planeta y en los grandes detentores del poder.

El cambio de paradigma consistirá en abrazar ciertos valores fundamentales que conduzcan hacia el aclarar lo que anhelamos para el ser humano en este planeta y cómo nos organizamos para lograr eso que anhelamos. Es un cambio fundamental que nos lleva a otra manera de pensar, de creer, de sentir, de actuar.

Es un cambio fundamental que nos lleva a clarificar lo que tenemos que eliminar, por indeseable, de lo que ahora existe y como ir creando lo que deseamos generar. Sin duda que todo ello implica una visión planetaria, globalizada, incluyente, con principios y valores que si bien existen teóricamente, hemos de llevarlos a la práctica. Esto trasciende en mucho las ideologías políticas existentes. En lugar de luchas entre contrarios se genera consciencia compartida y trabajo mancomunado, en equipo, para generar un mundo mejor. Un mundo basado en concepciones valóricas basadas en un profundo cambio de consciencia.

El cambio de paradigma estará vinculado a aclararnos qué deseamos para el ser humano en este planeta y cómo nos organizamos para lograr eso que anhelamos. Ello lleva implícito una de las repuestas a las preguntas que hacíamos en la primera parte de este artículo: queue sin duda, a pesar de nuestras diferencias, de nuestra diversidad en cuanto seres humanos, hay aspectos básicos que son comunes para todos nosotros; son aspectos vinculados a la necesidad de subsistencia en el más amplio de los sentidos, a la salud física, emocional y mental, a la seguridad básica existencial y a otras necesidades definidas en diversos trabajos sociológicos.

Ese cambio de paradigma nos lleva a otra manera de pensar, de creer, de sentir, de actuar. Es un cambio fundamental que nos conduce a determinar qué es lo que tenemos que eliminar de lo que ahora existe y como ir creando lo que deseamos y necesitamos generar. Sin duda que todo ello implica una visión planetaria, globalizada, incluyente, con principios y valores que si bien existen y están definidos teóricamente, hemos de llevarlos a la práctica.

El cambio de paradigma afecta a las concepciones políticas, sociales y económicas que suelen ser las vigentes y que se oponen como «únicas salidas» a los problemas que sin duda nos aquejan. El cambio de paradigma implica un cambio de consciencia a nivel planetario, una amplitud de nuestra consciencia que se traducirá en abrazar valores y principios que se vinculan entre otros a la solidaridad, al amor por la diversidad y a un respeto por la vida humana y su calidad. Implica una transformación de las organizaciones de poder vinculado al cambio de consciencia para generar un nuevo orden y gobierno a nivel mundial y regional, entendiendo regiones como conjuntos de países o sectores de los mismos. Implica enfrentar como «género humano» los tres desafíos ya señalados.

El paradigma actual lleva al conflicto. Lo que conocemos como «economía» es parte del actual paradigma: no es una ciencia, aun cuando recurra a herramientas matemáticas y estadísticas, sino un modo de explicar una relación humana y planetaria que hasta ahora está lejos de resolver la problemática de la violencia, las consecuencias o efectos sociales y ambientales que enfrentamos por los que se denominan defensa de intereses particulares y los enormes problemas que nos aquejan en cuanto a niveles de vida y bienestar básico tanto entre las diversas zonas del mundo como al interior de cada una de ellas. Si bien se pretende solucionar los problemas fundamentales vinculados al ser humano en el planeta, estamos lejísimos de esa posibilidad al estar insertos en el paradigma mental alienante de «lo privado» vinculado a la acumulación de poder acumulando con ello capacidad de tomar decisiones a niveles corporativos con el poder de manipulación de nivel planetario que ello conlleva.

La economía actual es fundamentalmente financiera, especulativa y de intermediación basada en una sacralización de la propiedad privada sin mayores límites respecto a su uso y abuso. Esto, en términos planetarios, con las excepciones que se podrían esgrimir pero que no compensan el daño global en el que estamos insertos.

No es un tema «socioeconómico el que nos aflige». No es un tema de elección entre neoliberalismo o planificación centralizada; no es una crisis del modo de gobernarnos y de los diversos sistemas de gobierno; no es un tema de intereses propiamente tal.

Es un tema mental. Es un tema de consciencia. Es un tema de alienación mental por la exacerbación del consumismo, del hedonismo y de la falta de compromiso social que nos lleva a la indiferencia, a la violencia social y a una sociedad basada en la desconfianza mutua.

Sin duda alguna este es un planeta cuyas actuales bases de funcionamiento atentan contra la felicidad o la plenitud vital de los seres humanos que lo habitan.

Todos los desafíos antes señalados están vinculados entre sí. Pareciera que el de consciencia es fundamental y el motor que mueve a los otros dos desafíos: el cambio de rumbo de las organizaciones de poder y el cambio de paradigma.

Si quienes detentan el poder no toman consciencia de que se requiere un cambio de paradigma y comenzar a pensar en un planeta diferente, donde el poder no sea lo fundamental, sino la gente, el ser humano planetario en sus necesidades fundamentales, mientras eso no suceda, el peligro de un desastre es inminente. Ese desastre se podrá dar en una combinación de variables tales como un desequilibrio ecológico y ambiental, una explosión social en términos que aún no conocemos ni nos imaginamos, una expansión de las acciones de fanatismo violento de apariencias «religiosas y políticas» a través de organizaciones sectarias manejadas por líderes febriles e iluminados, reacciones masivas de poblaciones sedientas y hambrientas pero informadas de lo que pasa en el resto del mundo gracias a la globalidad que de algún modo les llega aun cuando estén en extrema pobreza, algún ataque atómico hacia otros por parte de cierto líder iluminado en lo político y religioso que pierda su cordura en alto grado y así sucesivamente.

Afortunadamente hay mucha gente en este planeta consciente de estos temas y de la necesidad de cambios. Tenemos los medios científicos y tecnológicos para generar un cambio esencial y profundo.

También tenemos los medios para trabajar en la consciencia humana, en el cambio de su paradigma fundamental y acercarnos a un planeta donde en lugar de que nos domine la violencia, la agresión, la manipulación y la infelicidad, podamos lograr que nos domine la cordura, el equilibrio, el amor, el respeto mutuo y la paz.

Pero los líderes políticos y quienes son propietarios y ejecutivos de las grandes corporaciones mundiales no son suficientemente conscientes de lo que ocurre. Actúan por inercia dentro de un paradigma mental alienante como el que nos domina. Y a ese cambio fundamental de paradigma, que conlleve el resto de los cambios que necesitamos, tenemos que apuntar si deseamos evitar un desastre planetario, que de mantener las cosas como están, se hace casi inminente.